25. Lluvia de espuma | Parte I

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Canción: We found love/Rihanna

Canción: We found love/Rihanna

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2 meses y 4 días después...

Katherine Geisler

— ¿Quieres condones extra suaves o ultra mega suaves?—le pregunto con indiferencia al tipo obeso que me mira de manera lasciva.

— Ultra mega suaves, muñeca—contesta a lo que le doy una sonrisa forzada. Rebusco en el estante un paquete de esos condones y se los entrego con una fingida gentileza.

— ¿Tienes consoladores?—me pregunta mirando por la vitrina y después hacia las paredes para ver si hay algo colgado en referencia a su pregunta.

Exasperada asiento.

— ¿Qué tipo de consolador buscas?—pregunto pero no lo dejo contestar aun, me adelanto a decirles los que tenemos—. Hay consoladores femeninos, consoladores masculinos, consoladores anales, consoladores dobles, consoladores realísticos y consoladores de vidrio y metal. ¿Cuál quieres?

El chico hace una mueca seguido recorre su mirada por mi cuerpo.

— ¿Cuál me recomiendas?

Suspiro con pesar.

— No se para que lo quieras, pero el clásico es el colador femenino puedes llevarte ese al menos que seas gay... puedo recomendarte otro.

Me mira y asquerosamente se lame su labio inferior.

Siento que alguien pone su mano en mi hombro, me giro y es Tyler quien es el encargado de la tienda.

— Yo me encargo, tu ve a atender a esa clienta—me indica a una chica que observa en una de las otras vitrinas, agradecida por salvarme del obeso lujurioso voy con la chica.

Atiendo con amabilidad a la chica, pero irritada por dentro por la mirada asquerosa que me regalan los hombros que entrar a comprar cosas aquí.

No sé en qué momento acepte trabajar en un lugar así.

Cuando pensante que Christian Grey pudiese venir a comprar cosas de sumisión.

Bueno si lo sé, pero aun no sé porque no me voy.

La chica se ve y yo me quedo en mi puesto de trabajo en el área de consoladores, lubricantes, entre otros objetos sexuales.

Frente a mí se encuentra el puesto principal de Tyler donde maneja el área de sogas, esposas, y cosas para someter a alguien.

Me recuesto sobre mi vitrina colocando mis brazos cruzados a la altura de mis ojos. Me mantengo callada escuchando comentarios sobre objetos sexuales y me siento algo asqueada de eso.

— Que bien trabajas—escucho decir y me encuentro con la mirada divertida de Heissen—, así cualquier se anima a comprar.

— ¡Odio este trabajo!—me quejo—. ¿No pudiste conseguirme otro?

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now