Capitulo 36

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POV CRISTIAN

Aun no podía creer lo que me dijo el abuelo hasta que lo vimos con nuestros propios ojos. En si la cura estaba, pero estamos pagando por el hecho de no ser naturales.

La señora Lucrecia poco a poco se fue quedando dormida hasta que su corazón dejo de latir. Luego su cuerpo se fue adelgazando hasta quedar completamente en algo pequeño y muy difícil de unir. Como lo había dicho solo en una montaña de polvo.

Ana no pudo estar para presenciar la escena porque los bebés estaban despiertos y con hambre y lo que menos que queríamos era que ella lo viera. Sería un trauma y ya ha sufrido lo suficiente. Además tiene miedo de usar la cura en mi o en ella.

También tengo miedo.

Había asumido que podría morir peleando pero jamás que por una cura. Me está doliendo la cabeza al pensar en esto.

Llego a la habitación y me sorprendo al ver a Ana dormida en la cama con los pequeños muy apegados a ella. Es cuando me doy cuenta que una brisa helada entra por algún lugar de la habitación. Busco por donde viene hasta que veo, que falta una parte pequeña del marco de la puerta.

Hay varios vampiros traidores en las calles y están atentos a cualquier movimiento. Se podría de aquí. Alguna bala o algún dardo. No sería necesario defendernos cuerpo a cuerpo.

No es mala idea. No después que Ana casi me matara cuando le dije que iba a pelear. Dios, verla llorar mientras me amenazaba era cómico y a la vez descabellado. Ella jamás me podría matar, bueno la parte humana.

-¿Qué estas mirando?- dice Ana. Me asusto por su voz. Pensé que estaba dormida.

-más que mirando estaba pensando en algún plan para no dejarte sola. No quiero volver a pelear de nuevo pero sabes que si esto se sale de las manos, debo pelear por el bien de todos- digo y ella suspira.

-lo. ¿Quieres pasar tiempo con nosotros?- dice mirándome de reojo. Niego con la cabeza pero me acerco. Me acomodo detrás de ella y los abrazo.

-todo estará bien. Queda muy poco- digo y cierro los ojos. Solo por cinco minutos.

Me están moviendo y me está molestando. Abro los ojos y me doy cuenta que es el abuelo. Me indica que salga. Me cuesta acostumbrarme un poco a donde estoy pero luego me acuerdo y salgo de la cama, con cuidado de no despertar a Ana.

-tenemos un plan y será mañana en la noche- dice mi abuelo mientras camino con el hasta que me hace entrar en la antigua habitación que usamos como laboratorio. Sonrió pensando los momentos divertidos que pasamos aquí.

-¿Cuál es el plan?- pregunto.

Abre uno de los muebles y me muestra una cantidad interminable de tubos de ensayos con un líquido rojo y dentro de este, en el fondo una pequeña bola de color negro.

-¿Qué es eso?- digo mientras veo los tubos y no entiendo.

-esto es la salvación de la humanidad. Cada una de esas bolas contiene la cura. Con un simple golpe, para hacerlas estallar y que caiga en el cuerpo del vampiro, este volverá a ser humano. No sabemos cuánto se demoraran convertir en polvo pero nos dará el tiempo suficiente para poder pelear- dice y me tenso.

-quieres destruir todo los que son vampiros pero ¿Qué ocurrirá con nosotros, contigo?- digo muy confundido.

-no somos de este mundo, Cristian. No hay nada que diga que el primer vampiro haya nacido de un humano por creación natural. Hemos provocado la destrucción de ciudades, la casi exterminación de la humanidad. Ese es el precio. La muerte es el bien más preciado que nosotros los vampiros podemos tener. Somos inmortales. No debes morir jamás pero ninguno de los repudiados quiere seguir viviendo así y para reparar lo que daño, tenemos que destruir a los demás vampiros-

Llamado de la sangre: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora