Frustrante

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I

Eran cerca de las tres de la madrugada cuando Rigby despertó sobre su cómodo trampolín. Sus ojos, instintivamente, permanecieron fijos en el techo de la habitación intentando ser sordo a la incómoda escena en la cama de su mejor amigo, Mordecai. Era obvio lo que pasaba en ese momento y prefería ignorarlo e intentar volver a conciliar el sueño.

Mordecai no podía permanecer quieto por mucho tiempo; tenía las hormonas muy alborotadas. Y desde que salía con Margarita, el deseo de tener contacto físico sólo empeoró. Provocando que Mordecai se masturbara con mayor frecuencia de lo habitual.

Rigby se sentía incómodo al escuchar los gemidos de Mordecai resonar por toda la habitación. Y es que... cuando no conseguía conciliar el sueño a tiempo, algo entre sus piernas palpitaba y sabía que no tenía remedio. Él no quería masturbarse como Mordecai lo hacía. Casi diariamente.

A decir verdad, a Rigby no le molestaba que Mordecai se masturbara con tanta insistencia pero – ¡¿tenía que hacerlo lunes por la madrugada?! – pensó. Mordecai terminaría agotado y Rigby también por la falta de sueño sin olvidar que nunca se encargaba de su propia erección. Aunque era divertido pasar los días siendo flojo, era la razón por la que nunca rendían bien en el trabajo.

La cama de Mordecai hacía sonidos chirriantes contra el suelo debido al escandaloso movimiento de su cuerpo reaccionando ante el placer. Y empeoraban cada vez más. – ¡Rayos, Mordecai! ¡¿No puedes ser más silencioso?! – Rigby pensó para sí y giró mirando hacia la pared cubriéndose los oídos con ropas que alcanzaba a recoger del suelo con facilidad. De pronto todo se quedó en silencio y Rigby cerró los ojos con ligero enojo.

Mordecai: ¿Está todo bien, amigo?

Rigby: Seee... sólo deja de hacer tanto ruido. No me dejas dormir, !Mordecai!

Rigby levantó los brazos en posición de quejarse como siempre suele hacerlo sin tener que mirar hacia Mordecai. Luego los dejó caer para empujar las ropas al suelo y arroparse con su manta.

Mordecai: Ay por favor, Rigby.

Rigby se encontraba completamente desinteresado en conversar sobre el tema con Mordecai; sólo quería dormir y lo dejó pasar como siempre. Pero a penas cuando Mordecai dejó de hablar, a los oídos de Rigby los alcanzaron una suave pero coqueta voz femenina. Rigby reaccionó al reconocer la voz y saltó de su trampolín mirando hacia la cama de Mordecai.

Margarita: Te dije que no sería una buena idea, Mordecai. Hola Rigby.

Rigby: ¿Mar... Margarita? ¡¿Qué está pasando aquí?!

Mordecai: Calma amigo. No es para tanto.

Rigby: ¿Que no es para tanto? Mordecai, si Benson se entera, tendremos problemas.

Mordecai: Pero Benson no se enterará ¿o si Rig-by?

Rigby: Por eso los violentos rechinidos de tu cama.

Margarita: ¡Rigby! Ay Mordecai, de verdad lo lamento. Será mejor que me vaya.

Mordecai: No, espera Margarita.

Rigby: Olvídenlo, iré por algo a la cocina.

Rigby tomó su almohada y buscó su manta en la oscuridad. La recogió del suelo de muy mala gana; debió caérsele cuando saltó del trampolín. Caminó por la habitación ignorando a lo que sea que Mordecai y Margarita estuviesen conversando. Sólo le preocupaba tres cosas en ese momento: Dónde iría a terminar de dormir, cómo regresaría Margarita a casa sin que lo notasen y si esto se volvería una nueva costumbre para Mordecai. Al menos la erección se había ido.

Papaleta esa mañana notó que la puerta del baño tenía el seguro puesto. Así que tomó las llaves y decidió abrirlo para el resto. Sin embargo no contaba con encontrar una manta envolviendo algo en la bañera. Papaleta sintió un escalofrío al recordar la escena de una película de suspenso que vio ayer y le había quitado el sueño. Se acercó lentamente dramatizándose a sí mismo la misma escena de suspenso y, lleno de coraje, levantó la manta con la escoba para luego salir corriendo del baño. Era Rigby quien estaba en la bañera.

Papaleta: ¿Ri...Rigby?

Papaleta se acercó a él preocupado y verificó que se encontraba bien. Así que agitó suavemente a Rigby para despertarlo. Rigby hizo una mueca de no querer despertar y entre sueños pronunció el nombre de Mordecai, diciendo que era un idiota o algo por el estilo. Entonces Rigby sintió cómo poco a poco un fuerte dolor en la espalda crecía y se enderezó al instante.

Papaleta: Rigby!

Rigby: Papaleta... ¿qué haces en mi habitación?

Papaleta: Rigby, ¿Dormiste dentro de la bañera?

Rigby: la bañera... la... ¡¿la que?! ¡Pero si dormí en el sofá!

Papaleta: Rigby quiero que comprendas que el baño es de uso personal pero debe estar disponible para todos ¿de acuerdo?

Rigby: Si, si, entiendo, Papaleta.

Papaleta: Bien, ahora prepárate. Benson dice que nos tiene una noticia.

Rigby se sentía muy cansado y estaba muy confundido por cómo pudo haber terminado en la bañera – ¿Pudo haber sido Mordecai?, ese idiota. – Salió de la bañera y se desvistió comenzando por el abdomen. Llevaba puesto una playera ranglan y unos bóxer negro con diseños rojo y blanco de pequeñas guitarras eléctricas por doquier. – Seguro quiso vengarse por lo de ésta madrugada – Rigby estiró el elástico de sus bóxer para revisarlos y como sospechaba había rastros de líquido pre seminal por la erección de anoche. – No, no puedo utilizar estos. – Decidió ir por unos limpios a su habitación y para su sorpresa, no había rastro de Mordecai. Todo se veía limpio menos el lado de Rigby. – ¿Debería limpiarlo? Mmm... nah – Regresó a la bañera.

Una vez dentro. Rigby dejó caer agua tibia sobre su espalda para aliviar el dolor. Se sentía molesto pues no había exagerado las cosas con Mordecai, sólo le había advertido como cualquier amigo lo haría y los dejó tranquilos para que terminaran. – No era mi intención interrumpirlos de todas maneras ¡¿Por qué tenía que meterme en la bañera?! Auh! –

Rigby se inclinó poniendo una mano sobre la regadera yla otra en su espalda. De pronto una serie de sonidos e imágenes aparecieron en su mente. No pudo evitar recordar lo que había pensado que era, una simple masturbación rutinaria de Mordecai. El ruido de la cremallera, el frotamiento arrítmico en su pene, sus primeros gemidos, la respiración entrecortada, el rechinido de la cama y la reacción de su cuerpo a los espasmos por haber llegado al climax terminando luego en un suspiro. – No... no de nuevo. – Sentía su pene palpitar. Rigby, muy irritado entonces, dejó caer agua completamente fríasobre su espalda con la esperanza de que aliviara su malestar, soportando duramente el radical cambio de temperatura sobre su cuerpo.

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"Inicio del día Lunes"


Regular Show - El Descanso de la Monotonía.Where stories live. Discover now