Capitulo 34

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POV CRISTIAN

La mano de Ana descansa en su vientre hinchado. Desde que nos dijo que había entrado en labor, no he podido escuchar el latido de mi hijo, situación que me asusta. Sé que se pequeño corazón late más rápido que el de nosotros y me tranquilizaba pero ahora que no lo escucho, me está dando miedo.

En este momento, su respiración es más lenta pero solo, hace unos minutos, estaba peleando con las contracciones. Ana al principio nos dejó que eran leves pero ahora son más seguidas y más fuertes. No me lo querido confirmar pero sé que el dolor que está sintiendo ahora, es mucho mayor.

Y aunque pudiera, no puedo. Es algo natural para ser madre.

-señor Grey, ¿Puedo hablar con usted, un momento?- dice Luna. Ella está mirando a Ana con ternura y preocupación.

-claro- muevo mi cuerpo a la esquina de la habitación mientras mis ojos no dejan de ver a Ana.

-señor, hay que apresurar el parto. La mayoría de las mujeres que tienen hijos de vampiros, mueren, aunque se intente cuidar. Ana es una mujer pequeña y no sabemos nada del bebé porque no teníamos los instrumentos para verlo y llevarla al laboratorio, no era una opción- dice Luna y suspiro.

-¿Qué me recomiendas?- digo.

-la cama es lo suficientemente grande para que caigan los dos. Este proceso será muy doloroso y agotador para la mujer. No es mi primer parto. Usted tiene que ser su pilar, por eso, lo mejor es que se gane detrás de ella y haga presión. Abra sangre pero es normal, en ciertas cantidades. Colocará sus manos sobre el vientre y luego empujara, no muy fuerte, hacia abajo. Así, obligaremos a que el bebé salgo más rápido- dice Luna y me tenso.

-de acuerdo. ¿Qué es lo que necesitamos?- digo levantando las mangas de mi camisa.

-agua tibia, varias toallas y mucha paciencia. Voy a buscar esas cosas mientras tome posición detrás de ella. Para mayor comodidad, use el cabezal como apoyo- dice y sale de la habitación. Camino hasta donde se encuentra Ana. Ella se queja pero está hablando con la señora Lucrecia para olvidarse un poco de dolor.

-Ana, vamos a tomar posición para que el bebé nazca. Estaré contigo en todo este proceso y no estarás sola. Señora Lucrecia, ¿Nos ayudara?- digo mientras camino hasta la cama.

-si. He ayudado en varios partos y creo que puedo ayudar en algo. Iré a ayudar a Luna. No tiene tantas manos para traer todo lo que se necesita- dice y sale de la habitación.

La habitación queda en silencio, salvo por el quejido de Ana cuando tiene una contracción. Me devuelvo y la tomo de la mano hasta llevarla a la cama. Nuestros pasos son lentos y ella está en caminando un poco encorvada y sujetando su vientre.

Me siento y con cuidado la atraigo hacia mí. Su espalda sudada queda afirmada en mi pecho. Ella se acuesta en mi cuerpo y suspira. Su espalda se tensa cuando el dolor vuelve a recorrer su vientre.

-tranquila, bebe. Esto pasara cuando el bebé este es nuestros brazos. Después de eso, no te pediré otro hijo- digo haciéndola reír.

-tus comentarios me hacen reír pero no sabemos que es lo que pasara en el futuro. Este bebé encontró el mejor momento para llegar. Si hubiera llegado antes o después, no había nada seguro- dice y es cierto. Solo sabíamos que teníamos que defendernos. La muerte abunda por este lugar y un bebé tan pequeño, es una presa fácil. Suena feo pero es lo que es.

-es para que estés más tranquila- coloco mis manos en su vientre y lo acaricio. Su cuerpo está muy húmedo y agitado. Siento celos por no ser yo el que tenga el cuerpo de mi mujer de esa manera.

Llamado de la sangre: Cristian y AnastasiaWhere stories live. Discover now