♡ Cuarenta Y Uno ♡

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Lissa

Observé el cielo libre de nubes y sonreí, el sol hacia lucir el mediodía tan alegre. Detuve mis pasos junto al resto de padres en el jardín de niños y observé como todos los pequeños salían y corrían a sus brazos, contentos por su día y por volver a sus casas.

Mi sonrisa se formó con rapidez al ver a mi pequeño con una flor de papel entre sus manos buscándome con la mirada. Sus ojos brillaron al verme y luego de darle un beso en la mejilla a su maestra corrió hacia mi para fundirnos en un gran abrazo, ese hermoso abrazo de todos los días.

—¡¡Mami!! —Habló entre risas por mi pequeño ataque de besos a sus mejillas.

—Mi bebé. —Él río entre mis brazos y colocó la flor delante mío. —¿Qué es esto que veo?

—Una flor, mami. Es para ti. —Mordi mi labio para contener la felicidad que me daba Alex y lo observé con emoción. —Yo la pinté ¿Te gusta, mami?

—Me encanta, amor. Muchas gracias. —Tomé la flor y volví a besar su mejilla para luego separarme y tomar su manita.—¿Cómo te fue hoy? —Le pregunté cómo solía hacerlo.

—Muy bien, ¡hice un dibujo y la señorita me puso 10!—Exclamó con alegría.

—Excelente, mi cielo. Por qué te has portado bien y has sacado buena nota te mereces... ¡Un helado!

— ¡SÍ! ¡HELADO! —Su grito de alegría me llenaba el corazón, Alex era lo mejor que había podido tener en mi vida.

—Vamos a por el helado. —indiqué caminando hacia la heladería más cercana.

Al llegar, nos detuvimos dentro del local, Alex observó los gustos como siempre solía hacerlo, aunque sabia lo que pediría.

—¿De que quieres tu helado, hijo?

—Chocolate, mami. ¡Con muchas chispas! —reí ante su emoción y le indiqué al heladero. El hombre sonrió y preparo un pequeño cono con el sabor que mi hijo más amaba para luego ponerle las chispas de colores.

—Aquí tienes pequeñín. —Él muy amable hombre se lo entregó y el sonrió feliz por tener su helado.— serán $5.—me indicó con calma. Asentí y rebusque en mi bolso mi billetera.

—Enseguida... —frunci el ceño ante no encontrarla y mordi mi labio pensando en la última vez que la tuve. —maldición. —bufé al recordar haberla dejado en la mesa de la casa.—Dios, no. —suspiré rendida. —la olvide en la casa. —golpeé mi frente frustrada por mi despiste. —Lo siento bebé, tendremos que comprar el helado luego. —observé a Alex quien hacia un mojin en sus labios al saber que no podría disfrutar de su helado.

—Un helado de fresa con chispas, por favor. Y cobrese el helado del pequeño. —Habló un hombre a mi lado. El empleado asintió tomando el dinero y yo lo observé sorprendida.

—Dios, en verdad no era necesario, señor. —lo observé agradecida.

—Claro que si, no querría dejar a este pequeño sin su helado ¿Verdad? —mi pecho golpeó con fuerza al ver sus ojos cuando se quitó sus gafas.

Cuatro años habían pasado luego de habernos alejado, cuatro años sin saber de él, cuatro años donde cada día su rostro invadía mi mente y se alejaba en mi corazón sin querer irse.

—Luke... —Una sonrisa cálida se encontraba en sus labios, sus ojos brillaban como los recordaba. Su cabello se encontraba más largo y ondulado, tenía una leve barba que cubría su mandíbula, algunas arrugas a los lados de sus ojos que hacían notar los años, pero aún así seguía luciendo su belleza juvenil que lo caracterizaba.

—Hola Liss. Ha pasado tiempo. —no tenía palabras, mi boca estaba seca, mis manos sudaban sin parar. Sentía mi corazón latir a mil por segundo, queriendo salirse de mi pecho y caer justo donde lo había dejado el día que me fui, en sus manos.

— ¡Abuelito! —una pequeña niña se acercó a su lado con un delatar rosado, al parecer también salía del jardín de niños. —¿Puedo comer mi helado allí? —Apuntó la mesa de colores que el local tenía para los niños.

