Capitulo 38

1.5K 281 16
                                    

POV CRISTIAN

Tengo ganas de matarlo. Es un asesino. Mi familia no es culpable de su ambición, de su egoísmo y de su falta de querer a los demás. Tengo tantas de matarlo pero debo controlarme. Tengo espectadores que no quieren que vean una escena.

Empezamos a pelear. Mi cuerpo esta ala máximo pero me percato de algo, el cuerpo de Ray esta cambiado. Hay algo distinto, es más fuerte y es más tibio. El arma del abuelo está haciendo algo de efecto sin darse cuenta. Está perdiendo su mortalidad, por eso está atacando de esta manera.

Quiero destruirlo, quiero que esta guerra se acabe. Necesito que mi familia este a salvo y que esto termine de una vez por todas. Solo hemos sido los peones de un ser que no tiene corazón, que esta tan frio que podría congelar a cualquier ser que este demasiado cerca de él. Es como una enfermedad y poco a poco te va destruyendo.

El sonido que emite uno de los bebés, me hace mirar en su dirección. Cierro los ojos al darme cuenta que he cometido un error que me puede costar la vida. Perdí la concentración y Raymond está ganando.

La mano de Ray se mueve y espero el golpe pero no siento nada. Solo el olor dulce de la sangre de Ana. Abro los ojos y lo que veo me aterra. La mano de Ray sale de su pecho pero ella está luchando. Su esencia es distinta y lo se cuando, sus manos tocan el pecho de nuestro enemigo y este comienza a quemarse.

El olor a carne quemada inunda la habitación y dura un poco más de 10 segundos y eso es suficiente. Ambos se sueltan y Ana queda cerca de mí. En este momento me da lo mismo lo que ocurra con Ray, solo me interesa la pequeña criatura que se está desangrando a mi lado.

-¡Maldita sea, Ana! ¿Qué has hecho?- digo horrorizado. Con mis brazos impido que caiga al suelo. Ese lugar es muy helado para ella. Estoy aterrado, no se está curando como debería.

-es por el... bien de... todos...- apenas la logro escuchar. Es tan bajo el tono de voz, que tengo ganas de llorar. La estoy perdiendo. Alza su mano y acaricia mi mejilla. Aún tiene calor y es reconfortante –lo siento... solo debes de saber... que te amo...- hace una mueca y cierra sus ojos.

-¡No, no, no, no! ¡Ana no me dejes!- la aprieto contra mi cuerpo impidiendo que lo que le queda de vida se vaya pero parece que no funciona. Es lo mismo que ocurre cuando tomas la arena en tus manos. Se te escapa por el agujero más pequeño.

El abuelo aparece de la nada y toma prisionero a Raymond. Esta demasiado débil como para luchar y lo causo un ser tan insignificante, que no tiene la gran fuerza que tenemos nosotros, sino una simple humana.

-¿Qué ocurrió aquí? ¿Qué le ocurre a Ana? ¿Por qué esta sangrando?- pregunta el abuelo asustando. Quien no lo estaría. El plan no está saliendo como esperábamos. Teníamos la posibilidad que nos pasara algo a nosotros, a mí, pero jamás a Ana.

-se interpuso cuando Raymond estaba a punto de matarme. Ella lo daño de esa manera pero la estoy perdiendo. ¡Está muriendo en mis brazos y no puedo hacer nada por ella!- digo llorando. Miro a un lado pero los bebés están despierto pero tranquilos.

-su corazón aún está latiendo. Es un latido tan sutil, que apenas lo puedo escuchar. Debemos hacer algo para ayudarla. Debemos sacarla de aquí. Debemos llevarla al laboratorio que tenemos abajo- dice.

-¿Quién se quedara con los bebés? No lo puedo solos- digo entrando en pánico completamente.

-yo me quedo con ellos. Debe de estar tranquilo, Ana lo necesita- dice Luna limpiándose las lágrimas. Ella la quiere como una hija.

-solo cuídalos como si fueras ella- digo mientras tomo a Ana en mis brazos y salimos rumbo al laboratorio. Temo que ella no vuelva a la vida, temo que me deje solo a los pequeños pero temo mucho más que me deje completamente solo. No tengo ni idea que hacer sin ella.

Llamado de la sangre: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora