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|Decisión|


Narra Omnisciente

Cinco días después;

Cuando por fin acabó su jornada laboral y estuvo en casa, se sentó en el sillón con Sofía mientras veían Bob esponja, a la menor no le tomó más de treinta minutos quedarse dormida. Camila con esfuerzo la tomó en brazos y la dejó en su habitación, la abrigó lo mejor que pudo y encendió una pequeña lámpara antes de abandonar el dormitorio.

“¿Crees que deba llamarle?” Preguntó a su acompañante mientras hervía un poco de leche. “¿Es normal estar bien en una relación y al otro día no?” Consultó vertiendo la leche en una taza, tomó el tarro de galletas y se dirigió al sofá con su consejero.

“¡No me mires así!” Le pidió notando aquella penetrante mirada. “Te he contado ya que mi currículum de romance sólo dice «Lauren Jauregui» así que no me juzgues por no saber cómo va todo esto ¿Vale?” Camila le convidó una galleta. “Han pasado cinco días.” Detalló. “Y estoy muy angustiada, quiero ayudarle pero solo está distanciándose...” Sumergió su galleta en la leche. “¡Sí!” Exclamó. “Ya sé que me indicaste que le comentara a sus padres, pero tengo miedo ¿Vale? Y siento que estoy siendo egoísta por ello.” Murmuró con la voz ligeramente temblorosa.

“Lamento atosigarte con mi drama.” Se disculpó mirándolo a sus ojos negros. “Pero gracias por escucharme.” Agradeció con una sonrisa al pequeño roedor que engullía la galleta que minutos atrás le había dado.

Camila cogió a Coco entre sus manos y lo afirmó contra su torso mientras se tumbaba en el sillón, mimó al hámster con su dedo mientras fijaba la vista en la puerta de su departamento queriendo salir he ir a casa de la ojiverde, pero no podía, Hyun Soo estaba en Miami gracias a un viaje de la universidad y la castaña estaba en una «noche de chicas» con sus amigas a la cual acudió, gracias a la insistencia de la morena.

Nunca dejaría a Sofía sola y mucho menos la llevaría con ella a esas horas por las calles de la ciudad.

Con una exhalación de resignación tanteó con su mano el sofá en busca de su móvil, tecleó la clave de ingreso y marcó el número de la ojiverde. El primer intento fue un fiasco, la mayor no contestó y el segundo no fue para nada mejor. Soltó un graznido de amargura y decidió dejar un mensaje en su buzón de voz.

“Lauren ¿Dónde estás?” Suspiró. “En serio debemos hablar... llámame ¿Vale? Besos, Te Amo.” Abandonó su móvil a un lado y acarició al pequeño Hámster mientras pensaba que hacer, sin embargo resolvió con que lo mejor sería ir a dormir he intentar conversar con ella mañana.

Lavó sus dientes y manos, cuando acomodaba su cama el timbre sonó.

“¡Esto tiene que ser una broma!” Refunfuñó ansiosa de echarse entre la calidez de sus sábanas y almohadas. Se deslizó a paso rápido hasta la puerta principal mientras tallaba su ojo con agotamiento. “¡¿Qué demonios?!” Chilló cuando abrió la puerta y unos brazos la envolvieron al instante. “¿Lauren?”

“¿Esperabas a alguien más?” Averiguó mordiéndole el lóbulo de la oreja derecha consiguiendo erizar la piel de la menor. “Te echo de menos cielo.” Susurró dejando un camino de besos por su cuello.

Lauren cerró la puerta con su pie y guio a una atontada Camila hasta el diván. La morena se hubiese dejado llevar si el olor a cigarrillos combinado con otro hedor mucho más intenso no hubiese invadido su olfato. La inglesa puso ambas manos sobre los hombros de la mayor y la apartó, aprovechó la extrañeza de la más alta para sentarse a horcajadas sobre su regazo.

“Mírame.” Le pidió la inglesa. “A los ojos.” Exigió cuando la chica enfocó sus orbes en sus labios. “¿Qué demonios estás haciendo?” Le cuestionó con dolor. “Necesito que te detengas.” Rogó bordeando los labios de la mayor con sus dedos.

Alegría (Camren)Where stories live. Discover now