Lo que nunca pude decirte

LII. Hojas rojas

Las hojas en las que te escribo son rojas

las hojas en las que te escribo deberían ser del color de tus ojos
es decir como un mar
siempre en calma
nunca tormentoso
tan cristalino que podía ver a mis peces
nadando con las olas
jugando con tu marea
qué lástima que tu luna no era yo

la que atraía a tu centro de gravedad
la que controlaba tus mareas
tenía otros cráteres
-tenía otro nombre-

y qué lástima que mis barcos
ya no encontraron tus faros
y naufragaron todavía a la espera
de que vinieras y los salvaras
de ahogarse
porque te olvidaste de enseñarme
cómo tenía que nadar
porque no me diste ningún
chaleco salvavidas

las hojas en las que te escribo deberían ser blancas
como el silencio que me dejaste
como el vacío del costado de mi cama
y siempre uso la misma metáfora de mierda
pero la verdad es que ni siquiera llegaste a dormir en mi cama
ni para eso tuvimos tiempo

aunque la verdad me hubiese gustado
tener tu olor, tu esencia en mis sábanas
en mi almohada
me hubiese gustado encerrarnos en mi cuarto
prender las luces violetas de la pared
y tener el privilegio
de observar tu cuerpo desnudo en mi propio colchón
me hubiese gustado despertar a tu lado
entendés
despertar y verte ahí durmiendo
con esos ronquidos
que nunca llegaron a molestarme
sólo porque eran tuyos
sólo porque los emitías vos

de todas formas en mi mente
dormiste en mi cama muchas veces
todas en las que el insomnio me visitó
junto a tu fantasma

pero las hojas en las que te escribo son rojas
y a veces me pregunto si antes de que las escriba son blancas

-a veces sospecho que el color de las hojas
es del mismo tono que mis venas-

será que de tanto sangrar palabras
las estoy tiñendo a todas
será que de tanto escribir con mis heridas
las estoy volviendo rojas

y ya vamos más de 50 hojas
a veces me pregunto cuándo va a terminar todo esto

(¿no notaste cómo todo
se está poniendo cada vez más caótico?
mis escritos
y yo
y mi vida

tengo miedo)