Capítulo 31: El funeral

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|Narra _______|

Sentía como si me hubiesen arrancado el corazón. A veces se me olvidaba cómo un dolor emocional podía ser también físico. Tenía los ojos irritados de tanto llorar. Unos golpes en la puerta me sacaron de mi aturdimiento.

— ¿______? ¿Estás ahí? —Preguntó Carl desde el otro lado.

— Vete, por favor —Le pedí. No tenía ganas de ver a nadie.

— Déjame entrar, te lo suplico —Su tono de voz me hizo ceder.

Me levanté. Solo tendría que soportar la típica charla de que las cosas pasan por algo y después se largaría. Abrí la puerta y al instante me rodeó con los brazos. Carl me estrujó entre sus brazos y no pude evitar venirme abajo otra vez. Me derrumbé a llorar sobre su hombro. Quería borrar lo sucedido de mi vida, ignorar aunque fuera por solo un segundo que Negan había matado a mi hermano.

— Lo siento —Me susurró al oído.

Escondí mi cabeza en su cuello. Un torbellino de emociones sucedía dentro de mí. Cuando logré calmarme un poco, Carl se separó un poco de mí, estaba igual de serio que yo. Tenía la estúpida ilusión de que al fin alguien me veía más allá de mi fachada. Me levantó la barbilla y frunció el ceño.

— Juro que encontraremos a Negan y pagará por lo que os a echo a ti y a Tom —En su voz se podía percibir un profundo odio. Me sentí agradecida al oír aquellas palabras ya que por fin alguien no me daba el discurso de que ahora mi hermano estaba en un lugar mejor.

Le sonreí con tristeza y me dio un beso en los labios. Al separarnos le abracé, tenía mucho miedo por lo que sería de Tom y de mí. Necesitaba volver a ver a Joel, que me aconsejase. Sabía que era muy egoísta por mi parte desear que estuviera en este mundo de mierda, pero así era.

— ¿Necesitas algo? —Preguntó acariciándome la mejilla. Tuve que contenerme a la hora de decir que quería a mi hermano o una sala de torturas para Negan. No iba a tratar mal a Carl ni a hablarle indebidamente, él no se lo merecía.

— ¿Podrías dormir conmigo? —Bajé la cabeza avergonzada, necesitaría a alguien a mi lado para no sentirme sola.

— Claro —Respondió con una sonrisa—. ¿Tu hermano estará de acuerdo?

— Mi hermano ahora mismo lo último que quiere es ver a nadie —Le respondí apenada.

Le ofrecí una camiseta ancha y unos pantalones de pijama. Me cambié en baño y él en mi cuarto. Nos tumbamos en la cama, él me abrazó y yo apoyé mi cabeza en su pecho. Estaba mentalmente agotada y lo único que necesitaba era cerrar los ojos, olvidarme de todo por un instante. Y así lo hice.


|FLASHBACK|


Yo tendría unos ocho años y Joel unos doce. Recordaba este momento a la perfección. Estábamos los tres hermanos en un estanque lejos de la ciudad. Mamá y papá se habían marchado a trabajar y Tom se estaba bañando en el agua, intentando cazar algún pez.

— Oye, Joel —Le llamé—. ¿Crees que hay algo después de la muerte? Siempre me he preguntado eso cuando mamá se marcha al ejército.

— Sinceramente espero que haya algo —Me sonrió con ternura—. Si no, lo llevamos claro. Pero lo que sí me gustaría es que en mi funeral fuesen de blanco. Eso me haría feliz.

— ¿Por qué? —Pregunté.

— Por tocar las narices —Respondió.

No pude evitar reírme ante su respuesta. Me levanté y corrí hacia el agua, Tom había logrado agarrar a un pez pero ante mi inesperada interrupción se le escurrió de las manos.

¿SOLA?  (Chandler Riggs y tú) *EN PROCESO DE EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora