Capítulo 64: ¡No!

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London.

Los ojos de aquel hombre me miran con desprecio, me aparto de él, pero él sigue viniendo hacia mi, tengo miedo, no quiero que me golpee, mis heridas aún no sanan.

— ¡Por favor Edgar perdoname! —Le imploro, pero lo menos que hace es escuchar mis plegarías.

— ¡Tu no tienes perdón mujer! — Miro a mi alrededor y el espacio es muy pequeño.

No tengo salida.

Mis lágrimas salen, es lo único que se hacer... Llorar... Pero Edgar se enoja, y me agarra por el cabello, dejando que sus ojos queden a la par con los mios.

— ¡Me duele!

— ¡Callate maldita sea! Ya me tienes cansado con tus malditas equivocaciones.

— Edgar por favor escuchame — Su cara se tensa, mi corazón late sin control, mi miedo a él, crece.

— ¡Yo no te voy a escuchar! ¿Es que eres medio bruta? ¡No debiste encerrar a Esmeralda!

— Y-yo pensaba que te iba hacer feliz.

— ¡Lo menos que estoy es feliz!

Edgar me deja en el suelo, cuando veo que se voltea, corro hacia la puerta, pero esta, esta trancada.

Maldición.

Ahora que hago, es como estar en una jaula con un león apuntó de devorarte.

— Edgar, dejame salir — Se queda en silencio, hasta que por fin escucho un pequeño quejido.

— Te vas a quedar aquí, quieras o no, voy a ver como soluciono este problema — Edgar sale de la habitación, dejando que mis pensamientos vengan a mi y ataquen mi cabeza.

Emily.

— ¡Saquenme de aquí! — Golpeo más fuerte la puerta, pero nada pasa. Estoy encerrada, no se donde me encuentro, no se donde esta Esmeralda, lo último que recuerdo es que vi a London y todo se volvió negro.

Veo cada rincón de esta habitación y me recuerda algo...

En verdad no recuerdo.

¡Joder! Mi pobre gato ya se habrá muerto de hambre.

¡No llores Emily Miller! ¡No llores!

Le quiero caer a coñazos a London, pero sinceramente me da miedo pelear con una muerta. Escucho unos pasos que se aproximan para donde yo estoy, me coloco en un rincón de la habitación esperando a que alguien entre, pero me sorprendo al ver que es una pequeña niña de ojos cafés.

— ¿Esther? — Dice la pequeña.

Salgo de aquél rincón y quedo en frente de ella, me examina y esta vez dice:

— Tu debes ser Emily, tiempo sin verte — ¿Que? ¿Esta niña me conoce?

— ¿Espera? ¿Me conoces?

— Claro, eres la hermana de Esther — Ella me da la mano y con gusto se la acepto — Me llamo Alicia, pero tu me conoces como Regina.

¿¡Regina!?

Emm.... En verdad no recuerdo.

— ¡Claro si Regina! Tiempos.

— Era la muñeca que te encontraste aquella vez — Ya recuerdo.

— Entonces Alicia o Regina ¡Sacame de aquí! — Le agarro por los hombros y la sacudo, a lo que ella respondo con una bofetada.

Joder, para ser tan pequeña tiene mucha fuerza.

Mi GemelaWhere stories live. Discover now