Capítulo 23: Será divertido.

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San Diego... ¿Por qué esto me pasa a mi? Soy buena persona, ayudo a la caridad... Bueno, bueno, no ayudo pero no soy malo. Soy una mariposa que deja flores por el camino...

-¿C... Cómo dijo?- titubeó la atónita castaña. Seguíamos en medio de la carretera, yo me alejaba lentamente del ahora peligroso lugar...- ¡NO TE MUEVAS!- gritó ella. Me quedé quieto y como un robot, me di la vuelta y me acerqué.

-Sí, eso, estamos en el estado de San Diego, ¿Se perdieron?- preguntó amablemente el señor, debía de tener unos 40 años, pelo negro, tez blanca, unos apacibles ojos cafés y un aspecto cansado.

-Emm, no, es que el idiota de mi amigo dijo que tomáramos un "atajo"- pronunció poniendo unas sarcásticas comillas en la palabra atajo...

-Mmm, ¿de dónde son?- preguntó preocupado.

-De Los Ángeles- intervine en la confusa conversación.

-Chicos lamento informarles que están reconstruyendo la autopista y el cierre de la carretera fue hoy a las 17:30- dijo con una mueca.

-Pero, intentamos regresar y no se podía...- el señor me interrumpió.

-Por eso- hizo un ademán con sus manos abiertas- No abrirán hasta dentro de dos días más- Laura cerró sus ojos y yo solo me mordí el labio, va a matarme...

-Emmm, okey, ¿de casualidad usted sabe donde hay un hotel o algo para pasar la noche?- pregunté nervioso de la respuesta.

-No, chicos, creo que hay un hotel a unos kilómetros de aquí, pero no estoy seguro- dijo con lástima- Los invitaría a mi casa, pero hoy tomaré un avión hacia España, por lo que no estaré allí, lo siento- pronunció apenado.

-No, no es su culpa, usted es muy amable, gracias- dijo la pequeña, algo pensativa por la situación. Lau compró una gran botella de agua, fruta y galletas.

-Sí, gracias de todas maneras- dije con voz temblorosa, sinceramente no se que podrá pasar ahora...

-Adiós- sonrió ella al señor, quien le devolvió el gesto. Laura me ignoró y caminó hacia la moto, se montó en esta y antes de que arrancara y me dejara como hongo, salté sobre el asiento y la abracé.

-Lo siento, lo siento, lo siento- dije rápidamente. Ella solo suspiró.

-No importa, Ross- dijo calmada.

-¿Enserio?- me sorprendí.

-Solo calla tu linda boca- aguantó la respiración.

-¿Linda?- levanté una ceja, aunque ella no me pudiera ver.

-Cállate- simplemente le hice caso. Laura arrancó y conducimos por unos 20 minutos, ningún maldito hotel por el camino...

30 minutos más y nada... De pronto ella estacionó la Harley a una orilla del camino.

-¿Qué haces?- pregunté mientras se bajaba. La imité.

-¿Piensas conducir hasta llegar a Atlanta?- dijo sarcástica. Solo le saqué la lengua.

-¿Y qué hacemos?- inquirí preocupado.

-Ven- tomó la moto de un extremo y me señaló para que tomara el otro lado. Entre los dos la levantamos y la bajamos de la carretera, entrando así a una camino de tierra, que por lo que me mostraba la luz del atardecer, conducía a una especie de bosque.

Caminamos unos 10 minutos más hasta que entramos al "campo". Era un lugar muy hermoso, lleno de árboles y varios senderos. La puesta de sol lo hacía ver más lindo y misterioso. Paramos cuando llegamos a una especie de lago, bastante grande y de aguas claras. Dejamos a Goofy apoyado en un árbol y nos sentamos a la orilla del lago.

New feelings  ||Raura|| #RauraAwardsWhere stories live. Discover now