Cap 40- La nieve de Moscú

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Cuatro días de viaje dejaron a Viktor exhausto por lo que sintió un gran alivio cuando la estación de Moscú desfiló ante sus ojos. Dicha travesía había sido una tortura ya que el dolor y la incertidumbre se hacían más presentes que nunca pues saber que pronto vería a Yuuri lo hacía feliz pero a la vez lo atemorizaba en el sentido de que no sabía si su reencuentro sería lo que él pensaba o si por el contrario le esperaba la decepción más terrible de su vida.

--¿Quiere que le ayude con su equipaje?-- le ofreció un mozo de trece o catorce años en cuanto lo vio caminar por el andén.

--Gracias, pero sólo traigo este baúl y como puedes ver es muy pequeño.--

El chico hizo un gesto de desilusión.--¿Al menos puedo llamar a un taxi?--preguntó ansioso por ganarse unas monedas.

Viktor se tomó unos segundos antes de responder.--No sé si sea necesario pasar la noche aquí, quizás hoy mismo regrese a mi pueblo.--

El chico lo vio extrañado por la esquiva respuesta.--¿No sabes si te quedarás?--

--Si no encuentro a la persona que vengo a ver no tengo razón para quedarme.--

--Yo conozco a toda la gente importante de Moscú, te puedo hacer de guía.--

--Gracias pero no es necesario.--Viktor tomó su baúl y comenzó a caminar.

--¡Pero puedo ayudarte con tu baúl si vas a andar de un lado a otro!-- el chico lo alcanzó determinado a no dejar ir su buscada propina.

--En vez de eso, ¿sabes de un lugar donde pueda dejarlo?--

El adolescente se quedó pensativo.--Mmm...creo que en la caseta del vigilante podrían permitirte dejarlo, claro que no querrán hacerse responsables asi que tú asumirías el riesgo.--

Viktor reflexionó que era mejor tomar ese riesgo a tener que andar por la ciudad cargando un baúl, además de que no llevaba nada de valor.--Por favor pregunta si es posible y te daré un par de rublos.--

El chico sin perder un segundo desapareció entre la gente para regresar a los pocos minutos.--Dame el baúl, lo dejaré en la caseta del vigilante tal como te lo dije.--

Viktor sacó de su bolso un par de monedas.--Toma, gracias por tu ayuda.--

El ruso al salir de la estación dirigió la vista al cielo que lucía un deprimente color gris acero que contrastaba con la blancura de la abundante nieve que se había apoderado de las calles y plazas, de inmediato tomó rumbo a la oficina de Yuuri ubicada en el ya conocido edificio en el centro de la ciudad. Su cuerpo temblaba por el inclemente frio y con cada paso que daba sentía que su valor mermaba pues la ansiedad por un inminente reencuentro era insoportable, no obstante era imperioso descubrir la verdad detrás de la partida de Yuuri aunque esta pensaba podría ser terrible.

Finalmente después de cuarenta minutos de caminata se detuvo frente al soberbio y oscuro edificio de oficinas, ahí se acercó a la puerta con el corazón saltándole hasta la garganta. Con paso lento pero firme se aproximó a un vigilante que custodiaba la entrada.

--Buenos días.-- saludó con cortesía.

--Buenos días.-- el hombre se dio la vuelta con una amable sonrisa sin embargo esta desapareció al ver al omega vestido con tan humildes ropas.--¿Qué quieres?-- le preguntó con rudeza convencido de que alguien de ese aspecto no tendría nada que hacer en un lugar así.

--Necesito ver a Yuuri Katsuki.--

--Él no tiene tiempo para recibir a mendigos ¿qué asunto podrías tratar con él? ¿quieres cotizar tus limosnas en la bolsa de valores?--mencionó con sorna.

Mi dulce omegaWhere stories live. Discover now