Sipnosis

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En la mayoría de las historias eróticas que he tenido el placer de leer, por no decir en todas, la mujer siempre es la monja, la niña que no sabe nada sobre el osado, sobre el intercambio de parejas, sobre cómo disfrutar del sexo.

El hombre es el experto, el que seduce como la serpiente que hizo caer a Eva, es exactamente lo mismo, al final de la historia la mujer termina por comerse el fruto prohibido, termina cayendo en la seducción del hombre.

Porque no cambiar la situación, es que acaso no puede a ver una mujer que conozca y disfrute de los placeres del mundo del sexo.

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Ella conocía ese mundo a la perfección, lo disfrutaba día tras día, hasta que llegó un hombre a su vida. Aquel hombre la había atrapado, todo en él la atraía, sus ojos, sus labios, sus manos, lo que más deseaba era sentirlo dentro de ella, escucharlo gemir su nombre, que de aquellos labios salieran órdenes que la llevarían al paraíso del placer. Sentir su piel, sus manos recorrer cada milímetro de su cuerpo, sentir sus labios rozar su piel, desea tanto que eso ojos la vieran venirse mientras el sujetaba sus manos y otro la follaba, era una fantasía que se le cruzo por la cabeza, pero aquel hombre no era como los que ella creía, él era diferente.

Un hombre recto, trabajador, serio, legal, todas las cualidades que podía tener un buen hombre, todo un caballero un príncipe, con el único defecto que ella le contrabando es que era de esos hombres que no les gusta compartir a su mujer. No era el tipo de hombre que iba en cama, en cama, no al contrario él, era de esos pocos hombres que cuando están con una mujer, están solo con ella.

Si era de esos, que están en peligro de extinción, de los que las mujeres creían que solo existían en las novelas románticas, en las películas y en las novelas. Pero ella había tenido la suerte que muchas mujeres deseaban, tener un hombre del sueño, pero ella no quería un príncipe, ella quería a un hombre que cumpliera sus fantasías, que la llenara de placer cada noche, de cada día de diferente manera, que ninguna noche sea igual. Pero como siempre nunca tenemos lo que deseamos, pero ella no se iba a dar por vencida lo iba a rentar.

Y él bueno también le gustaba aquella mujer segura, firmé, bella, inteligente, la mujer ideal, pero ella era diferente a todas las mujeres que él conocía, ella no era como todas ella era única.


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Seducción-(+18) @BlueRoseAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora