Perturbado

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III

Las gotas de agua resbalaban por la piel de Mordecai y caían tibias al suelo. Rigby se había puesto de pie y le había dado la espalda. Siempre actuando descubierto y a la ligera; Mordecai pensó que tendría suficiente tiempo para darle la vuelta y golpearlo. Cualquiera podría hacerlo y la idea lo molestó; ya era hora de que Rigby aprendiera a ser más cuidadoso.

Rigby: No soy un soplón, Mordecai.

Luego de terminar el sexo con Margarita, Mordecai se preocupó porque nadie supiera lo que había pasado en la habitación. Cuando vio que Rigby dormía en el sofá, se limitó a llevarlo en brazos y meterlo en la bañera del baño con mucho cuidado. Esto a Margarita le había parecido muy divertido y en ese momento pensó que era una buena idea y que nada malo sucedería. De haber pronosticado que su mejor amigo se echaría a llorar, tal vez se lo hubiera pensado mejor.

Un rastro de culpa penetró en la conciencia de Mordecai. Quería darle una explicación, pero no ahora. Mientras no sintiera que sus acciones fueron realmente estúpidas, no se lo dejaría tan fácil a Rigby. Sólo se limitó a escuchar y salir de la cocina.

Mientras Margarita esté con él, todo lo demás le importaría muy poco. Tenía a la chica que le fascinaba desde el principio, antes que CJ. Recordó su rompimiento con ella y eso hizo que se entristeciera más de lo que ya estaba. Margarita no sólo era su venus, sino también una serie de recuerdos con hechos desafortunados.

Aún el sentimiento de culpa no admitida lo perseguía, lo sentía salir del suelo tratando de subírsele por la espalda. Azotó la puerta de la habitación para evitar que aquello entrara con él y siguiera perturbando su mente. No lo lograba.

Dio un salto hacia su cama y pegó su rostro a la almohada para poder secarla. Dio un suspiro largo. – Podría dormir si quisiera... pero tengo que trabajar... que fastidio – Giró su rostro para levantarse y sus ojos se fijaron en el trampolín de Rigby. Miró al suelo preguntándose si sería cómodo dormir en un trampolín.

Cambió de posición hacia arriba y miró hacia la nada.

Rigby conocía cada uno de sus movimientos y no dejaba de decirle que estaba cometiendo el peor error de su vida. Lo decía cada vez que pasaba por esa puerta para verse con Margarita a escondidas o cuando mentía a CJ por el teléfono. – Siempre intensificando las cosas hasta querer complicarlas – pensó sin conseguir convencerse de ello. Había llegado a un punto que lo tenía aburrido. – ¡Qué me importa! – recordó. Esas habían sido sus últimas palabras. Ya se había vuelto desenfrenado y nada podía pararlo.

Pronto no podía dejar de pensar en ella y la hora de verla luego del trabajo. Al no tener la libertad de hacerlo sin que lo llamasen un MORDECAI simplemente dejó a CJ de lado de forma oficial. Luego de ello, no podía esperar el día o la noche para poseer el cuerpo de Margarita. Sabía que ese día llegaría pero se le hacía difícil pedírselo. Llegó a un punto en el que sólo verla y oler su perfume lo endurecía. Ni hablar de cuando ella se sentaba en su regazo.

Mordecai: ahh... me estoy poniendo duro.

Mordecai aflojó un poco sus pantalones, estaba algo enrojecido por las ideas con Margarita y sonrió al ver la punta de su pene asomarse a través de la bragueta. Hacía pocas horas que lo había hecho con Margarita, pero no era suficiente. Quería verla ahora. – Margarita... – Mordecai sujetó su miembro erecto por la base dando pequeños masajes en círculos para sentir sólo un poco de presión en los testículos. Le gustaba tomarse su tiempo, sentir cada sensación. Con Margarita no había podido tomar el control. Era la primera vez que lo hacían y, aunque tenía algo de experiencia con CJ, él no podía negarle que tomara el control de la situación. Además las horas para el sexo estaban contadas y él sólo quería sentirla desde adentro. – Mmh... ah... –Gemidos comenzaron a oírse en la habitación. Ahora tenía ambas manos en su miembro erecto, una sujetaba la base con algo más de fuerza y la otra acariciaba el glande con desenfreno. A veces un poco de incomodidad y placer eran mezclas poderosas. En el preciso momento en que sintió calor en su espalda, liberó su miembro. Se enderezó para quitarse la playera, el calor se disipó un poco. Comenzaba a impacientarse a sí mismo. Pero lo quería más lento.

Regular Show - El Descanso de la Monotonía.Where stories live. Discover now