032.

173K 9.8K 3.3K
                                    

Caminamos un par de minutos, sinceramente no sé para qué vino Hunter. No hizo nada más que mirar traseros y pedirle el número a alguna que otra chica con grandes atributos.

Detesto que haga eso estando conmigo.

En cambio yo, me la pase de tienda en tienda, realmente necesito ropa. Comprarla es algo que detesto pero una vez que salgo, aprovecho y me lleno de cosas.

Odio tener que probarme prendas. Es incomodo tener que estar sacándome el jean 20 veces en solo unas horas. Sin contar que desnudarme sabiendo que hay gente detrás de un pedazo de tela, es realmente incómodo.

—Quiero verte— dijo Hunter desde fuera del probador.

Me estaba probando un vestido que probablemente no lo vaya a usar en mi vida. Pero lo vi y quedé fascinada.

—Espera un segundo— contesté, tratando de subir el cierre de aquella prenda.

Cuando al fin lo pude hacer, me miré en el espejo. Nada mal. Solo que dejaba mucha piel expuesta y me daba algo de vergüenza mostrarle a Hunter.

Abrí la cortina con algo de vergüenza.

—Estás como para que me masturbe pensando en ti— dijo boquiabierto.

Maldito Hunter y sus "halagos".

Me sonrojé, al mismo tiempo que lo fulminé con la mirada.

—¿No crees que es demasiado corto y con mucho escote?— me miré en el espejo.

Efectivamente, era muy escotado y corto.

—Está perfecto, yo te veo y se me para...

—¡Hunter!

—¿Qué? Solo iba a decir que se me para el corazón. Tú eres la malpensada— dijo como un niño inocente.

Puse los ojos en blanco.

—Da igual, no lo llevaré. No me gusta.

—De acuerdo, pero quédate un rato más así— me miró.

—¿Por qué?

No respondió, simplemente me miró las piernas y luego subió su mirada a mi escote.

Ceeerdo.

Cerré la cortina rápidamente y me desvestí para volver a ponerme mi ropa.

Minutos más tarde, salí del vestuario y tras devolverle la prenda a la vendedora (de la cual cabe aclarar que Hunter le pidió el número) salimos del negocio.

Caminamos un rato, total silencio.

—¿Lo ves? Ahí está— dijo Hunter de mala manera parando en seco.

—¿Ahí está qué?

—Ese imbécil— señaló a un chico delgado que, cuando se dio cuenta que Hunter lo apuntaba con el dedo, desvió la vista— te miró las tetas, ¡te ha mirado las putas tetas!

La pequeña exclamación hizo que llamara la atención de algunas personas que estaban a nuestro al rededor. Sentí mis mejillas arder.

—Ya vuelvo. Voy a darle su merecido— apretó los puños.

Viviendo con playboysWhere stories live. Discover now