Extra 1.

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Sin duda el tiempo transcurre de prisa cuando sus protagonistas son tratados por el con tal generosidad, tal era el caso de Viktor para quien nueve años apenas fueron como un rápido parpadeo, materialmente tenía todo lo que en un momento imaginó y aun más, pero lo más importante era su vida rodeado de su dedicado alfa y de sus preciosas hijas que lo amaban tal como él a ellos. ¿Pero acaso el ruso vivía en un cerrado círculo aislado del mundo como el resto de los omegas?, por supuesto que no, Viktor para nada era como ellos, por el contrario, rápidamente se adaptó a su nueva vida entre poderosos y ricos alfas en donde se había ganado un sitio respetable pues como una forma de honrar la memoria de sus padres decidió continuar con su legado en el mercado de las telas finas en el que le había ido bastante bien con excelentes ganancias lo que lo convirtió en un próspero comerciante. En cuanto a su vida al lado de Yuuri si bien era en extremo felíz era obvio que no todo era perfecto, algo lógico tomando en cuenta que ambos eran seres humanos normales con sus propios defectos y virtudes. Viktor por ejemplo solía ser bastante impulsivo a la hora de actuar y de hablar cosa que en ocasiones no era lo más adecuado. Yuuri por su parte tenía un instinto protector bastante marcado que lo hacía hasta cierto punto un tanto posesivo con su familia aunque el omega generalmente lo hacía entrar en razón cuando este pecaba en alguna impertinencia, estos eran los pequeños tropiezos que se presentaban en su matrimonio pero que a la vez le daban un toque de realidad. También se habían presentado importantes sucesos como la visita de Alek que con la confianza de saber que Elías se marchó a América decidió volver a Rusia al menos por un par de meses pues su vida ya estaba hecha en Italia, esto hizo inmensamente feliz a Viktor que pasó un verano maravilloso con su querido amigo. ¿Pero que pasaba con los Feltsman?, bueno, Lilia y Yakov gozaban de una gran prosperidad gracias a la productiva granja, Anna se casó con un joven abogado que llegó a Selkovo a instalar su propio bufete, Lara por su parte se casó con el hijo del alcalde de Vernyy ciudad a la que se mudó, ambas tenían un niño y una niña respectivamente. En tanto a Mila esta aún no se casaba, no por falta de buenos partidos ya que era una chica hermosa que no podía pasar desapercibida sino por propia decisión pues era una mujer independiente que al igual a Viktor esperaría hasta que el alfa adecuado llegara a su vida cosa que ocurrió hasta diez años después cuando contrajo matrimonio con un respetable médico, mientras tanto había pasado a ser la institutriz de las hijas del ruso en Moscú a donde se mudó, esto le permitió al matrimonio Katsuki-Nikiforov disfrutar de libertad para viajar con cierta frecuencia ya que tenían la confianza de que sus pequeñas se quedaban en buenas manos. Ahora en lo económico ¿que más podían pedir? Yuuri aparte de la mina y el ferrocarril había decidido invertir en la compañía mercante del esposo de Nadia Popovich lo que resultó un gran acierto que elevó su fortuna considerablemente y si bien no se negaban a hacer vida social con la alta sociedad de Moscú preferían pasar el mayor tiempo en la intimidad de su hogar y sólo asistían a cenas o bailes cuando les era necesario por mera formalidad. Yura, Beka y su pequeño Evgeni por su parte vivían al lado de los Katsuki-Nikiforov lo que hacía felices a ambos hermanos, en lo económico también gozaban de muy buena posición sobre todo en esa época en la que el kazajo se convirtió en socio del nipón, en cuanto al resto de los Altin estos habían visto mermado su capital apenas Alionna tomó las riendas de los negocios familiares, pese a eso Beka se mantuvo firme en su decisión de no volver a intervenir en nada de ello lo que hizo que sus padres enfurecieran aún más cosa que al kazajo lo tenía sin cuidado.

Una tarde tibia de primavera un gracioso pony café con grandes manchas blancas recorria el jardín de la mansión conducido por una niña de ocho años con largos cabellos platinados que se movían al suave viento, con ella iba otra niña de seis años con cabello corto negro y grandes ojos castaños que se sostenía con fuerza de la cintura de su intrépida hermana, a un lado Makkachin ladraba alegre dando saltos. Anastasia Katsuki había heredado no sólo la belleza de Viktor pues a su corta edad era bastante curiosa, atrevida, incluso un tanto traviesa pero ante todo llena de vida por lo que siempre estaba en busca de aventuras aunque por el momento esas fuesen sólo corretear a las ardillas, Katia por su parte era una niña un poco tímida y callada al menos con los extraños pues con sus padres era en extremo dulce.

Mi dulce omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora