¿Dónde mierda está el sol?

18.3K 1.6K 750
                                    

Luca Andrews

Una vez leí en algún sitio algo como «el mentir una vez te hace mentir veinte veces más solo para sostener la certeza de la primera», creo que es verdad.

Solo tenía que decir: "Nathan, lo siento, me acosté con Maritza" y evitaba un sinfín de crueles mentiras que afectaron a más de dos personas, porque esto ya no era solo de Maritza, Nathan y yo; fui tan imbécil de contárselo a Sam, y lo manche con mi cobardía.

Ahora no solo él es partícipe de mi mentira sino también Katherine, al decirle que soy gay y no quiero ni pensar todo lo que eso va a traerme; más putas mentiras.

—¿Gay? —repitió mis palabras con incógnita. Sabía que no iba a creerme a la primera pero contaba con los efectos de la droga y el alcohol para burlar su subconsciente—. Luca, no quiero ser egoísta, quiero comprender lo que estás diciendo y creerte para poder apoyarte y no cortarte las bolas por toda esta mierda, pero si no me ayudas a entenderlo voy a quedar lunática y no queremos que eso pase, así que de manera lenta... explícame... ¡¿Cómo está esa mierda de que eres gay?!

Abrí mis ojos de par a par por el estruendo en su voz; estaba enojada y alterada.

Me mantuve callado ya que me era difícil mirarla a la cara y volverle a mentir, pero no podía retroceder.

Me miraba exigiendo respuestas.

—Ya te dije... tengo miedo —susurré con un hilo de voz. No sabía que mierda decir, el único amigo gay que tengo es Heissen y él no exactamente un chico tímido con respecto a su sexualidad. No sabía que mentira decir que fuera convincente.

Negó con su cabeza.

—Esta bien, esta bien —dijo de manera sutil y templada, quitándose el cabello rebelde de su rostro—. Comprendo que hayas tenido miedo... todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido miedo —cortó la frase en el aire viéndose conmovida, de manera repentina. Abría y cerraba la boca un par de veces antes de por fin animarse a añadir:—, incluso yo vivo aterrada todo el tiempo.

Katherine se sentó sobre el sofá con sus piernas cruzadas y la mirada perdida.

—Vivo aterrada —dijo, más para ella que para mí. No pude creer como rápidamente cambio su tono de voz y compostura, pasando de una agresiva a una tranquila—, vivo asustada de la vida y vivía aterrada de no encajar en ningún lado... hasta que conocí a Nathan, encajaba con él tan perfectamente que me sorprendía, por primera vez en mucho tiempo no le tenía miedo a la soledad y... ¡Y sí, joder, sí!, Ya sé que es un idiota y no debería de pensar en él pero no puedo dejar de hacerlo, ¿está bien?, no puedo por más que lo intento; no lo sacó de mi sistema y es estúpido porqué en todo este poco tiempo que lo he conocido de diez cosas que hace once me decepcionan.

Quise hablar, apelar, decir algo, lo que fuese pero comprendí que esto ya no se trataba de mi sino de ella; Katherine quería sacar esa espina que Nathan enterró.

Comprendí que ella quería un amigo; alguien que la escuchará, pero lo disfrazó con simple sexo, por despecho.

Lamió sus labios y seguido sonrió con fastidio.

—¿Sabes qué es lo más irónico de todo esto?, Es que desde el inicio sabía que esto acabaría mal y no era por algo que él hubiera dicho o hecho, era la sensación que traía consigo; esa maldad que traía en sus ojos combinada con esa sonrisa de ángel, aquello no era normal. —Su mirada no estaba conmigo, no estaba en esta habitación y no tenía que psíquico para saber que su mente estaba sumergida en sus recuerdos con Nathaniel—. Irónicamente me hacía sentir protegida a la vez que aterrorizada y se sentía tan bien, aunque sabía que la caída iba a ser dura. Cuando caí en cuenta quise apartarme, lo juro, pero simplemente pensé: ¿Cómo puede el diablo empujarte a los brazos de alguien que luce lo más parecido a un ángel cuando te sonríe?, no había lógica por lo que supuse que nadie puede ser tan malvado.

Medio kilómetro de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora