07 // alone at home

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▶『 Faenza, Italia

Abril, 2023   

A veces, cuando todo se queda en silencio y solo soy yo y mi presencia en una casa vacía sin nada más que hacer, pienso en si a esto le llaman felicidad o solo me estoy confundiendo. Cuando me toca volver después de pasar varias semanas en diferentes hoteles de distintas ciudades, parece que todo ha cambiado, pero lo único que cambia eres tu.

A veces me gustaría saber si solo a mi me sucede, o si el resto de los competidores pasa por lo mismo. Quizás es algo colectivo, quizás a todo el mundo en general le sucede, pero nunca lo sabré porque jamás lo hable con nadie. Ni siquiera con Jean o Mick.

Entre Australia y Azerbaiyán habían bastantes días libres. Días que me recordaban que existía un mundo aparte de las carreras y el campeonato. Días donde me internaba en mi casa en Faenza, una ciudad casi medieval en Italia, cerca de las oficinas de la escudería, cerca de Imola, pero lejos, muy lejos de casa, de Suecia.

Por muchos años me acostumbre a esa lejanía, esa sensación de no saber qué lugar es aquel que puedas llamar hogar, más allá de todo el significado y la mística al respecto. Si de hogar como forma poética y significativa hablaba, mi hogar era sobre una máquina a 300km por hora. Mi hogar estaba en ese monoplaza, no importaba el modelo. Mi hogar estaba en el frenesí de la velocidad, en la sensación de poder, en la adrenalina captada por la euforia. Pero no podía dormir en un monoplaza. Así que debía encontrar un lugar que pueda sentirse como mi hogar de una manera física aunque no podía ser realmente mi hogar porque no podía estar muy lejos si me necesitaban. Entonces me mude a Fenza a pedido de Franz en cuanto firme contrato con AlphaTauri como lo había hecho cuando estaba en F2 y en F3, pero mi madre jamás había podido mantenerse cerca.

Las historias que escuchas al entrar en el deporte varían, aunque casi siempre hay pilotos que han tenido la oportunidad de tener una buena posición, hay otros que han tenido que sacrificarlo todo. Hamilton es uno de ellos, pero no es el primero y mucho menos el último. Y cuando naces en una familia de clase media, con una madre sordomuda y prácticamente soltera siendo mujer en Suecia, no hay chances de que algo como lo que me estaba sucediendo, pueda suceder. No tenía chances de hacerlo y de todas formas mi madre se empeñó en darme alas para creerlo. 

La manera en la que elegí el automovilismo fue bastante trivial pues siempre tuve esa fina curiosidad por los autos de pequeña que el resto de las niñas de mi edad apenas entendía. Mi madre alimento dicha curiosidad hasta colocarme sobre un go kart y nunca dejó de hacerlo. Pero estaba muy lejos de la niña que se había subido por primera vez a un karting, y muy lejos de mi madre también.

Así que en cuanto los días entre carreras se alargaban, mi poder de retrospectiva me acechaba en una esquina de la sala de estar. Todo venía a mi cabeza con facilidad. Todo me hacía cuestionarme el tipo de vida que vivía y mi pregunta era si esto se sentía igual para todos, o solo me sucedía sumida en mi mente mientras esperaba la siguiente carrera.

Capri Persson ⸻ F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora