VI. Siete mil millones

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A veces me pregunto
de las siete mil millones de personas
que hay en el mundo
por qué vos

de los siete mil millones de pares de ojos
que hay en el mundo
por qué sólo los tuyos
son los que me hacen perderme
por qué sólo los tuyos
son cielo, y me hacen pájaro
por qué sólo necesito
que sean los tuyos los que me miran
y me contemplan
con todo el cielo del mundo encapsulado
en esa mirada

de las catorce mil millones de manos
que hay en el mundo
por qué sólo las tuyas
son las que me hacen temblar
por qué sólo las tuyas
son chispas, y me hacen fuego
por qué sólo necesito
que sean las tuyas las que me tocan
y me acarician
dejando todos los escalofríos del mundo
ahí por dónde pasan

de las siete mil millones de bocas
que hay en el mundo
por qué sólo la tuya
es la que me saca el aliento
por qué sólo la tuya
es metal, y me hace imán
por qué sólo necesito
que sea la tuya la que me besa
y me recorre
con toda la suavidad del mundo

de los catorce mil millones de brazos
que hay en el mundo
por qué sólo los tuyos
me hacen sentir tranquila y confiada
por qué sólo los tuyos
son casa, y me hacen volver a ella
por qué sólo necesito
que sean los tuyos los que me rodean
y me sostienen
con toda la firmeza del mundo

de los siete mil millones de cuellos
que hay en el mundo
por qué sólo el tuyo
me da tantas ganas de besarlo
por qué sólo el tuyo
es miel, y yo tengo hambre
por qué sólo necesito
que sea el tuyo el que esté siempre cerca de mis manos
y de mis labios
que van dejando un camino húmedo
con todo el deseo del mundo

de las siete mil millones de personas
que hay en el mundo
por qué sólo vos
me inspirás tanto
por qué sólo vos
sos fuego, y yo tengo frío
por qué sólo necesito
tenerte a vos acá conmigo
mientras te miro
con toda la ternura del mundo

y me pregunto
si vos también te preguntás a veces
de las siete mil millones de personas
que hay en el mundo
por qué yo

Lo que nunca pude decirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora