Capitulo 30

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POV CRISTIAN

Me duele todo el cuerpo. Pensé que al morir no se sentía nada y que había mucha paz pero eso no es lo que estoy sintiendo. Es más, estoy que grito a la mujer que no deja de hablarme o regañarme en este caso.

-Cristian, si no abres los ojos te golpeare. ¿Desde cuando eres tan cobarde? Hablando de muerte no llegaras a ningún lado- dice la mujer que está sacando de quicio. Ella no me conoce para hablar así de mí.

-¿Cómo que no te conozco? Eres el padre de mi hijo, Cristian. Te conozco mejor que nadie y por eso me sorprende que estés hablando tantas estupideces juntas- dice otra vez esa voz. ¿No me pueden dejar dormir en paz?

-nadie va a morir hoy. Estas curado, Cristian. Luna y yo te hemos curado- dice. Por fin abro los ojos y veo el lugar. Estoy en la sala de la casa, en la mesa para ser más seguro. Hay unos cuantos tiestos con agua y sangre y la luz entra por la ventana.

-¿Qué ha pasado?- digo en un susurro. La garganta me arde. Es como si hubiera gritado mientras estaba inconsciente.

-alguien te ha dañado. Te han herido en el pecho y si no te hubiéramos traído aquí, hubieras muerto hace horas. Me diste un susto de muerte cuando estabas inconsciente. No sabía si estabas con vida, ¡No respirabas!- dice Ana con los ojos cristalizados.

-estoy bien- digo un poco enojado. Si estoy hablando es por algo.

-ahora está bien. Has estado casi toda la noche inconsciente. Me ha dolido el corazón verte herido y el estómago cuando he tenido que curarte. Podía ver la mesa del otro lado de tu pecho. Vuelven las imágenes a mi cabeza y me dan ganas de vomitar- dice cuando se levanta y va en busca de un poco de agua.

-Ana estoy con vida. Me duele la garganta y el cuerpo. Pero mi pecho sube y baja, mie corazón está latiendo. ¿Qué más quieres?- digo mientras me levanto de la mesa. Camino hasta el lugar donde tengo una dosis de sangre de Ana. Encontramos la forma preservar su sangre por unos días y así poder conservar su estado físico.

-deberíamos comer un poco. Has perdido mucha sangre y no he podido darte de comer, ya que aún no habías salido del estado de inconciencia- dice mientras se sienta en el suelo y suspira pesadamente.

-¿Estas bien?- digo mientras me acerco a ella. Está sentada y por fin veo lo que está delante de mí.

Una mujer que ha pasado toda la noche cuidándome, intentando salvar mi vida, quedándose conmigo por varias horas. Esta embarazada de mi hijo y necesita estar tranquila. Cosa que conmigo, no ha podido. Hay unas pequeñas marcas debajo de sus ojos y el color pálido de sus mejillas, se hacen más notorios.

-no. Me duele un poco la cabeza y tengo sueño. Además de hambre- dice mientras se acomoda en el suelo. Se está quedando dormida frente de mí.

-¿Por qué no has comido?- ella me da una mirada sucia y cierro los ojos. No hace falta responder. Me estaba cuidando.

-voy a ir a dormir, unos minutos- dice. Se levanta con dificultad y cuando llega a la puerta, pierde el equilibrio. Llego a su lado en cosa de segundos y la atrapa. Su respiración es débil pero constante. La tomo en mis brazos y la llevo a la habitación.

La acomodo en la cama y luego busco a Luna para que haga algo para comer. Ana necesita nutrientes y por mi culpa no lo recibido. Cierro los ojos y pienso que es lo que está pasando. ¿Desde cuándo el que necesita protección soy yo?

-señor, que bueno que este bien. Ana ha estado tan pendiente de usted, que apenas ha probado bocado. Ahora le estaba preparando un poco de guisado pero no sé dónde está- dice mientras revuelve algo en una olla.

Llamado de la sangre: Cristian y AnastasiaWhere stories live. Discover now