Capitulo ocho - EDITADO

68.5K 3.4K 291
                                    

Cada noche en el estado Zulia, eran adornadas por las infinitas y hermosas estrellas. Pero más grandiosa se notaba la luna, era grande y tan redonda que tenía la forma perfecta de una arepa callejera, brillaba tanto que no se necesitaba alguna luz de algún faro para iluminar el jardín de las gemelas.

Les gustaba jugar a esa hora, no sabían por qué, pero según ellas, les trasmitía más alegría que el sol saliendo por las mañanas. Aunque la pequeña Emily en lo más fondo de su corazón le daba miedo la oscuridad, su hermana Esmeralda emanaba un Aura de valentía tan fuerte que a cualquier le daban ganas de seguir luchando a su lado.

Después de un largo debate de cual sea el mejor juego, decidieron por uno llamado "El escondite". Tal vez era terrorífico pensar en esconderse en esa oscuridad que cubría todo su alrededor, pero Esmeralda no dejaba de insistir en que ese era el día perfecto.

¿Por qué? Ni la misma Emily sabía. No hasta que empezaron con el juego y poco tiempo después la búsqueda para encontrar a su hermana se había hecho eterna. Odiaba eso, ella era muy buena escondiéndose, pero Emily tenía la espinita en la cabeza de que en verdad, el juego del escondite era solo una excusa de su hermana para escaparse a la casita de madera que estaba ubicada en el centro del bosque.

Quería ir hacia allá cuando pasaron las horas, pero el miedo no la dejaba, se desesperó, empezó a llorar tanto que su cabeza empezó a doler, y tanto fue la furia de no poder encontrar a su hermana, que sus impulsos la controlaron e hicieron que una pequeña niña, empezará a rasguñarse hasta sacarse tanta sangre que se hacía un mar entre sus piernas.

Estaba tan fría esa noche, se sentía tan nostálgica, era tan triste que hasta los grillos tomaron la decisión de cantarle a la luna menguante.

Y ahí, desperté.

Odiaba eso, odiaba esos días en los que despertaba con una gran pesadez en el cuerpo. Siempre era lo mismo, mi cuerpo se llenaba de miedo sin razón alguna y para poder calmarme tenía que meterme bajo mis sabanas y converse que todo estaba bien. Pero ya era tarde, debía alistarme lo antes posible o sino mi mamá se iba a poner toda intensa y no estoy para recibir ningún tipo de reclamo.

La cabeza aún me daba vuelvas, era como si todo a mi alrededor estaba a punto de caer en un vacío inexplicable.

Hasta que la vi. La chica de las fotos, la chica que se metió a mi vida en el momento que menos debía, la chica que me mostró lo que es estar en el verderón infierno sin haber cometido algún pecado.

Ella se dedicó a sonreírme con su típica risa siniestra, pero esta vez, había algo diferente en ella, no, mejor dicho, había algo diferente en tu mirada. Estaba fija en mi cama y en la persona más inocente de la casa, que por alguna razón, dormía plácidamente en mi brazos.

Marcos, ese era su objetivo, lo note en el momento que se acercó amenazante a mi hermano y por inercia, retrocedí junte a él.

— Aléjate antes que te eche agua bendita, demonio del inframundo.

Su única respuesta fue una enorme risa que inundó por completo mi habitación.

— ¿Agua bendita? ¿Al menos tienes agua para lavarte ese culo? Mardita loca.

Y sí, enloquecí.

Me abalancé sobre ella para alejarla lo más posible de Marcos, pero mis intentos fueron en vano cuando noté que ya no estaba en ese lugar, ahora se encontraba en la cama con mi hermano tocándole la cabeza tal cual fuera madre con su hijo. Me congele en ese instante, creí que le iba hacer algo peor que eso, pero su semblante cambio a una Esmeralda más frágil, y eso me hizo sentir segura.

Hasta que, en un abrir y cerrar de ojos golpeo una y otra vez su corazón. Eran golpes débiles pero rápidos, reía mientras lo hacía y decía constantemente la misma palabra.

— Nunca debiste existe, nunca debiste existir, nunca debiste existir, NUNCA DEBISTE EXISTIR.

Se escucho el último grito de su desgarradora voz, mezclándose con los jadeos de mi pequeño hermano.

Ella desapareció, pero él no dejaba de respirar forzoso, fui hasta el, le hable, lo alce, le golpeé la espalda. Pero todavía se estaba ahogando, empecé a gritar tanto que todos mis hermanos llegaron a mi habitación al igual que mis padres.

Todo fue tan rápido, de pronto estaba Marcos sufriendo para respirar, y ahora estaba cubierto de su propia sangre, ahogándose, vomitando hasta más no poder.

Mama estaba nerviosa, se le notaba, pero quería mantener la calma para que ninguno de nosotros nos asustáramos, pero era inevitable no dejar de llorar. Al pasar unos minutos ya Marcos estaba siendo llevado al hospital.

Pero pasaron las horas y el no llegaba.

Mi teléfono no soñaba con alguna noticia de él, e intentaba llamar, pero nadie agarraba. Me sentí culpable, si tan yo hubiese reaccionado, si tan solo hubiese dicho el padre nuestro o una vaina así, pero si lo hago, eso significa que realmente existe un infierno y un cielo, y desde que tengo catorce años dejé de creer en Dios y en cualquier religión.

Sentí miedo, me carcomía la idea de que eso podía llegar a ser cierto.

No.

No.

No.

¡NO! maldicion, si mi hermano muere jamás en mi puta vida voy a volver a ser feliz.

— De seguro es leucemia, ese niño nació más defectuoso que los jugadores de la vinotinto.

— ¿Te parece gracioso hacer ese tipo de comentarios? — Respondí indignada, Fidel realmente podía ser una basura si se lo proponía, o mejor dicho, ¡ya era una basura!

— Es solo humor.

— Un humor que deja muy claro que eres una mala persona, no quieras disimular toda esa mierda — Me levante de mi cama y me dirigí hacia la puerta para salir a tomar aire fresco, pero ese hombre, con su cara de gorila sin pelo, me tomo del brazo y me jaloneo.

— Me estás haciendo enfadar, y sabes muy bien lo que sucede cuando me enojo — En serio que lo odiaba, si podía eliminar una cosa en este mundo, sería la gente que le hace daño a los animales, y a la bestia de Fidel, ese chico merecía todo el de odio que existiera. Así que, me solté de su agarre y lo mire directamente hacia sus ojos para poder intimidarlo, o eso leí por algún lugar, pero él solo carcajeo —. Iré a la casa de London y como la hermana responsable que eres, te quedarás aquí a cargo.

— Eres patético, das asco.

— No es la cosa más horrible que me han dicho.

Pero ahí, en medio de nuestra gran disputa, se escuchó el sonido de la puerta cerrarse de un gran portazo.

Alguien subía las escaleras con mucha lentitud.

Ese Alguien, mi papá, entro a mi habitación y traía la cara inchada.

Mi papá dijo las palabras que marcaron toda mi maldita existencia.

— Marcos falleció.

Marcos falleció.

Marcos, ¿de verdad falleció?

Es imposible, él estaba durmiendo conmigo y yo lo vi respirar.

Marcos falleció.

Marcos Marcos Marcos Marcos.

Gracias a todos por seguir leyendo, los amo un mundo 💓💗💕💞

Mi GemelaWhere stories live. Discover now