19. Yo fui tuyo y tú mía

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Canción: Bom Bidi Bom/Nick Jonas

Nathan Daniels

Lujuria. Pasión. Adoración. Adicción.

Solo palabras, cada una con varias sílabas. Palabras universales, amplios conceptos, muchos significados. Nada más que una cadena insensata de letras juntas para formar fonéticamente palabras comprensibles. 

Por encima de todas las posibilidades infinitas y variaciones de las palabras que alguien podría formar de un alfabeto de tan solo treinta letras, ninguna palabra es suficiente para describir las emociones que circulaban por mi sangre ahora, que llevaban a mis células a la vida que podrían describir la pasión efusiva y adoración que sentía por la mujer en mis brazos en este momento.

¿Qué mierda me estás haciendo? Katherine

La tenía completamente desnuda, en mi cama, en la cama a la que ninguna mujer he traído ni siquiera a Maritza para charlar. Koala posiblemente no se había percatado que no es la misma habitación donde tuvimos nuestro roce hace unos días pero no importa, porque me basta con que yo lo sepa.

Sus labios estaban cálidos contra los míos, a su vez que los míos estaban contra ella, el deseo carnal y la necesidad me quemaba desde el interior. Todo a mi alrededor era al rojo vivo, abrumador, sintiendo su corazón latir fuertemente contra el mío, con mis brazos abrazándola fuerte mientras nos besábamos.

— Nathan... —susurró contra mis labios, ladeando su cabeza y presioné mis labios en su mandíbula, abrumado con la intensa necesidad de besar su piel, de cubrir cada pulgada de su defectuosa, pero aun así hermosa piel.

Sus manos en un acto desesperado por sentir más descendieron por mi abdomen, deteniéndose en mi cadera, provocando que involuntariamente tensara los músculos de mi abdomen, excitado, impaciente y ansioso de recostarme sobre su piel, calidad, sudorosa, estremeciéndose con placer mientras entraba en ella.

Sus voluptuosos pechos era tan tentadores para mí que creó a partir de ese momento antes de dormir pensaré en ellos mientras tranquilizo a mi amigo.

Sus gemidos entrecortados me volvían loco.

No quiero compararla porque de lejos se que Katherine no es como las típicas mujeres con las que suelo enrollarme... es más como Maritza, pero a diferencia de ella, Katherine, joder, ella me es tan adictiva, ingenua y algo torpe pero con ese toque de aventurera y de querer describir el mundo que Maritza no tiene.

Unos gemidos jamás me habían puesto tan duro como los de ella. Sus manos tocaban torpemente mi cuerpo y sentía la carne hervir donde mismo.

Sin aguantar, descendí besando tus pechos, abdomen y todo a su paso hasta llegar a su monte Venus donde ella pronunció un casi inaudible «joder» haciendo que mi respiración se volviera agitada rápida y superficial.

Entonces me detengo, cambiando de idea recordando que le prometí que sería inolvidable y ya que las tonterías "románticas" no van conmigo, cumpliré mi promesa como Dios sabe que sé hacerlo, proporcionándole el mayor placer posible. Navegando en lo más profundo de ella.

Jamás lo olvidaras Katherine, lo juro.

Tomo su mano con firmeza y ella incorpora un tanto desconcertada pero no dice nada, me pongo de pie poniéndola también a ella.

Me vuelvo a sentar y la siento sobre mi regazo.

—Todo estará bien, confía en mí —le digo para tranquilizarla para que no se tense y así sienta más placer. Tragando duro asiente algo indecisa, pero como dije, con su toque de aventurera queriendo descubrí cosas.

Medio kilómetro de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora