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Capítulo 10: ¿Qué es malo en la vida?

¡Oh por dios! Laura... Ella me está besando. MARIE, mi mejor amiga, mi enano de jardín, mi estorbito... No tardé en reaccionar. Comencé a seguirle el beso, tomé su rostro con mi mano derecha y la izquierda la dejé en su cintura. Nuestros labios se movían al compás del chocar de las olas con las rocas. Lento, apasionado... Era perfecto. El aire salado le daba un toque paradisíaco a la situación, sentí un nudo en el estómago, era delicioso, una de las mejores sensaciones que alguna vez percibí.

Ella puso sus manitos en la parte trasera de mi cabeza y comenzó a jugar con mi pelo. Tiraba de él como si su vida dependiera de ello. De pronto dejó de jalar y puso su mano en mi mejilla, profundizando el beso. Esto era algo completamente nuevo para mí, era la primera vez que daba un maldito beso, pero no me avergonzaba de haber esperado hasta los diecinueve años para esto, si Laura me lo estaba dando. Era la mejor sensación en el mundo. Nunca creí sentir ese zoológico en mi estómago. Y en ese momento me di cuenta. Me... Me... Ya no sacaba nada con negarlo... me gusta la castaña. Laura. Oh, no.

Creo que al fin me di cuenta. Su simple tacto me volvía loco, sus abrazos me encantaban y esto... bueno, podría tener su boca sobre la mía todo el día. Tantos años, la conozco desde los tres, y hace unas semanas la empecé a mirar así. Ninguna interrupción, parecía que todo estaba planeado. Increíble. Quiero estar con ella, quiero poder abrazarla sin pensar que tarde o temprano se separará, quiero cuidarla, quiero besarla hasta que ya no pueda más, quiero que me mire como yo la miro, quiero... La quiero. Sonreí en el beso, estaba feliz, sentía algo tan raro, tan nuevo... Nuevo para mí.

Lamentablemente la falta de aire se hizo presente y nos separamos.

-Laura- dije suspirando mientras tomaba aire. Deje descansar mi mirada sobre la suya.

-Ross- respondió de la misma manera que yo. Simplemente nuestras miradas lo decían todo.

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Esto... bueno...

Le robe su primer beso. Creí que Ross ya había dado uno, bueno... ahora sí. Sonreí mentalmente. Siempre fui de las chicas que cuando sentían "mariposas en el estómago", tomaban agua para ahogarlas... Excepto con Cody, pero con el teñido era diferente. Conozco cada parte de él, desde su rubio cabello hasta sus pies, y adoro cada parte... Esto no era algo nuevo solo para él, también para mí, bueno, en realidad no tenía idea de lo que sentía... Mis malditas mejillas sonrojadas cada vez que me dice algo lindo, mi anatomía se derrite cada vez que hace algo tierno. Ese delicioso dolor de estomago... ¿Medicina? No, gracias.

-Laura- suspiró mientras al parecer tomaba aire. Posó su mirada en la mía.

-Ross- dije de la misma manera que él. Se que suena tonto, pero nuestras miradas decían todo lo que de nuestras bocas no salía- Escucha... no se que fue eso.

-Ni yo...- susurró sin despegar su mirada de la mía.

Sus himnotizantes pedazos de miel me derretían por completo, bajé mi vista a sus labios, más rojos de lo normal, me tenté, pero no. No podía. Y lamentablemente ahí recuperé la cordura. Oh, no. Ross, él... él me... me gus... no, somos mejores amigos y yo no quiero que si pasa algo eso cambie, lo quiero demasiado como para hacerle eso. Recosté mi cabeza en su hombro y le di un fuerte abrazo. Él me siguió y acomodó la suya en mi cuello.

-¿Qué esta sucediendo?- susurré de manera casi inaudible, aunque al parecer escuchó.

-No lo sé, pero no quiero que pare- dijo de igual manera que yo.

-Ross, esto esta mal- solté levantándome de su regazo y corriendo a la habitación.

Una vez allí me puse a pensar ¿Que fue todo eso?, Ross es mi amigo, me repetía mentalmente una y otra vez. Pero no me sacaba ese momento de la cabeza, me sentía rara, mal, no debí dejarlo solo ahí como el hermoso idiota que es pero, nosé, me asusté. ¿Laura Marano asustada?, RARO.