Capitulo 4

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-debes tranquilizarte, esto te está haciendo mal, pequeña- dice un hombre que tiene ojos rojos pero estos son diferentes a los demás. No me causan miedo, al contrario, se me hacen conocidos y de alguna manera me dan pasas.

-¿Por qué apareces en mis sueños?- le digo.

-porque soy parte de tu pasado- veo que se levanta. No quiero que se vaya, hay demasiadas cosas que no entiendo y una de ellas es porque mis recuerdos no están en mi cabeza.

-¿quieres mi sangre?- le pregunto él se detiene y me da una mirada fría.

-no. Digamos que de alguna manera tu sangre es mi sangre- frunzo el ceño, veo que se acerca para acariciar mi mejilla.

-no, por favor- no sé qué esperar del supuesto cariño de un vampiro -¿Quién eres?- le pregunto.

-soy tu bisabuelo- abro los ojos asombrada.

-¿mí que?- eso debe de ser mentira.

-bueno, en realidad tu tátara, tátara, tátara, tátara, tátara, abuelo Theodore- dice en su susurro. Se vuelve a alejar pero esta vez mas que la vez anterior.

-no te vayas, por favor...- le suplico.

-ya te dije más de la cuenta. Lo único que te puedo asegurar que tus recuerdos volverán en algún momento pero no van a ser lindos. Tuviste un pasado muy feo pequeña, aunque yo trate de que fuera diferente. Tu padre no era el mejor aliado para ti. Me tengo que ir pero volveré y no lo dudes- siento un beso en mi frente y luego desaparece haciendo que todo se vuelva negro.

 Me tengo que ir pero volveré y no lo dudes- siento un beso en mi frente y luego desaparece haciendo que todo se vuelva negro

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-abuelo... abuelo Theodore...- susurro. Tengo una abuelo muy, muy lejano pero aun así sigue siendo un familiar. Sonrió sin quererle y cierro los ojos.

Abro los ojos y me encuentro en un lugar distinto. Es antiguo y de aspecto lúgubre. Hay un escritorio y un sillón grande. Su diseño es magnífico, las águilas se cruzan formado un árbol. En el espaldar hay unas pequeñas gárgolas que le dan un toque oscuro.

Al lado derecho hay una ventana que da a la catedral, tiene protecciones de fierro oxidadas. Al lado izquierdo hay un armario que llega hasta el techo. Es de color café oscuro y no tiene diseños. Junto a el hay una puerta y al lado de ella un pequeño velador con una lámpara. La cama esta a un contado del velador y es donde estoy. Las paredes no están pintadas y se puede ver la mezcla de cemento en ella. En las cuatro esquinas hay una gárgola que pareciera que me estuviera vigilando.

La puerta se abre y entra una mujer de unos 50 años. Bien vestida, bien peinada y guapa. Lleva el cabello peinado en una cola de caballo perfecta, ni un cabello fuera de su lugar. Su ropa no tiene ninguna costura rota o un pedazo menos y su piel es... brillante y limpia.

-buenos días señorita. El señor Grey quiere que vaya al despacho- me dice. Su voz es suave y dulce.

-usted... es... ¿Quién?- pregunto.

Llamado de la sangre: Cristian y AnastasiaWhere stories live. Discover now