17 // the blonde liar

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▶『 Mónaco, Principado de Mónaco』

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▶『 Mónaco, Principado de Mónaco

Mayo, 2023  

En Mónaco tuve la práctica del viernes por la mañana, no siempre era el mejor horario porque las mejores prácticas suceden a la tarde con un clima y horario similar al de la carrera, pero discretamente era parte de la sanción de Miami.

La federación había determinado que si bien corrí el riesgo al adelantar a Max sin la supervisión de mi ingeniero ni el abalo de mi director de equipo, Max había tenido intenciones de encerrarme contra la curva y por eso mi monoplaza terminó sobre el suyo. La culpa mayormente era mía, podía lidiar con ello, pero tambien había sido de Max por encerrarme mientras lo adelantaba. De todas maneras me había ganado una penalización de diez puestos que me permitía participar de la clasificación del sábado, pero a esa posición debía restarle diez, por ende, si no quería arruinar Mónaco, debía dar más que todo de mi.

Jean aun estaba un tanto tensa después del accidente. Sabía cuán importante era para ella mantenerme con vida aunque ahora parezca algo bastante difícil. Pero no podía culparla, en parte la entendía, a veces su trabajo podía sentirse como el de una niñera de un bebé que se encuentra descubriendo el mundo, siempre habrá algo en donde corra el riesgo.

Después de la práctica, volví al hotel para darme una ducha y almorzar. Detestaba Mónaco con todo mi ser. Era el templo de todo piloto, todos amaban Mónaco, todos se sentían en su casa, con sus lujosos autos, sus lujosos apartamentos, sus lujosas vidas. No los culpaba, todos ganábamos muy bien en esto, lo suficiente como para costear toda esta vida, pero mi madre siempre me había enseñado algo que por momentos me culpo al tomarlo tan a pecho. Mi madre siempre decía: "Si algún día llegas alto, recuerda que mientras más cerca estés del piso, menos duele la caída". Era su forma de decirme que me mantenga humilde porque nunca sabes cuando todo se puede ir al carajo. Y cuanta razon tenia. 

Nunca me sentí cómoda en ese tipo de vida, derrochando lujos y dándome mis gustos. Pude comprarme una casa en Faenza, mantener a mi madre, contratar a mi equipo, costear mi vida que no era menos. Pero el tipo de lujos que los corredores adaptan a sus vidas por el trabajo que hacen, no era lo mío. Simplemente me mantenía cerca del piso de la humildad, quizás por miedo, quizás porque no necesitaba la vida pública que otros pilotos probablemente sí. Y me gustaba eso. Pero Mónaco era desagradable, a excepción de sus paisajes.

Mientras me encontraba firmando un par de tarjetas en mi habitación, me llego un llamado de un número desconocido.

―¿Si?―pregunte al tomar la llamada sin soltar el bolígrafo.

―¿Am? Soy Danny. Daniel Ricciardo, tu piloto favorito―bromeo y sonreí.

―¡Oh, claro! Mi corredor estrella ¿Como estas?―pregunté con amabilidad soltando el bolígrafo y recostandome en la silla. Tanto tiempo firmando te dejaba la muñeca entumecida y la espalda dolorida. Era un hermoso día en Mónaco, debía recalcar. El hotel era una belleza, sinceramente me sentía como una princesa. Era el Hermitage en Monte Carlo, muy cerca del circuito. Tenía un estilo sumamente elegante, con toques de realeza victoriana, con ese personal que solía ser fastidioso de tan amable. No podía cambiar mi estadía, debía quedarme con el equipo a pesar de todo, así que aunque me fastidiara que preguntaran cada cuarenta minutos si necesitaba algo, no estaba tan mal la comodidad y las vistas al puerto.

Capri Persson ⸻ F1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora