Capítulo 47: Sin tiempo

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|Narra _______|


Después de la fiesta de cumpleaños de Mike, le acompañé a su habitación puesto que le prometí que dormiría con él. Le arropé y me senté en el suelo con un libro que acababa de coger de la estantería. Era un cuento infantil que ni siquiera conocía, pero era lo que había.

— Y entonces, fueron felices y comieron perdices —Dije cerrando con cuidado el libro, puesto que Mike se acababa de dormir. Me acerqué a él y le di un beso en la frente—. Buenas noches.

Agarré una almohada y una manta, para proceder a tumbarme en el suelo. Cerré los ojos y acabé quedándome profundamente dormida.


Estaba en un bosque, perdida. No era ningún recuerdo tormentoso, era un simple sueño. Oía voces, pero no lograba entender lo que decían, puesto que hablaban en susurros. Comencé a andar, era como si los pies me pesasen toneladas. Bajé la vista y pude ver que eran dos manos lo que me impedían moverme. Pegué una patada al aire para zafarme de aquellas manos desconocidas, pero fue en vano. Entonces, comenzaron a escalar por mi pierna y me di cuenta de que no podía gritar. Pronto salió una cabeza del suelo y mis ojos no daban crédito a lo que veían. Era mi padre. Después salieron, también del piso, mamá y Joel.

— Están aquí —Dijo aquella voz que no lograba reconocer—. Han regresado.

Intenté gritar pero no pude, las manos continuaron escalando por mi cuerpo hasta que llegaron a mis hombros y comenzaron a sacudirme.

— ¡Despierta! —Gritó otra voz desconocida—. ¡Maldita sea, ______! Despierta de una vez, no hay tiempo.


Abrí los ojos, empapada en sudor y con un nudo en la garganta. Julia me estaba sacudiendo con violencia, y lo primero en lo que me fijé fue en su expresión de horror. Miré hacia los lados, las ventanas estaban rotas y la cortina ya no estaba, giré la cabeza en dirección a la puerta, estaba siendo bloqueada por una silla.

— Pero,¿ qué...? —Me froté las sienes. La cabeza me dolía demasiado y mi corazón latía a toda prisa—. ¿Qué está ocurriendo?

— ¿Tú qué crees? Han derribado la valla, están aquí. Rick y los demás están en el dormitorio principal —Se levantó de un salto, pues estaba arrodillada frente a mí—. Tenemos que marcharnos ya.

— ¿Y Mike? —Dije incorporándome con rapidez. Entonces el niño rubio salió de debajo de la cama, estaba temblando y tenía los ojos rojos—. ¿Vamos a irnos sin más? Julia, podemos luchar. No tenemos a dónde ir.

— ¡Están por todos lados, maldita sea! Hemos intentado distraerlos, atrayéndoles hacia el otro lado de la casa, pero no ha servido de nada —Se quejó la castaña, podía notar que estaba irritada y enfadada—. Pero claro, como tú estabas durmiendo...

— ¡Estaba agotada! Haberme despertado, joder —Alcé los brazos—. Espera, que ahora será mi culpa que una horda gigante de caminantes hayan destrozado la valla y entrado.

— Lo siento —Suspiró—. Solo estoy harta de que siempre pase lo mismo: encontramos un buen lugar y estos cabro-.

— ¡Chicas! ¡Bajad, rápido! —Nos asomamos corriendo por la ventana y vimos a Tom junto con los demás—. Todavía no nos han visto, siguen aglomerados en la puerta principal.

Entonces fue cuando vi que habían hecho una cuerda con la cortina de la habitación. Nos la lanzaron —aunque tomó dos intentos atraparla— y me aseguré de que estuviera bien sujeta y fuese segura. Lo último que necesitábamos era rompernos un tobillo.

— Tú primero, Mikey —Le dije rodeando su cintura con la cortina y haciéndole un nudo fuerte—. Cuando te baje, apoya los pies en la pared, yo me encargaré de que desciendas. Tom se encargará de que no te pase nada, ¿vale?

¿SOLA?  (Chandler Riggs y tú) *EN PROCESO DE EDICIÓN*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora