♡ Treinta Y Dos ♡

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Lissa

El tiempo había pasado tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos, mi pequeño Alex estaba por cumplir su primer año. Mi relación con Luke iba increíble, a pesar de vernos con menos frecuencia por su trabajo, pero aun así siempre lograba volver nuestros momentos juntos, mágicos.

—No puedo creer que este pequeño ya cumpla su primer añito. —Danna llenaba de besos el rostro de Alex mientras el pequeño reía.

—Ha crecido tan rápido. —Hablé con nostalgia apoyándome contra el pecho de Luke quien me confortó.

—Ni lo digas, en un abrir y cerrar de ojos ya será todo un hombre, te presentará a su novia y para cuando lo pienses se estará casando. —Recalcó mi mejor amiga. Luke río al ver mi cara de molestia.

— ¡No! Mi pequeño jamás tendrá novia, él es solo de su mami. —Tanto Danna como Luke rieron por mis celos maternales.

—Amor, no seas así, sabes que cuando el crezca aún me tendrás a mí. —Lo observé y pude notar aquella mirada llena de picardía.

—Mmm... Daddy. —Le di un pequeño beso y pude oír la arcada fingida de Danna.

—Guacala. Oigan, agradezcan que Alex tiene sueño y yo también. —Ambos reímos y Danna se levantó de su lugar para tomar sus cosas. —Bien, ya me voy.

—Deja que te lleve, hija. —Luke se levantó del sofá.

—Vine con el auto de mamá. No te preocupes. —beso su mejilla. —Descansa y cuida de ellos. —Ambos se abrazaron. —Que descanses papá.

—Descansa Cielo. —Danna se acercó y me abrazo con fuerza.

—Buenas noches amiga. No follen mucho, no quiero que mi Alex tenga traumas. —reí por lo bajo sonrojada por su comentario y asentí.

—Adiós amiga, descansa.

Cuando Danna se fue, Luke comenzó a limpiar los platos del postre de manzana que habíamos comido luego de la cena. Por mi parte, fui a recostar a Alex a su habitación, luego de cambiarlo y colocarle su pijama de dinosaurio, lo recosté en su cuna y lo mecí hasta que se durmió.

—Descansa mi príncipe. —Besé su cabeza y fui hasta mi habitación.

Al entrar, Luke ya se encontraba recostado con su camisa a medio abrir, viendo la televisión. Cerré la puerta y comencé a quitarme el maquillaje, pues habíamos hecho una pequeña cena familiar en compañía de Danna.

Me senté en el borde de la cama y sentí como se acercaba a gatas detrás mío.

—Deja que te ayude, princesa. —Corrió mi pelo hacia un lado y comenzó a bajar el cierre de mi vestido. —Te vez cansada.

—Estuve toda la tarde con Danna, fuimos a recorrer el centro en busca de decoraciones para la fiesta de mi rey. Nunca creí que hacer la fiesta de un bebé fuese tan complejo. Ahora entiendo por qué mi madre quedaba agotada luego de mis cumpleaños. —El río por lo bajo.

—Todo saldrá bien, amor. No te preocupes. —comenzó a darme pequeños masajes que me provocaron cerrar mis ojos y tararear levemente, disfrutando de sus manos. —¿Quieres masajes, amor? —pude sentir sus labios en mi espalda y parte de mi cuello. ¿Quieres que Daddy te haga sentir bien?

—Mmm... sí... Quiero tus masajes, Daddy—Mordí mi labio al saber cómo seguiría la noche y me di la vuelta para observarlo con una gran sonrisa en su rostro. Lo tomé de las mejillas y lo acerqué a mis labios. —Hazme lo que tú sabes hacer, Daddy.

—Con gusto, amor mío. —en un abrir y cerrar de ojos nuestras prendas se encontraban en el suelo y lo único que nos cubrían, eran las sábanas.

Su cuerpo se encontraba sobre el mío, sujetando su propio peso con sus manos a ambos lados para no aplastarme. Sus labios devoraban los míos con fuerza, saboreándolos a su antojo, logrando que quedara cautivada bajo sus besos llenos de pasión.

—Te amo tanto... —Susurró contra mi piel mientras comenzaba a descender por mi torso. —Me vuelves tan loco... —Sus labios comenzaron a marcar mi vientre hasta llegar a mi monte de venus. —Tan perfecta. —comenzó a succionar mi centró con lentitud, logrando que me retorciera del placer.

—Mmm... Si... —Tararee mientras acariciaba su cabello. El observarlo entre mis piernas, atacando mi carne sensible, solo lograba excitarme más.

Me observó con una sonrisa y se acomodó entre mis piernas, me tomó de los muslos y flexionó mis piernas a cada lado de su rostro.

—¡DEMONIOS! —Gemí al sentir como su lengua lamia mi clítoris mientras insertaba dos dedos en mi interior y acariciaba mi punto débil. —Daddy... Mmm.

—Tan dulce y estrecha. —Susurraba contra mi centro para luego volver a atacarlo con sus labios, succionando, lamiendo y penetrándome con sus dedos. —¿Te gusta amor? ¿Quieres que te toqué más? —asentí frenética mordiendo mi labio mientras apretaba las sábanas a mi alrededor.

Me sentía desvanecer, Luke sabía exactamente dónde tocar para llevarme a un orgasmo asegurado. Sus dedos comenzaron a moverse con fuerza, mientras que devoraba mi carne sensible sin piedad alguna. La habitación se había vuelto testigo de mis gemidos incontrolables y la cama víctima de mis rasguños para intentar aguantar un poco más y no correrme tan rápido.

—Mmm.... DA... ADDY... Por... Por favor... ¡OH! —Chille al sentir un tercer dedo entrar en mí y moverse con fuerza.

— ¿Te gusta, cielo? ¿Quieres correrte? —Las lágrimas del placer comenzaban a recorrer mis mejillas, era una bola de susurros y gemidos. Mi vientre se sentía tan tenso, estaba tan cerca. —Hazlo princesa, correrte para mí. Quiero verte. —Gemí con fuerza al oírlo, sus palabras y sus dedos aún penetrándome me guiaron a un gran orgasmo que arrasó con fuerza sobre mí.

Estaba agotada, cubierta de sudor y lágrimas de placer, sentí como todo el estrés de mi día se desvanecía. Luke limpió los restos de mi orgasmo y subió hasta mi rostro para besar mi frente.

—Lo has hecho muy bien, amor. —sonreí débil, aun por el espasmo y acaricié sus mejillas buscando acercar sus labios a los míos.

—Te amo... —Susurré antes de besarlo con fuerza. Su boca aceptó con gusto la mía, parecía encantado de que yo tomara el control por lo que decidí recostarlo y subirme sobre él.

—Mmm... —tarareo al separarme de sus labios y tocar su miembro erecto.

—Mi turno, Daddy.

~*~*~

—Bien, tenemos los globos, el cartel de entrada y las invitaciones. ¿La comida ya está ordenada? —Observe a Danna y ella asintió.

—Todo listo, solo harían falta los útiles de comida y los manteles. El resto está todo.

—Perfecto. —Sonreí. —¿Crees que quepamos todos aquí? —Hablé observando la sala. —Es muy pequeño y me da tanta lástima no poder encargar un inflable. Si tan solo hubiese encargado el salón una semana antes. —Bufé molesta conmigo misma.

—¡Oye! no te culpes, tal vez cancelen esa reserva. No es tarde para buscar otro lugar si quieres, faltan algunos días, pero pienso que podríamos intentar. —intento animarme mi mejor amiga.

—No lo sé, el parque es el lugar perfecto, pero jamás nos dejaría hacerlo allí. —Suspiré cansada. — Si tan solo... —El timbre sonó interrumpiendo la charla.

—¿Esperas a alguien? —Negué levemente y me levanté camino hacia la entrada. —¿Quién es?

—Tal vez el vecino quejándose de las hojas otra vez. —Al abrir la puerta mis ojos brillaron, no podía dar crédito a lo que estaba viendo.

—Hola Liss.

—Jasse...   

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