31. Ver

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Intentando mantenerse calmada, Lux asintió.

-Así que… ¿Las cosas acabaron mal?

-Mal es un eufemismo. Me dobla la edad, sabes. Bueno, casi al menos. Así que al principio era genial, nos llevábamos bien y estaba teniendo un sexo genial con una mujer mayor que sabía lo que estaba haciendo, ¿vale? No pensé que se pudiera volver mejor. Hasta que me enamoré de ella. – Hizo una pausa, una mirada de dolor en su cara mientras rememoraba el momento en que supo que la quería.

Ella asintió lentamente, esperando a que continuara, alzó la mano lentamente y entrelazó su meñique con el de él. Su cuerpo se relajó al contacto con ella, apretando el meñique antes de continuar.

-Creo que ella solo estaba esperando a que me enamorara de ella. Fue como si, en el momento en que se lo conté, todo cambiara. Se aprovechaba de mí de todas las maneras posibles, manipulándome haciéndome pensar que me quería cuando todo lo que quería era la atención de los medios y toda la atención que yo le daba. Lo que no sabía era que en todas partes estaba recibiendo más atención. Empezó a tratarme como… Bueno, como mi edad, como un adolescente, y me rompió el corazón. Yo no era así con ella, no era solo un crio, intentaba con todas mis fuerzas ser las cosas que ella quería que fuera, intenté ser madura. No fue suficiente. Ella se burlaba de mi edad constantemente, y pienso que la mayor parte era por las reacciones negativas que recibía por salir conmigo. Nadie era feliz, todo el mundo pensaba que era demasiado mayor para mí, especialmente mi madre. Así que tenía una novia a la que ni siquiera le gustaba y de quien estaba perdidamente enamorado, y todo el mundo la odiaba por ser mi novia, lo que me recriminaba constantemente, como si fuera mi culpa que no le gustase a nadie.

Lux suspiró pesadamente, restregándose la frente.

-¿Cuándo cortasteis?

-No mucho antes de venir a America, un mes o así antes. – Suspiró. – Ella solo lo hizo, como si fuera lo más fácil del mundo. Supongo que encontró a alguien nuevo con quien jugar, no sé por qué sino me dejó cuando se lo pasaba tan genial torturándome mientras yo la tenía en un pedestal…

-Lo siento, Hazza. – Susurró ella, mirándolo lentamente. - ¿Fue tu primera?

Harry rio, girándose para mirarla con las cejas elevadas.

-¿Hablas en serio?

-Me refiero a tu primer amor, no tu primer -- ¿Cómo lo dices? ¿Polvo? – Ella sonrió con suficiencia, dándole golpecitos con el codo mientras él le sonreía, asintiendo ligeramente.

-Sí, lo fue. – Murmuró, apartando la mirada.

-Ah, esos son los peores. Los más dolorosos. – Lux asintió. – Yo tenía 16 cuando encontré el mío.

-¿Quién era? – Preguntó Harry lentamente, como si no quisiera saberlo en realidad.

-Se llamaba Damian. Era dos años mayor que yo, 1.93m y tenía tatuajes. Un chico malo, supongo. Aunque era dulce conmigo, al final acabamos separándonos. Sin drama serio, pero me dolió muchísimo cuando cortamos. Nunca olvidaré ese sentimiento. – Susurró ella, suspirando mientras miraba al suelo, su cabeza descansaba sobre sus rodillas, pegadas a su pecho.

-Sé de lo que hablas. Después de lo que pasó, me juré a mí mismo que nunca dejaría que nadie se me acercara tanto. – Harry rio sin ganas. – Luego te conocí.

-No lo haces fácil, sabes. – Dijo quedamente, alargando el brazo para apartarle un rizo.

-Lo sé. – Frunció el ceño. – Ha sido muy duro, apartarte y fingir que no eres exactamente todo lo que necesito, estando ahí, delante de mí a mi alcance. Solo te apartaba porque sabía que llegaría un momento en que tú no estarías a mi alcance. Me volveré a mi país… Y tú te vas a quedar en el tuyo y convertirte en la mejor cantante de la historia… Y la vida continuará.

Dark SideWhere stories live. Discover now