21. Maritza Engel.

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Salimos corriendo lo más rápido que pudimos de mi casa rumbo a la casa de Bambi. Al entrar no encontramos con su padre quien nos amablemente que su hija se encontraba en su cuarto que por su parte el se tiene que retirar para ir a trabajar. Sin darle mucha importancia Heissen y yo asentimos corriendo hacia el cuarto de Bambi, al llegar una Bambi divertida brinca sobre la cama mientras canta una canción muy extraña.

La miro ceñuda y ella al vernos también pero segundos después hecha una risa infernal que me dan ganas de asfixiara por ser tan estúpida y caer en su tonta mentira.

Ladeo para ver la expresión de Heissen pero no está a mi lado, cuando mi ojos por fin lo visualizan captan el momento exacto donde Heissen le pega con la almohada en la cabeza a Bambi

— Cállate babosa—exige—. Me pudo haber dado un paro cardíaco ¿no te das cuenta?

Bueno... eso es muy exagerado de su parte, aunque si lo dice por la corrida entonces no, porque hasta yo me canse.

Bambi le da una manotada en el brazo a Heissen y nos mira sorprendida.

— No puedo creer que cayeran—dice negando con la cabeza avanzado de vuelta a su cama—. Es decir, si hubiera fotos mías desnuda circulando por el internet, no soy tan débil como para "matarme"; voy y busco primero al hijo de puta que lo hizo y después—hace una pausa—. Lo mato.

Extienda su mano izquierda y se mira las uñas con cautela.

— Aunque lo más probable es que le busque el lado bueno a eso, y termine convirtiéndome en actriz porno o modelo de lencería, total ¿ahora que podría perder?

Se encoge de hombros como respondiendo su propia pregunta.

— No soy tan débil. Y si eso llegara pasar en lugar de tumbarme, me levantaría más fuerte—dice—. Pero es lindo que se hayan preocupado por mi aunque sepan que si eso pasara me lo mereciera por ser una zorra.

Me mira incitando a que añada algo su comentario.

Me encojo de hombros.

— Tú lo has dicho, te lo mereces por zorra—le digo a lo que bufa—. Pero es por eso que eres mi mejor amiga.

Heissen, después de sentirse liberado por haberla golpeado a Bambi ante su tonta broma se recuesta en medio de la cama indicándonos a nosotras que les sigamos los pasos.

— ¿Y por qué esa broma? —le pregunto mientras avanzamos a la cama. Nos acostamos a los extremos de Heissen, el nos acepta enrollando sus brazos en nuestro cuello.

— Porque quería saber de qué tamaño la tiene Nathan—dice simple—. Y no tenía ganas de ir a tu casa, tengo una resaca horrible y el sexo con Alfred me dejó exhausta—explica, emocionada se sienta en cuclillas en la cama—. ¡Sexo salvaje! Hubo de todo en verdad... no es por dejan en mala a William pero el sexo con su hermano es mejor, tal vez sea la edad—vuelve a recostarse mientras se acurruca con Heissen—. O el pene, aunque se no tiene igual de grande... tal vez si es la edad y experiencia. En fin, no quiero hablar de eso, quiero hablar del pene de Nathan.

Heissen suelta una carcajada—. Yo también quiero hablar del pene de Nathan.

Primeramente dejo pasar que mi mejor amiga sea una perra y me haya mentido de dicha manera solo para hablar del pene del chico que me gusta y después dejo de lado que mi mejor amigo quiere hablar sobre un tema que si le gusta: los penes.

Dejando de lado eso, muerdo mi labio inferior recordándolo.

— Es un buen pene.

— ¿Está prohibido?—preguntan al unísono.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now