♡ Veintiuno ♡

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Lissa

Estaba en el bar, faltaba poco para que mi horario terminará. No me había podido concentrar en toda la noche, había cambiado los pedidos, había pisado a un hombre dos veces y había roto un vaso que claramente sería descontado de mi sueldo.

La campanilla sonó y yo rápidamente miré la puerta, un hombre entró. Estaba demasiado paranoica, no quería ver a Luke, no después de lo sucedido. Pero mi subconsciente pedía a gritos que él cruzara aquella puerta y que se sentará en el lugar de siempre.

Negué levemente y suspiré, el simple hecho de pensar en él hacia crecer aquella angustia que parecía alojada en mi pecho, aquella que sentía que jamás se iría.

—Lissa, mesa 3. —Él cocino tocó la campanilla y yo asentí. Tomé la bandeja y la llevé hasta la mesa, eran una pareja de amantes.

—Aquí está su pedido. —Hablé dejando las botellas de cerveza y el plato de comida sobre la mesa.

—Muchas gracias. —Asentí y comencé a caminar aun escuchando sus conversaciones. —Que lo disfrutes princesa.

Aquellas palabras me recordaron tanto a Luke, mi corazón parecía llorar con solo tenerlo en mi mente. Apreté los labios y seguí mi camino, cuando estuve detrás de la barra dejé la bandeja y me apoyé contra una de las columnas.

Las lágrimas ya habían salido sin detención alguna, no quería llorar pero no podía evitarlo, pensar en Luke era pensar en lo que me había hecho feliz y a la vez en lo que me había lastimado. Y es que me sentía tan estúpida, creí que él era el hombre correcto, y tan solo era otro más que me había usado.

Sentía que el amor no estaba hecho para mí.

— ¿Una dulzura llorando? —me sobresalte al oír aquella voz.

Era un hombre de cabello rubio, con ojos avellana y una sonrisa muy linda. Estaba usando una camisa estilo leñador de color rojo.

—Discúlpeme... —seque mis lágrimas y me re compuse.

— ¿Cómo una joven tan hermosa puede estar llorando una noche tan linda como esta? ¿Quién pudo ser el desgraciado en causar esas lágrimas?

Mordí mi labio y me sonroje levemente.

—Alguien que no era para mí, fue mi error pensar que tendría un lugar en su vida... —Hablé por lo bajo. No sabía por qué estaba diciendo aquello, pero de alguna manera me sentía más libre. Levante mi vista y vi su mirada en mí, una cálida sonrisa de compasión estaba en sus labios. — ¿Desea ordenar algo?

—Sí, deseo ver una gran sonrisa en tu rostro. ¿Cuánto me costará conseguirla? —No pude evitar sonreír levemente ante sus palabras. —Sabía que esa sonrisa era igual de hermosa que tú. —mordí mi labio levemente.

—La sonrisa es cortesía de la casa. —él sonrió complacido.

—Me siento alagado, porque estoy seguro que esa sonrisa debe tener un valor muy alto por su belleza. —Rodé los ojos sin poder evitar sonreír y el río. —Dame dos cervezas, ¿Tú bebes?—reí y asentí levemente —entonces dame una para mí y una para la linda chica que quiero ver sonreír. —Mis mejillas ardían por sus halagos.

—Enseguida se las traigo. —fui por las bebidas y las dejé en la barra. Mire el horario y vi que mi turno había acabado. —Mi turno acabó. —Hablé dándole un trago a la cerveza.

— ¿No te gustaría quedarte un rato más? Yo te llevo a tu casa. —Mordí mi labio y asentí levemente. —Me llamo Ashton.

—Soy Lissa. —Le sonreí.

—Que hermoso nombre para una hermosa chica. —Sus alago me hacían reír para evitar sonrojarme. —Te vez muy joven. ¿Qué hace una niña tan linda como tú trabajando aquí?

—Ganarse la vida. —Él asintió.

—Me preguntó qué tan perra tendrá que ser la vida para hacer que una princesa no pueda disfrutar tranquila de su juventud y deba llorar por un desgraciado que estoy seguro que no te merece.

—Muy perra diría yo... —Tome otro trago y lo observe. — ¿Y usted que hace aquí? No es normal que un hombre atractivo este solo por aquí.

—Pues, aunque no lo creas, estoy soltero y aburrido de estar en mi casa. —Alce la ceja sorprendida por sus palabras. —Lo sé, sé que es imposible de creer. —Ambos reímos y yo negué levemente. —Pero tal vez la vida me estaba haciendo esperar a la joven perfecta. Y si es quien creo que es, estaré agradecido toda mi vida, porque es perfecta. —acercó su mano a la mía y la acarició. Su sonrisa era tan grande y mis mejillas ardían por sus palabras, incluso por sus acciones.

Su mirada no se despegaba de la mía, me hacía sentir bien, era tan cálida y dulce. No podía negar tampoco lo atractivo que él hombre era, sin hablar de lo caliente que me resultaba también.

De alguna manera Ashton había despejado mi mente y me había hecho olvidar de cierta forma a Luke.

Luke

Aquella noche había terminado en el sofá, desnudo junto a Jenna, me había dejado llevar. Sabía que debía decírselo a Lissa, pero no encontraba las palabras, simplemente quería seguir estando con ella. Y es que me había vuelto adicto a su sonrisa, a sus labios, y a tenerla entre mis brazos.

Cuando fui a verla ella ya lo sabía, mi corazón dolió al verla llorar por mi culpa, y es que Lissa era una joven tan hermosa, tan increíble, no merecía sufrir por mis errores. Y aunque sabía que ya no volvería a estar con ella, nunca negaría que lo sucedido había sido el mejor pecado de mi vida, porque no lo consideraba un error.

Lo había disfrutado y estaba seguro que, aunque quisiera negarlo, lo volvería a hacer una y mil veces si solo se trataba de ella, solo quería cometer los mil y un pecados con Lissa.

Cuando todo acabó regresé a la casa, sonreí cuando Jenna llegó y me beso como siempre lo había hecho. Sentía la esperanza de que todo estaría bien, que mi matrimonio volvería a ser el de antes.

Pero algo dentro de mí me hacía sentir extraño, como si algo se hubiese perdido y entre los brazos de Jenna no lo encontraría...

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