Capítulo 37

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Verlo dormir tan tranquilo, relajado, parecía un angelito después de todo. Y lo era me dice un voz en mi cabeza.

Lo miro, no puedo dejar de hacerlo mis labios formaban una pequeña sonrisa de felicidad, eso era lo que él causaba en mí, él me hacía tan feliz.

Estos últimos días no hacido los mejores pero si me pongo a pensar solo en los momentos que hemos vivido los dos, solos, felices son perfectos.

Sin peleas, sonrisas, besos, caricias, palabras, él, sus ojos, su sonrisa, sus abrazos, su calidez, la seguridad que él me transmitía.

—Tu me haces muy feliz — digo en voz baja, en un susurro que apenas se podía escuchar. Pero era la verdad él me hacía feliz, y eso me aterraba por que como decía mi padre la persona que te hace sonreír, feliz es aquella que más daño te puede causar.

Y sé que es verdad, mi madre era su adoración, su vida y fue ella quién acabó con él, rompió el corazón de mi padre y también acabó con su vida.

No había dado cuenta que mis manos estaban sujetas a brazos, los había agarrado con tanta fuerza que había marcas de mis uñas en ellos. Me pongo de pie y me cubro con una abrigo para salir del cuarto.

Voy directo a la cocina ahí está la madre de Max, estaba apunto de irme sin que me viera pero ella me llamó.

—Buenos días, Mía — me dice con una sonrisa, le sonrió.

—Buenos días — me acerco y cogí un vaso de agua — me dió sed — le explicó.

—Claro, y bueno ya que estás aquí — señala las ollas — no te gustaría ayudarme con el desayuno.

—Por supuesto — le digo con una sonrisa dejando a un lado el caso de agua — ¿Que hago? — le pregunto emocionada.

La madre de Max, Marcia era muy amable conmigo, era cariñosa en varias ocasiones me hizo recordar a mí madre, los buenos momentos que tuvimos.

Mientras preparamos el desayuno ella me hablaba de Max, como era de niño, adolescente hasta que llegamos al punto de la muerte de su esposo.

Se quedo callada, con la mirada perdida en la ventana viendo el paisaje de afuera, seguramente recordando al hombre que amo. Me sentí mal por ella, la entendía yo había perdido a mis padres, fue duro.

—Te entiendo, yo también sufrí mucho cuando perdí a mis padres — digo mientras me paro junto a ella y miro hacia fuera — fue duro continuar sin ellos, sin sus buenos días, sin su presencia, su aucensia dolía mucho — trato de controlar el llanto — pero Isaac estuvo ahí, sus padres ellos me ayudaron a superar todo, y salir adelante — ellos se convirtieron en mi familia por eso Isaac es tan importante para mí, por qué no solo estuvo ahí conmigo en ese momento tan doloroso, si que también me apoyo para salir adelante.

—El apoyo es algo muy importante — Elena, giro para verla está de pie tras de nosotras — por eso yo fui el apoyo para Max, para ti Marcia y para tus hijas — su tono de voz era como si ellas le deberían todo a ella, eso no me gustaba — sin mi apoyo que hubiera pasado aquella noche — dice con una mirada fría, viendo fijamente a Marcia que solo agacha la cabeza.

—Buenos días — llega Max, quien nos observa a las tres — ¿Pasa algo? — preguntó algo serio, su madre estaba nerviosa.

—Nada — digo rápidamente — esque tu madre me estaba contando cómo eras de niño — me acerco a él y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello — príncipe — le digo burlándome, su madre me había contado que de niño le gustaba que le digan príncipe.

El cierra los ojos y niega con la cabeza — Mamá — dice mientras la regresa a ver, pero ella solo se encoge los hombros con una sonrisa.

—Si quieres saber más de Max — habla Elena — me lo puedes preguntar — la miro mal, tenía que hablar.

Seducción-(+18) @BlueRoseAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora