14. Las rosas son rojas.

33.6K 2K 1K
                                    

Canción: HSM2/Everyday

Nos encontramos en la sala de estar, esperando que Sam salga de su trance alcoholizado y pueda abrir las envolturas de regalo, aunque a estas alturas no creo que siquiera pueda hacerlo ya que ni siquiera puedo bajar su bragueta y terminó orinando en sus pantalones, asqueroso pero cierto. 

Sobre el desarrollo y desenlace de la fiesta... fue totalmente nuevo para mi. Estoy acostumbrada a las típicas fiestas donde los chicos gritan como locos, terminan peleándose y la típica zorra es el centro de atención. Aquí no fue el caso, irónicamente la fiesta fue un tanto "madura" y digo irónicamente porque no le puedo llamar madurez con certeza, a universitarios que se drogan, van a carreras ilegales y lo ven como lo más normal del mundo. Fuera de eso digo "madurar" porque todos bebían, bailaban de los más pacífico, escuchan música tranquilamente, chicas se quitaron la blusa y no había chicos gritandoles cosas obscenas, chicos las miraban y pasan de ellas como si nada estuviese pasando. Se drogan y algunos se iban a tener sexo a cuartos o detrás de sillones, ¿como lo se? pues se escuchaba como cuando un gato maúlla por más comida desesperado. Se que mis conclusiones.

Al pasar del tiempo las personas se fueron retirando, nos fuimos haciendo menos por lo que me sentí más cómoda puesto que no conocía a nadie y con tanta gente no sabía que hacer, me estaba volviendo loca, mas cuando Nathan se iba con sus amigos a fumar un rato, cuando hacían competencias de bebida o hasta cuando hacían "mini peleas" en un pequeño gym que tiene Nathan es su apartamento —cosa que me sorprendió, su departamento es más grande de lo que pensé—, no me gustaba estar sola, porque Heissen era parte de esas competencias y Bambi... bueno pues Bambi estaba muy entretenida bailando con dos chicos, se veía de lo más que no quise molestar y yo... simplemente me quedaba sentada arriba de una mesa de billar bebiendo, esperando que Nathan volviera y otras veces me disponía a bailar pero no era lo mismo sin mi chico.

Aunque no fue así toda la noche, una muy buena y gran parte de la noche Nathan estuvo conmigo, bailando, bebiendo, riéndonos, pasándolo de lo mejor tanto que me dio paso a pensar cómo sería mi relación con el si fuéramos novios, pienso que sería genial aunque es un poco temprano para saberlo y no quise darle muchas vueltas al asunto así que no ignore y solo me concentré en disfrutar del momento. 

— Ahorita que acabe de abrir sus regalos, quiero que me acompañes a una parte. —me susurró Nathan al oído, estaba sobre en sus piernas, ya llevamos así un buen rato ya que Sam no deja de reírse mientras intenta concentrarse y abrir sus regalos de una vez por todas.

Llevé la uña de mi dedo índice a mi boca y coqueta le pregunté 

— ¿A donde? —no contestó, sonrió pícaro y en su lugar solo quitó algo de mi cabello que reposaba en mi hombro y dejo un pequeño beso en dicho lugar. Abrazó más fuerte mi cintura.

En el lugar, solo nos encontrábamos 9 personas: Heissen, Bambi, Connor, Luca, Noell, Sam, Nathan, una chicas más cuyos nombre es Valeria y obviamente yo.

Todos y me incluyo, estábamos bastante ebrios como para volver a nuestra casa por lo que decidimos quedarnos aqui y eso a Nathan no le molestó para nada, al contrario fue el primero en sugerir dicha situación.

— Gracias damas, caballeros y Luca —dijo Sam y todos reímos por su comentario sumando que casi no puede pronunciar bien las palabras—. Por venir, por ser parte de mi vida, yo los quiero mucho... —empezó a sollozar. Se limpió las lágrimas con su camisa y me atrevo a decir que hasta los mocos también—. Me hace muy feliz tener amigos como ustedes.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now