♡ Siete ♡

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Luke

— ¡Baila muy bien señor Hemmings! —Lissa me sonreía mientras movía su cuerpo de un lado al otro al ritmo de la música.

—La práctica ha servido mucho. —Hablé entre risas, ella río y siguió bailando al ritmo de la música.

Estuvimos un buen rato en la pista hasta que mis pies comenzaron a doler, caminamos a la barra y pedimos dos bebidas, ella no dejaba de sonreír al igual que yo. Bailar sí que era una buena distracción.

—Para ser tan viejo no lo hago tan mal. —Ella río mientras tomaba su trago, yo sonreí ante su rostro sonrojado, se veía muy adorable.

—Baila muy bien señor, me atrevería a decir que lo hace mejor que muchos chicos que conozco. — tome mi cerveza para beber un poco. —Siempre he dicho que los hombres de verdad saben hacer todo mejor. —mordí mi labio al oír aquellas palabras, sonaban tan bien salir de sus labios y aún más con aquella mirada llena de picardía.

Una canción más lenta comenzó a sonar y ella cerró sus ojos moviendo su cabeza de un lado al otro, al parecer estaba disfrutando mucho de la canción.

—Amo esta canción. —Habló observándome. Yo me levante de mi asiento y le tendí mi mano.

— ¿Baila conmigo señorita? —Ella sonrió y aceptó, la lleve a la pista junto a otras parejas y la tome de su cintura, ella envolvió sus manos en mi cuello y sonrió.

—La estoy pasando muy bien con usted señor Hemmings. —Habló con calidez, yo sonreí.

—Llámame Luke, estamos en confianza linda. —Ella río y me observo por unos momentos con una gran sonrisa. — ¿Sucede algo? —negó y apoyó su cabeza en mi pecho. No pude evitar sonreír ante su gesto.

Lleve una mano a su cabello y la acaricie, era tan suave, se veía muy tierna y tan frágil entre mis brazos. Ella aparto su rostro y me miró a los ojos, en aquel momento sentí el mundo desaparecer, dejándonos solos.

No podía dejar de ver aquellos ojos, tan puros y sinceros, baje mi mirada hasta sus labios, rosados y llamativos, no pude evitar sentir aquel impulso de probarlos.

Acerque levemente mi rostro al suyo y ella subió mi mano desde mi nuca a mi cabello y comenzó a empujar mi rostro al suyo acercándonos aún más.

Nuestros labios se estaban rosando, su respiración estaba tan tranquila como la mía, cerró sus ojos y entré abrió su boca para recibir la mía. Estaba deseos a por que la besara y así lo hice. La bese.

En aquel momento una corriente se apoderó de mi cuerpo, era tan suave, tan delicada. Separe nuestros labios y ella me observo unos momentos para nuevamente besarme, deseaba más. Y yo no me podía negar.

Mi mano acariciaba su cintura con suavidad, nuestros labios bailaban a la par. Cuando mi lengua acaricio la suya un pequeño gemido de su parte rompió aquel beso.

Abrió sus ojos y me observo, ninguno tenía alguna expresión, sus ojos se encontraban más dilatados, llenos de deseos.

—Salgamos de aquí... —Ella asintió y tome su mano para sacarla de aquel lugar.

Salimos de la discoteca y caminamos hasta el auto, saqué las llaves y abrí las puertas. Comencé a conducir por la carretera, estábamos en completo silencio pero aun así podía notar su mirada en mí.

Sentí su mano colocarse sobre mi pierna y otra corriente fue directo a mi miembro. Estaba acariciando mi pierna con su pulgar, formando pequeños círculos. De rojos también podía observar como mordía su labio con fuerza.

Detuve el auto aun lado de la carretera y la observe. Una sonrisa traviesa se formó en sus labios y no lo resistí más. Por impulso me acerque a ella tomándola por su cabeza y la bese.

No era un beso suave, no, su lengua y la mía peleaban por dominarse entre sí. Sus manos fueron a mi cabello atrayéndome más a ella.

Lleve mi mano a su cintura y comencé a acariciar la por debajo de su blusa, mis besos viajaron por parte de su rostro hasta llegar a su cuello, ella me retenía con una mano mientras que con la otra buscaba el borde de mi camisa.

—Señor Hemmings... —Gimió al momento en que mordí su piel. Me separe para contemplar su rostro y sonreír, se veía excitada y tan caliente.

Aquel rostro angelical era mi pecado y yo quería hacerlo, quería tocar el infierno.

—Esta noche me dirás Daddy princesa. —Hablé mientras observaba sus labios, ella sonrió y volvió a unir nuestros labios.

A duras penas pasamos a los asientos de atrás, no podía evitar excitarme cada vez más al oír sus gemidos en mi oído. Le quite su remera y baje su falda dejándola en ropa interior.

Mordí mis labios al examinar su cuerpo de pies a cabeza, era una obra de arte, y la tendría para mí. Ella llevó sus manos a mi cinturón y lo saco con desespero.

Luego de sacarme el pantalón comencé a atacar aquella piel tan llamativa de su cuello. Era increíble cómo había perdido la cordura, estaba segado, tan solo quería hacerla mía, marcar su piel y deleitarme con aquellos labios.

Ella se deshizo de su sostén y me guio a sus pechos, los lamí, succione y mordisquee causando que gimiera por más. Su cuerpo reaccionaba tan rápido bajo mi tacto.

Baje mi mano por su vientre y comencé a acariciar su centro sobre la tela de sus bragas, ella se retorcía del placer que le estaba dando. Podía sentir como sus bragas se mojaba cada vez más por su excitación.

—Daddy... Por favor... —no resistía más, comencé a repartir besos por todo su vientre y baje su última prenda dejándola completamente desnuda ante mí.

Mordí mi labio al ver aquella belleza, sus labios rojos e hinchados, su respiración irregular, sus piernas entre abiertas mientras se tocaba esperando ansiosa por que la hiciera mía.

No tarde mucho en unir nuestros cuerpos, sus manos estaban en mi espalda apretando mis hombros y clavando sus dedos con cada estocada.

—Daddy... —Sus gemidos eran mi maldita perdición. Mi maldito pecado.

Era tan indebido, tan incorrecto, pero se sentía tan bien...


Pure & Beauty © |lrh|Where stories live. Discover now