Capítulo 3.

35.3K 3K 1.9K
                                    

— No entiendo por qué siempre lloras por ese libro, ya te sabes el final —Heissen se queja mientras me pasa los kleenex.

—Lilibeth no debió morir, era una chiquilla muy tierna, se robó mi corazón —sollozo.

—De tanto que hablas de ese libro ya quiero leerlo. ¿Cómo se llama? ¿De quién es?

—Se llama Gardenia y es de Zelá Brambillé.

—Y ¿esa quién es? Pensé que sería una Jane Austen, Thomas Hardy o un gran escritor.

Me siento ofendida. Me limpio mis mocos, me recojo el cabello en una coleta alta y me traslado del sofá a la cama para así estar más cerca de Heissen y decirle hasta de lo que se va a morir.

—Eres idiotas si crees que Zelá no es una gran escritora, lo es. El problema es que, porque no es mundialmente conocida ni ha dejado un legado como Hardy, Austen o hasta el mismo Shakespear, la gente ignorándote piensa eso. Cosa que no es así, deberías de leer sus libros; tiene muchos muy buenos como: Luz de luciérnaga que fue el primer libro que leí de Zelá, el libro es bello y perfecto, deberías leerlo —digo, con una gran sonrisa, recordando ese libro.

—Pero, no crees que por esa misma razón no es mundialmente conocida, tal vez sus obras son básicas —se encoje de hombros.

Pero si este es idiota.

—Luz de luciérnaga es un libro escrito en Wattpad y tuvo millones de visitas, ella llegó a sacarlo en una editorial porque merece eso y mucho más, así que cállate, idiota.

—O sea, sí, pero... —le interrumpo.

—Y deberías leer Gardenia, cuenta la historia de una chica que es bailarina y lo hace todo por su hermana. Idiota, historias así son las que valen la pena leer, que te enseñan lo bueno y lo malo de la vida; que te dejan grandes enseñanzas.

—Dame ese libro—se para y se dirige hacia el sofá donde había puesto el libro.

***

Heissen se terminó el libro en dos horas, lo leyó sin parar. Al terminar, me comentó que era muy bueno y me pidió una disculpa por subestimar a la autora. Sé que es idiota comparar a alguien con escritores como Jane, Hardy, Dickens, Lawrence u otros así, pero también es idiota pensar que, porque no han venido ciento cuarenta y cinco millones de copias, no son buenos, o porque sus nombres no están en una obra, calle o hasta ciudad.

—Quien es tu escritor favorito?—me pregunta este de la nada.

Sonrió. Ella es la razón por la que amo leer y a veces escribir.

—Elena García —contesto, segura.

Oh no.

—Y Mercedes Ron, no espera, Ana Coello, John Green... ¡Ay no! espera...

—Tienes muchos.

—Sí, supongo que sí. Es una pregunta difícil. Creo que era más fácil decir Jane Austin para que pensaran que sabía de literatura —me burlo.

—Como sea.

***

—¿Y si me viola? — pregunto, con los ojos muy abiertos.

—Aplicas la de flojita y cooperando, así no te duele tanto —responde Heissen, mientras se fuma un cigarrillo en mi balcón.

Cuando llegó se me había olvidado comentarle lo que ocurrió ayer con el chico misterioso llamado Luca. Como el que está conmigo es Heiss, le comenté absolutamente todo, hasta lo sexy que me pareció, pero le dije que no era más sexy que él porque si no se moriría.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now