15. El juego de Victorious

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Hermano/a.

Desde que desperté de mi pequeño coma y hasta la fecha, jamás pensé en tener un hermano o en que mis padres pudiera querer tener otro hijo, nunca pensé en esa posibilidad creo que por el hecho de tener a B y H cercas me hizo pensar que ya los tenía unos hermanos.

Hasta hace unos días. 

Todo paso cuando llegue de la fiesta de Sam, después de "hablar" seriamente con mi madre sobre mi dependencia y del hecho de porque llegué un día después como una vil cualquiera como ella misma me dijo... tras largo insultos, palabras hirientes y gritos desconcertantes, mamá soltó una cachetada como nunca antes me dio una, mientras gritaba «estoy embarazada»

Bonita forma de hacérmelo saber ¿no?

Subí a mi cuarto con la furia saliendo por mis poros, azote la puerta y me encerré en el baño.

— Hermano —pronuncie mirándome el en espejo mientras me retiraba el maquillaje, y a su vez, despotricaba al mundo entero. 

Pronuncie la palabra muchas veces pero aún no caí en cuenta el significado de eso, y por lo visto mi madre tampoco.

Desconozco los segundos, minutos o horas en las que estuve metida en el baño. Ya me había duchado y por lo menos escuche 5 veces mi teléfono sonar.

Salí del baño en ropa interior, dispuesta a tirarme a la cama e ir a dormir. 

Camine en dirección a la cama cuando el sonido de mi iphone 4 sonó e inconscientemente sonríe recordando a Luca burlándose por el modelo. 

Lo reviso y encuentro varias llamadas perdidas de Heissen, un mensaje de whatsapp de Bambi y 6 mensajes de Nathan.

Los mensajes de Nathan son simples, me pregunta que como estoy, como va mi día, porque no le contesto, que extraña mis besos—creo que es es el mejor de todos— que me tiene una propuesta y que me reporte con él en cuanto tenga tiempo. 

El mensaje de Bambi me desconcierta un poco porque dice que llegando a su casa William estaba ahí, esperándola, porque no sabía a quién más recurrir... su madre murió.

Un balde de agua fría es lo que siento caer sobre mi y aun así la sensación es poca 

Mierda.  

Frecuentemente peleo con mi madre, nos decimos de cosas y gritamos otras pero el hecho de tan solo pensar no volver a tener nunca más una discusión con ella hace que me falte el aire para respirar. Por sobre todas las cosas la amo como a nadie.

Sonará un poco mal pero la realidad es que la amo incluso más a que padre, pero de igual manera daría la vida por ambos sin dudarlo, sin embargo ella es otro nivel.

Le regreso el mensaje a Bambi preguntando si el chico/hombre se encuentra bien, que si les puedo servir de algo, se que solo lo vi una vez y se portó como un patán que aunque pensándolo bien si es amigo de Bambi quiere decir que algo bueno hay en ese chico, fuera de eso pienso que ninguna persona deberia perder a su madre y la debe de estar pasando fatal, algo de ayuda moral no estaría de más. En estos momentos es cuando más necesita apoyo, supongo.

Suelto un suspiro fuerte por la frustración y me siento en un sillón que está a lado frente a mi cama con vista hacia fuera, no pienso en nada, solo observo la calle vacía y miró cómo el sol se va metiendo. 

Mi celular vuelve a vibrar y es una llamada entrante de Heissen, la cual con mucho pesar atiendo 

— ¿Que paso? ¿Te dio con la chancla?—pregunta bromeando antes de siquiera saludar.

Rodeo los ojos exasperada, tengo el humor negro. Por lo cual temo por Heissen porque tengo la puta mala costumbre de desquitarme con la gente que menos lo merece.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now