37. Sal en la herida

19.9K 1.7K 976
                                    


Katherine Geisler

Nathan me sacude tan fuerte que por un momento me siento abrumada.

El recuerdo de lo que hice con Luca hace apenas unos largos minutos atrás se esfuma de mi mente, atrayendome al presente.

Es sorprendente como terminé en esta posición en mi vida; semidesnuda en la recámara del mejor amigo del chico que me gusta, con el mismo, enojado porque piensa que sí terminé follando con su amigo.

Puedo sentir toda su furia concentrada en mí, así como la desesperación y la ansiedad de saber las razones que me llevaron a traicionarlo de está manera, lo sé tan bien porque es lo mismo que yo sentí al pensar que se acostó con mi mejor amiga.

No obstante, aún no he dejado de lado lo que Heissen dijo hace apenas unos minutos: "Bambi mintió", esas dos palabras soltaron en mí un gran pesar y un alivio inminente, creo que aún llevo conmigo esa esperanza de que entre ellos no haya pasado nada.

—¡Te hice una puta pregunta! —espeta, molesto—. ¡¿Por qué mierda te acostaste con mi mejor amigo, Katherine?! ¡Dímelo!

—Porque creí que tú habías tenido sexo con la mía —explico. Soy conciente de que aún no he aclaro el hecho de no haber tenido sexo con Luca pero hasta no saber la verdad absoluta no voy a decir más—, además, no solo lo creí, Bambi me lo confesó y tú lo confirmaste. ¿Que creías que pensara?

Nathan me observa con el ceño fruncido, y la indignación está presente en su mirada.

—¿Qué?, ¿Yo cuando confirme eso?

Ruedo los ojos y suspiro con brusquedad.

—Ayer. Cuando fui a tu oficina y te lo pregunté, tú lo confirmaste y hasta dijiste algo de lo más estúpido: "Katherine, fue algo sin importancia no sé porque haces un drama" —farfullo, imitando exageradamente su voz—. Imbécil.

Nathan vuelve a fruncir su ceño, pero esta​ vez, a los pocos segundos su rostro parece iluminarse por completo.

—¿O sea que tú pensaste a que yo me refería sobre tener sexo con ella? —pregunta, incrédulo. Asiento con mi cabeza y me libero de su agarre poniendo de pie y avanzando hasta la salida—. ¡Por Dios Katherine! ¿Que te piensas?, Yo no me refería a eso.

—¿Entonces qué mierda fue lo que pasó entre ustedes realmente? —inquiero, exasperada. No logro comprender nada y solo sé que esto se está saliendo de control; por la manera tan brusca en la cual nos hablamos—. ¿Qué fue esa «consecuencia» que les trajo el alcohol?

Sé que mi agresividad es más por el alcohol que mía, pero en este momento no me importa, solo quiero saber la verdad de todo.

Nathan recarga su cuerpo en una pared cercana, pasa su mano por su boca y frunce sus labios; mostrándose irritado.

Suspira con abrupto.

—Hace como cuatro meses, conocí a Bambi en una fiesta, de un amigo en común que teníamos William y yo —explica relajo, pero sé que su humor es solo momentaneo y de hecho fingido; tiene la mandíbula tensa y sus puños apretados a sus costados—, cabe aclarar que en ese entonces a ti todavía no te conocía y a ella tampoco; yo solo la miré, me gustó, me pegué, la invité y bailamos.

—Eso suena a un hit de reggaeton; no te creo.

Nathan hace un movimiento de cabeza tronando el músculo del mismo.

Una mueca desagradable se dibuja en su rostro al centrar su vista en mí.

—No me importa si me crees, no te estoy pidiendo que en creas. —Dice con la voz temblorosa, pero no por miedo, sino por el enojo frustrado—. Eso fue lo único que pasó; la ví en la fiesta, me gustó, bailamos un poco y hubo coqueteó pero nada más. Ella tuvo que irse y jamás volví a verla hasta que la ví contigo en el Starbucks... después ella contacto conmigo y me dijo que no te dijera nada porque tal vez tú no ibas a querer salir conmigo por ese motivo pero que ella no le importaba; que yo iba a ser su «por una noche» y ella sería la mía. No valía la pena decirte si ninguno fue importante para el otro.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now