|Lauren Jauregui|
Narra Camila
Dos semanas después.
"Entonces ¿Qué tal te ha ido con el médico?" Indagué mientras deslizaba el pincel cubierto de pintura roja por el borde de sus labios.
Él sonrió y se retorció ante el contacto pero rápidamente se recompuso adoptando una apariencia seria.
"Bien, bueno..." Vaciló unos segundos y rascó su cabeza. "Ella cree que tengo anemia." Reveló encogiéndose de hombros.
Asentí en comprensión para luego dirigirme a sus sobresalientes pómulos para dibujar un fino rombo hasta sus cejas. Le di una mirada examinando su aspecto, realmente lucía más delgado y pálido a diferencia de la primera vez que le vi.
"La próxima semana me hará las pruebas de rutina." Añadió arrugando su nariz en un gesto de descontento.
Estas dos semanas Christopher ha venido a diario junto a su hermana Taylor, la cual tuve el placer de conocer. Una chica admirable con intenciones de hacer la diferencia. Quizás no os parezca mucho, pero que una persona esté dispuesta a cambiar lo que hacemos mal con nuestro planeta, es un progreso.
"Debes de seguir las indicaciones del médico ¿Vale?" Sugerí y el asintió. "Listo." Dije enderezándome para admirar la pintura en su rostro.
El aplaudió emocionado y se colocó de pie con cuidado, lo vi avanzar hacia el gran espejo observando su raro caminar, el viró en mi dirección y notó mi curiosa mirada.
"Lolo tiene razón, debo hacer más ejercicios, fue dura la clase de deportes." Señaló para luego mirarse al espejo.
Su sonrisa creció a un más al ver su reflejo, pasó sus manos por su largo cabello y lo despeinó. Mi sonrisa iba a juego con la de él, mi corazón latía con fuerza ante la ilusión de aquel pequeño.
"¡Wow!" Exclamó entusiasta. "Esto es fantástico." Avisó mientras se inclinaba al espejo detallando el maquillaje.
"Pues, esto solo comienza." Comenté con inocencia y él me miró confundido.
"¿Qué quieres decir?" Consultó terciando su cabeza y frunciendo el ceño.
Reí y extendí mi mano en su dirección invitándole a seguirme, el sin dudar la tomó y lo guíe por un pasillo conocido para mí, aquel que transitaba todas las noches.
Al llegar al lugar Chris abrió sus ojos como platos y llevó su pequeña mano libre a su boca en señal de sorpresa. Rápidamente me miró desconcertado mientras el pequeño público integrado por: Hyun, Kim, Dinah, Sofía, Ally y Lucy aplaudían animadamente.
"Es hora de aprender." Dije de rodillas mientras revolvía su cabello.
Sentí su cuerpo impactar contra el mío y sus delgados brazos rodear mi cuello en un abrazo.
"Te Quiero tanto Mila." Susurró mirándome a los ojos y sentí una felicidad inexpresable.
Chris ha sido mi mayor admirador, mi pequeño amigo. Es un niño con el cual podía conversar de mis agobios, él me escuchaba. Quizás no comprendía la vida, pero él sonreía y me abrazaba para susurrar un «Todo irá bien» y en ocasiones solo eso basta.
"Yo también Te Quiero." Respondí con una sonrisa, me coloqué de pie y acaricié su rostro. "Vamos, es hora de hacer magia." Señalé y sus ojos brillaban más que cualquier estrella de aquella noche.
Treinta minutos bastaron, treinta minutos en los que ninguno dejó de sonreír. Chris hizo un encantador show espontáneo, contó un par de chistes he hizo del payaso curioso, a decir verdad no estuvo nada mal.
