XXXIII. Troya

23 0 0
                                    

Cómo querés que no te mire
cuando estás tan hermoso allá sentado
riendo con los ojos cerrados
charlando con la gente
con un vaso de alcohol en la mano
y una sonrisa
todavía más embriagadora en la cara
y yo estoy tan sola acá sentada
en la ventana mientras fumo
quizás para tener mis labios ocupados
y no correr el riesgo de que se les escape un suspiro
obviamente
impregnado del verbo extrañar
e impregnado de vos

cómo querés que no te mire
si tu belleza me invoca
y yo obedezco
si tus manos me acercan
y yo me rindo
y te permito que intentes hacerme cosquillas
como hacías antes
-antes cuando mis risas terminaban en tus besos-
no te sorprendas de que ahora
ahora ya no tenga cosquillas
(creo que desde que te fuiste
ellas se fueron con tus manos)
perdoname pero ya no puedo reírme
mi cuerpo sólo sabe emanar nostalgia por los poros
pero no me voy a quejar si tus manos
siguen buscando ese punto débil en mi estómago
y no voy a confesarte que ya no consigo
no consigo tener cosquillas
sólo para que sigas buscando
un ratito más

cómo querés que no te mire
cómo querés que no te mire
cuando me sonreís así
y veo en tus ojos amaneceres
atardeceres
fuegos artificiales
incendios forestales
volcanes activos
dragones naciendo

cómo surge mi Roma
cómo se quema mi Troya

pero entonces mirás para otro lado
porque de tanto verte me hice invisible
y entonces yo también me obligo
a mí misma a desviar la mirada

Lo que nunca pude decirteWhere stories live. Discover now