—Claro, cielo. —la niña sonrió ante la aprobación de su abuelo. Estaba tan sorprendida de que Luke ya fuese abuelo.

—Mami. —sentí la mano de Alex sobre la mía y lo observé. —Yo también quiero comer mi helado allí. ¿Puedo ir? —Apreté mis labios intentando aclarar mi garganta y asentí.

—Claro, vamos. —los cuatro caminamos hacia la mesa donde los niños se sentaron y junto a Luke tomamos lugar en una banca a un lado.

—Que bueno volver a verte Lis. —sus palabras llamaron mi atención haciendo que observará aquellos ojos que tan loca me habían vuelto cuatro años atrás.

—Lo mismo digo. —Sonreí algo tímida.

—Luces igual de hermosa, incluso más de lo que recordaba. —Mis mejillas tomaron color rápidamente. No pude evitar bajar la mirada, me era inevitable.

—Gracias. Tu también luces muy bien, aunque los años pasen tu sigues luciendo igual de bien. —Él río por lo bajo y me sonrió con calidez. —Así que... Ya eres abuelo. —El asintió.

—Jack se lo tenía bien escondido. —Mordi mi labio al imaginarlo hablar con Jack, sabiendo que sería abuelo. —Fue bueno su llegada. Iluminó mi vida cuando sentí que ya no tenía sentido. —Aquellas palabras me hicieron sentir un nudo en la garganta. —Creí que estaba perdido luego de que te fuiste. Pero ella llegó para levantarme y seguir luchando. —Asentí apenada y baje la mirada. — ¿Y... Cómo va todo con Jasse? —alce la vista ante su pregunta.

—Nunca regresé con él, Luke. —Mi respuesta pareció sorprenderlo, incluso podía decir que alegrarlo en cierta forma. —¿Y a ti? ¿Cómo vas con Jenna? —recordando el última día que lo había visto.

—Jamas volví con Jenna, Lis. —aquellas palabras me hicieron observarlo a los ojos. —Estuve con ella luego de lo sucedido con Danna, pero solo como su amigo, como apoyo. —su mano se poso sobre la mía y la acarició. —Mi corazón te pertenecía, Lis. Y aún lo hace... —Aquellas palabras parecieron cegar mi percepción. Luego de tantos años sin vernos, sin comunicación alguna, aún pensaba en mí. Y me quería...

—Luke... —mordi mi labio intentando controlarme, mi mente no estaba preparado para lo que estaba sucediendo, me sentía débil, expuesta, aflorando todo los sentimientos que había escondido durante cuatro años.

Mi celular sonó, haciéndome regresar a la realidad, separando mi mano de la suya para contestar.

—Lo siento... —me disculpe por la interrupción. —Hola mamá. Sí... Claro. Está bien, enseguida vamos. Te quiero. —corté la llamada y suspiré. —Lo siento era... Mi madre. —me disculpe, el aún sonreía con calma, incluso podía decir que ternura al observarme. —Ya... Debemos irnos. ¡Alex! —Llamé a mi pequeño quien se acercó con su boca manchada y su helado a casi terminar. —Debemos irnos cielo. La abuela nos espera.

—Pero mami, quiero jugar con Luz en el parque. —hizo un puchero con su labios intentando convencerme.

—Lo siento cielo, pero debemos irnos, la abuela necesita que le llevemos unas cosas. Tal vez otro día puedas jugar con ella. —La pequeña quien se había acercado a su lado sonrió.

—Abuelo, ¿Puede venir Alex mañana a jugar al parque?

—Que gran idea cielo. Claro, solo si su mamá acepta. —La mirada de Luke se posó sobre la mía. —¿Qué dices, Lis? ¿Te parece discutirlo esta noche en una cena? —abrí mis ojos con sorpresa ante su invitación.

Mi corazón pareció dar un salte ante aquella pregunta, ansioso porque aceptara al igual que su mirada.

¿Acaso era buena idea? No lo sabía, y aunque mi mente me odiara por ello, mi corazón se sintió feliz al aceptar su propuesta.

—Claro.

Y luego de despedirnos, camino a la casa, mi corazón se sentía a gusto por lo sucedido...

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