XVI. Blanco

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Todo es blanco desde que te fuiste
pero no blanco nieve o blanco luz del sol

blanco insípido, blanco insulso, impoluto, eterno
blanco vacío
blanco silencio

todo es tan blanco desde que te fuiste
que estoy empezando a quedarme ciega

no puedo recordar cómo distinguir 
esas cosas llamadas colores
que ahora para mí
son sólo subtonos de blanco
y sin embargo sigo recordando
el mar de tus ojos
eso te lo aseguro
eso te lo prometo

también recuerdo el rojo
-lo llamábamos fuego-
que siempre nacía entre nosotros
cuando nos tocábamos
justo a medio camino
entre tu pecho y el mío
o el rojo de las rosas
-mis rosas sin raíces-
que aferré con demasiada fuerza
hasta que mis manos se llenaron de sangre
por las espinas
pero tus besos anestésicos siempre hicieron que me olvide de esas heridas
ojalá me hubieses vendado
ojalá hubiese soltado las rosas

y me cuesta un poco
pero también me acuerdo del negro
que teñía el cielo de nuestras noches
y nos dejaba ver sus estrellas
aunque confieso que era más entretenido
descubrir nuevas constelaciones en tu piel
y contar cuántos lunares las formaban
en esas noches vos fuiste mi luna
ese refugio plateado
bajaste mis mareas
sólo para que no me ahogara
pero nunca me dijiste que te ibas a ir
-vos y todas tus estrellas-
con el alba
ese ladrón dorado
que me obligó a despertar
ojalá me hubieses avisado
ojalá me hubiese despertado antes

todo es blanco desde que te fuiste
tanto que ya no sé escribir mi nombre
y de tanta claridad
estoy empezando a extrañar mis sombras
mis penumbras
mis oscuridades
esas que antes me aterrorizaban
pero que ahora serían bienvenidas
sólo para llenar este vacío
tan blanco que me quema

pero sin duda lo peor de todo es que
todo es tan blanco desde que te fuiste
que tengo miedo de descubrir que no sólo en la oscuridad
habitan los monstruos

Lo que nunca pude decirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora