Un mundo destruido por la ambición de unos pocos.
Una distribución que discrimina a la gente por su sangre.
Una única cuidad en pie después de la guerra entre humanos y los seres de la noche.
Una sociedad que se encuentra divida en 4 grupos.
El enc...
Nunca pensé que Ana llegara a mi habitación desnuda pero tampoco sabía que le tuviera miedo a los truenos. No me debería sorprender, la mayoría de los humanos le tienen miedo, ya que son demasiado fuerte y los truenos no son de mucha ayuda. Retumban por toda la casa y por lo general pareciera que fuera un temblor.
Estoy mirando a Ana aferrada a mí cuando algo llama mi atención. Unos colmillos aparecen y muerden su labio. El olor que produce su cuerpo ha cambiado y el calor de su cuerpo ha disminuido y ya no puedo escuchar su corazón.
-¿Quién eres?- pregunto. Esta no es Ana, la Ana humana que conozco. Veo que sus labios forman una sonrisa.
-¿todavía no lo sabes?- frunzo el ceño. El tono sarcástico en su respuesta es más que notorio.
-¿debería saberlo?- le respondo de vuelta.
-si. Si lo que más quieres es tener a Ana viva es lo que primero que debería estar en tu lista- dice. Aún no ha abierto los ojos pero se quién o mejor dicho lo que es.
-¿Quién eres? Y no lo volveré a preguntar de nuevo- gruño.
-está bien- dice. Abre sus ojos y quedo paralizado. Sus ojos son de un color rojo sangre precioso, no cualquiera los tienes. Son puros, como lo es ella.
-supongo que eres la parte vampira de Ana, ¿no?-
-si- dice.
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-¿sabes todo lo que hace?- pregunto.
-se todo de ella. Lo siente, lo que piensa, lo que desea- me dice.
-¿no te sientes frustrada de estar escondida en ese cuerpo?- ¿Cómo pueden vivir dos seres en un mismo cuerpo?
-no, ya que si yo no existe Ana tampoco lo haría y viceversa. ¿Eso es lo que quieres? ¿Qué Ana muera?- me dice de forma directa.
-no. No es eso lo que quiero-
-eres más bello de cerca- dice de repente.
-eres demasiado directa- le digo.
-y tu demasiado frío- me responde.
-¿Dónde está Ana?- le pregunto.
-dormida. Es la única vez que puedo tomar su cuerpo-
-¿lo puedes hacer todas las noches?-
-no. Solo una vez cada dos semanas. Más que nada es para alimentarme-
-tu sabes quien fue la persona que la puso en mi camino, ¿no?- veo que suspira.
-sí, lo sé-
-¿me lo dirás?-
-¿aún no lo sabes?- dice mirándome directamente a los ojos.
-tengo una tincada pero no tengo las pruebas- le digo.