♡ Tres ♡

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Estaba en el auto camino a la casa, a diferencia de otros días mi cabeza parecía más tranquila, no me sentía tan estresado como solía ser.

Detuve el auto en el semáforo y suspiré, sabía que mi suegra estaba en mi casa y se quedaría a cenar. No es que no la quisiera, pero a veces la mujer era muy metiche y me criticaba por todo.

Mire por la ventanilla y logre reconocer un rostro parada bajo la fría noche, era Lissa. Estaba cubierta con una chaqueta y vestía unos jeans.

El semáforo cambió y di la vuelta con el vehículo para pasar por su lado.

— ¡Lissa! —ella volteo y detuve el auto a su lado. Me sonrió y se acercó a la ventanilla.

—Hola señor Hemmings. —me sonrió ampliamente con una sonrisa muy tierna.

—Sube, te llevo. —saqué el seguro de la puerta y se la abrí, ella ingreso en el asiento de copiloto y me sonrió. — ¿Cómo te encuentras?

—Muy bien, ¿Y usted?

—Muy bien, ¿ibas al trabajo? —La mire intrigado.

—No, de hecho, acabo de salir. —Rio por lo bajo.

—Pues te llevo a tu casa entonces. —Encendí el auto y arranque nuevamente. —Yo también acabo de salir del trabajo. Creí que trabajabas por la noche.

—Trabajo por las tardes pero suelo quedarme por algunas horas extras. Ingresaron a una nueva empleada así que no era posible hacer horas extras. —hablo haciendo una mueca de lado.

—Oh, que lastima, pero... A veces es bueno no trabajar tanto, es decir, aún eres joven y no debes preocuparte por esas cosas. —Estacione el auto en un semáforo y la mire.

—Tiene razón. —me sonrió. — ¿Cómo se encuentra su familia?

—Todos están bien, gracias por preguntar. Jenna está preparando la cena especial, su madre está de visitas y bueno, siempre prepara cenas especiales. Jake tenía entrenamiento y luego de llegar a casa debo ir por él. Supongo que Danna debe estar haciendo sus deberes. —Ella Rio y tapo su boca.

—Lo siento señor Hemmings, pero no creo que Danna esté haciendo deberes. —Hablo con una rosa muy dulce. Yo la mire con una sonrisa divertida y negué mientras arrancaba nuevamente.

—Tienes razón, es un milagro cuando Danna hace sus tareas. —Ella rio. —Seguramente te ha de pedir que hagas sus tareas, tú eres una joven muy lista.

—No, Danna también sabe mucho, aunque es un poco holgazana ella es muy inteligente. Me gusta mucho su manera de pensar, es una joven muy talentosa en el arte.

—Cuando era pequeña solía pedirme que le enseñe a pintar, de joven solía hacer cuadros y retratos. Me relajaba demasiado.

—Ahora entiendo de donde saco sus dotes artísticas. —Hablo con una sonrisa. — Admito mucho a los artistas.

—Tal vez algún día podría enseñarte mis libros de dibujos. —La mire de re ojos y ella asintió muy feliz.

—Me encantaría.

— ¿Tu padre alguna vez te enseñó arte? —ella suspiró y negó levemente.

—Mi papá nunca pasó tiempo conmigo, siempre llegaba muy cansado y molesto del trabajo. De pequeña solía mostrarle mis dibujos y siempre decía que los vería más tarde pero... Jamás fue así. —mordí mi labio y una onda de culpa me invadió al oírla de aquella manera, tan triste.

—Yo... Lo lamento. —me disculpe.

—No es su culpa señor Hemmings, está bien. No me molesta hablar de mi vida. —sonrió de lado y la mire no muy convencido.

Detuve el auto frente a su casa y suspiré, la observe y ella me miró de una manera tan cálida.

—Bueno... gracias por traerme señor Hemmings, no debía molestarse. —Habló con calma.

—No me es molestia, no dejaría que vengas sola a estas horas donde oscurece. —ella asintió y se acercó a mí mejilla dejando un pequeño beso.

—Que tenga buena noche. Salúdeme a Danna.

—Lo haré, que descanses Lissa. —Ella sonrió y bajo del auto, la observe hasta entrar a su casa, suspiré y volví rumbo a mi hogar.

***

Estaba en la mesa comiendo con la familia, mi cuerpo estaba allí pero mi mente estaba perdida en una dulce joven de ojos miel que me tenía encantado.

No podía dejar de pensar en Lissa y lo que me había contado de su padre, de alguna manera me sentí identificado, había estado tanto tiempo dentro de la oficina que poco conocía de mis hijos.

Pero aun siendo que pasaba los fines de semana con ellos, no quería que mis hijos pensaran que no me importaban, debía hacer algo para pasar tiempo con ellos, en especial con Danna.

Recordé en lo que Lissa me había dicho sobre delegar mi trabajo, tal vez hacerlo una sola vez no era mal idea. Sonreí al recordar esa noche en el bar, era una joven tan dulce y pura, una chica llena de juventud y con la mirada más sincera que había visto.

Tal vez el pasar más tiempo con mi familia me haría sentirme vivo nuevamente, me haría salir de la monotonía y disfrutar de la vida.

Estaba en la cocina limpiando los platos cuando sentí las manos de Jenna en mi espalda.

—Haz estado muy feliz hoy. —Hablo con una sonrisa. —No has dejado de sonreír desde que llegaste del trabajo. —la mire sorprendido y lleve mi mano a mi rostro, en efecto tenía un sonrisa en mis labios.

—No lo había notado. —Hablé volviendo mi vista a los platos.

— ¿Sucedió algo bueno en el trabajo? —yo negué levemente y sonreí en recordar quien había puesta esa sonrisa en mi rostro.

—Me encontré con Lissa cuando regresaba, la llevé a su hogar para que no tuviese que caminar en la oscuridad. —Hablé tranquilo, seque mis manos y la miré.

—Oh, esa joven es un encanto. Cada vez que viene aquí siempre hace muy feliz a Danna. Son grandes amigas, deberíamos invitarla a cenar algún día.

—Es una gran idea. —Le sonreí, ella me tomó de las mejillas y me beso, la abrace por la cintura y le correspondí. —Sabes... Mañana llevare a almorzar a Danna. Quiero pasar más tiempo con mi hija.

—Eso es genial amor. —Me sonrió. —Diviértanse mucho. Yo tengo yoga luego del trabajo así que tal vez llegue un poco tarde.

—Está bien. Yo prepararé la cena. —Ella sonrió y me dio un beso para luego irse.

Suspiré al verla irse y volví mi vista a la cocina, aún había muchas cosas por lavar.

Pure & Beauty © |lrh|Where stories live. Discover now