Capitulo treinta y dos.

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Dolor y angustia, dos sentimientos parecidos, dos sentimientos que me atacaban en ese momento, ver a tu propia madre, pálida, sin reaccionar, con sus ojos cerrados, en pocas palabras que estaba muerta, era la peor sensación que una hija puede tener, ¿Por qué lo hiciste? Me preguntaba, ¿Tendría una buena razón para ocultarme tantas cosas? ¿Seré yo la que me equivocaba? Y ahora viene la culpa, me ahogaba en un mar oscuro, estaba quedando sin vida por mis propios demonios.

-Esmeralda – Digo, ella voltea de inmediato.

-¿Sucede algo?

-Sucede muchas cosas ¿Qué va a pasar ahora? ¿Moriré? ¿Sufriré? – agacha la cabeza y dice.

-Quisiera responderte, pero estoy perdida, ya no sé qué hacer.

-Moriremos, esa es la respuesta para todo.

Hay que verle el lado positivo a todo... espera ¿Hay lado positivo? ¡Ay no!

-Emily, sé que esto es difícil para ti, posiblemente estés llorando a tus adentros o simplemente estas en un estado de shock, te entiendo, y lo único que puedo decirte es que seas fuerte ¿No abras pensado que esto solo sea una pequeña piedra en tu camino? Ten paciencia y veremos el resultado.

-Mi paciencia se agota.

-La mía se agotó y mírame.

-¿Qué hago, Esmeralda?

-Vive y disfruta cada momento, aprende de tus errores, analiza siempre la situación y si ves que es adecuado habla si no quédate callada.

-¿Para qué me dices esto?

-No lo sé.

¡O por Dios! Mi madre se levantó, pensaba que estaba muerta.

Edgar entra y al ver mi madre sonríe, y la agarra por el cabello la tira y ella impacta contra el suelo, lo único que se podía escuchar en esta habitación era los quejidos de mi madre.

-¡Has despertado! Vamos Karen ¿No vas hablar?

Él se acerca a ella y trata como de controlar sus impulsos, apretar sus puños como si quiera matarla de la peor manera, seguramente la odiaba, se le podía ver en su propio rostro.

-Por favor, ten piedad.

-¿Piedad? ¡¿Piedad!? Lo único que te hare es darte una muerte lenta.

-No dire absolutamente nada, de igual manera me vas a matar – El mira para todas partes, posa su mano en su cabeza, repitiendo que todo lo ha dicho es verdad - ¿Entonces? ¡Yo me voy!

Ella comienza a correr, Edgar solo la mira, burlándose de su estado, él sabía que mi madre era incapaz de salir, con sus poderes sobre naturales la alza y le da contra el suelo una tres veces ¿Dónde están las cotufas? Que esto se puso bueno, si lo sé, me veo como una mujer sin sentimientos, es la sangre de mi madre que está en nuestros rostros por cada impacto.

-Emily, no puedo.

-Si puedes, Karen – Responde Edgar – Vamos amada mía, que de igual manera en el infierno no descansaras.

-Perdón... hija.

- Te perdono cuando me digas todo – Digo.

Todo queda en silencio...

smera֎k

Mi GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora