Capitulo veintiocho.

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Apretó mis ojos, meto el pies... ¡Joder esto parece como si me estuviera metiendo en fuego!

—Esmeralda, eres una maldita, pero te agradezco que me hayas hecho fuerte.

El miedo es nuestro peor enemigo, algo que nos consume lentamente, pero no me dejaré consumir por eso, solo tengo miedo del dolor físico, cuando ya he aguantado dolores mentales, entonces me hundí en el poso, mi cuerpo se hundía al igual que todo mi mundo, mi cuerpo pedía piedad, pero solo podía pensar en superar esto, hubo un momento en lo que abrí mis ojos, pero el alcohol entro por ellos, cuando al fin toque el fondo ya no sentía dolor, ardor, nada, estaba concentrada en mí, concentrada en no sentir absolutamente nada, pero ahora me estaba ahogando... A lo lejos escucho como Esmeralda dice que ya el tiempo acabó, con todas mis fuerzas nado a la superficie, salgo del pozo y me sorprendo al ver que todas mis heridas sanan, sin dejar rastro alguno.

— N-no puede ser, mis heridas ellas...

— Ves como tus heridas sanan, es así cuando descubrimos un "Secreto" nuestro mundo no se puede derrumbar cuando lo descubrimos, tú misma tienes que sanar esas heridas, costará, pero nada es imposible.

— ¿Lo acabas de inventar, cierto?

— Si, pero tienes que tener en cuenta que fue una muy buena reflexión.

— Si, muy buena, te juro que al hundirme estaba concentrada en mi odio hacia ti — Mis palabras son interrumpidas por los gritos de la señora Atilana, Esmeralda sonríe y me hace señal para que pueda al fin salvarla.

Efectivamente ella estaba en su habitación con dos profundas heridas en su cuerpo, cuando me iba acercar Esmeralda me interrumpe el paso.

— ¿¡Que haces!? ¿No ves que voy a salvar a mi nana?

— Primero tenemos que sacarle aquél "Secreto"

— ¡Pero déjame ayudarla, ella...!

— ¡Mi juego, mis reglas!

Mi corazón comienza acelerar cuando Esmeralda se le acerca, y le da una patada en la cara, se agacha a la altura de ella y agarrándole el pelo dice:

— Di el secreto.

— ¿¡Cual secreto!?

— Hace algunos años, dieciséis años para ser exacto, nuestro padre dijo que guardaras un secreto ¿Cuál es ese secreto? Dímelo o si no te matare.

— Jamás lo diré, prometí...

— ¡Ya cállate y dímelo o si no te matare de la peor forma!

— N-no puedo, por favor — Ella me mira — Emily ¡Por favor!

— Si quieres salvar tu vida, entonces dilo — Digo.

— ¡No puedo, no lo haré, jamás lo haré! ¿Es que no escuchas, Esmeralda? — Ella la conoce.

— ¿Cómo sabes quién soy yo? — Esmeralda saca una sonrisa de medio lado esperando una respuesta de parte de ella.

— Eh... Yo no sé, solo ¡Ayuda, ayuda!

Me acerco a ella, le agarro la barbilla y digo: Entonces ¿Vas a morir? Por favor, señora Atilana.

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S)k

Mi GemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora