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Estábamos en una mesa al lado de un gran ventanal, la vista al bosque que se extendía en el patio del restaurant era hermosa. Noah no paraba a de alardear al chef del lugar y de la fabulosa pizza de peperoni.

Manteníamos una conversación fluida, sobre nuestro pasado y nuestras aventuras de niños.
Era impactante e irreal estar hablando con él, después de todo, nuestro trato en el campamento se había roto pero también se había cumplido.

Su sonrisa iluminaba el lugar pero luego dejó de hacerlo, me miró y yo me giré. Miré hacia la gran ventana que daba al estacionamiento del lugar y entonces supe la razón de su expresión, Lidia.

—¿Qué hace aquí? —ella todavía no había entrado al lugar.

—No lo se —miró para todos lados con desesperación—, escóndete en el baño le diré a Bob que nos prepare la comida para llevar.

Me levanté de la silla, y caminé hacia el baño de damas. Cuando tomé el picaporte, la puerta de la entrada chirro, me di vuelta y Lidia entró con dos amigas. Me metí en el baño y entré a un cubículo ¿ahora qué?. No tenía mi celular, mi ropa seguía algo mojada y yo estaba sola en el baño, esperando una señal o algo.

Esperé 5 minutos, hasta que el aburrimiento acabó conmigo. Salí del cubículo, pero al empujar la puerta está se abrió. Sentí un mareo intermitente y mi corazón se iba a salir de mi pecho.

—Vámonos —Noah me tomó de la mano y me arrastró hasta la entrada—. Eso estuvo demasiado cerca —nos subimos a su auto y él puso la caja de pizza en mi regazo.

—¿Dónde está Lidia? —pregunté , todavía seguía algo alterada por el casi encuentro con ella.

—Se fue, solo dijo que había encargado una pizza y esta noche habría una noche de chicas —sonreí irónica, noche chicas, amigas. ¿Lidia sigue manteniendo amistades después de todo?

—Esto será un poco más complicado de lo que pensé —el asintió, pero la adrenalina que corría por mis venas me hacía sentir bien. Raramente bien—, bueno, tú lo dijiste. Soñemos un poco.

~

Noah estacionó el auto a una cuadra de mi casa, seguro mi padre estaba sentado en la sala esperando mi llegada para darme un buen y merecido sermón.

—Gracias, por traerme —contesté y me saqué su campera. Al fin se había secado mi ropa.

—De nada, y perdón lo de tu celular —se rascó la nuca con nerviosismo.

—No hay problema, esto lo valió —con mi mano derecha tome la remera de Noah y la tiré hacia mi, llevándolo hacia mis labios.

—Nos vemos en la escuela —me contestó.

—Nos vemos —bajé del auto y emprendí camino hacia mi casa, mientras veía a Noah alejarse.

Cuando lo vi perderse entre las calles me percaté de que no había avanzado ni un metro, solo había estado vacilando, pensado en él como si se tratase de una estrella de rock o un modelo súper famoso.

Caminé apresuradamente hacia mi casa y abrí la puerta con cuidado, aunque sabía que mi padre se encontraba detrás de ella. Me di vuelta pero toda la casa se encontraba a oscuras. Grité para ver si había alguna señal de vida pero nada.

Subí las escaleras y prendí la luz de mi habitación, el desorden estaba de igual manera que cuando me había ido. No se como pensé que se arreglaría solo. Entonces, solo tarde 1 hora en terminar de acomodar mi habitación, ya que la otra vez había visto que ordenar tu ropa por color es más eficiente, y así lo fue.

Cerré mi closet y me deslicé bajo mi pillama. Estaba a punto de tomar mi celular, pero me acordé de que lo había perdido en el lago, suspiré y tomé mi computadora, ya había descargado la aplicación de mensajes en ella, así podría ver si mi padre había mandado algún mensaje.

-Hija buen dia -Papá.

-Tal vez estés enojada porque no te dije que hoy trabajaría -Papá.

-Emma puedes contestar los mensajes -Papá.

-Llegaré tarde a casa -Papá.

-Hola papá, perdón -Emma

Debía inventar una buena excusa para explicar porque no tenía mi celular.

-Esta tarde fui a la cafetería, y accidentalmente mi celular se rompió -Emma

-Por completo -Emma.

-Lo siento -Emma.

-Lo supuse -Papá.

-Nunca sueltas esa cosa, ya era hora de que le pasara algo -Papá.

-Después hablamos, ahora descansa que mañana es día de escuela -Papá.

Solo le respondí con un emoticón de una mano saludando y un corazón. Cerré la computadora y me metí dentro de las sabanas, para descansar. Después del día pesado, al fin pude sentir mis músculos relajarse.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora