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¿Seguir con mi vida?
Ir a la universidad de Nueva York, estudiar medicina y recibirme como cirujana de trauma. Ejercer mi profesión allá y ¿que más? Noah no esperaría a que yo hiciera eso. No se lo permitiría. Ni siquiera lo tomaría como una opción.

Lo estaba a punto de hacer, haría esto. Es mi futuro, no dejaría que Noah lo desperdiciara esperándome, y yo no dejaría pasar esta oportunidad. Enviar. Cerré la computadora y me tiré a la cama. Tal vez una buena siesta podía arreglar mis ideas, dormir me servía mucho desde que tengo memoria. Me cambié con mi pillama y me lance de nuevo a la cama.

Domiria una buena siesta, para después estar con energías. Iría a la peluquería y me harían un peinado junto a una manicura y pedicura, luego volvería a casa en donde Karina me maquillaría. Traté de contactarme con ella toda la mañana y logré programar una cita. Lo que era literalmente un milagro.

Cerré mis ojos tratando de no pensar en nada más que dormir, y fue ahí cuando empecé a sentir mis músculos relajarse y en menos de 2 minutos, caí dormida.

~

La tarde paso algo aburrida. Bueno, personalmente no me agrada ir de acá para allá y menos, con un peinado que no puede ser tocado ni por el viento. Me habían recogido el cabello en una media cola, y me lo habían enrulado sólo un poco en las puntas. Mis manos se sentían extrañas al tacto, pues era la primera vez que me había puesto este tipo de uñas. Pero mis pies, estabas suaves y lindos. Perfectos para unos zapatos que había estado guardando desde hace tiempo, y solo había usado una vez.

Mi maquillaje estaba casi listo, y yo no dejaba de mover mis piernas nerviosamente. Karina me había llamado la atención varías veces por no dejar mi cuerpo quieto. Pero estaba nerviosa, alterada, asustada y confundida, esta tarde había ido a casa de Mel por uno de sus tantos "sabios consejos" y había salido de su cuarto peor de como entré. No sabía que hacer, ni que decir. Sumado a que Noah no había demostrado ni un rastro de vida, ni en Instagram ni en mi casilla de mensajes. Y ya era tarde para retractarse, yo había enviado mi afirmación para la universidad de Nueva York. Me habían contestado, cuando volví de la peluquería vi el mensaje, y si era como Mel me había dicho, tenía una habitación en el campus Norte.

—Okey Emma —Karina se alejó de mí un poco y yo pude abrir los ojos. Me examinó el rostro y luego sonrió—. Por dios estas demasiado hermosa, muero por verte en el vestido —se dio la vuelta—, ve y póntelo.

Caminé a un paso rápido hasta mi habitación encontrándome con mi padre en el descanso de las escaleras y luego entré a la pieza. Salté a la cama como una niña pequeña, para no rodearla, y corrí al baño con el vestido en mano. Me lo deslicé por mi cuerpo mientras sentía pequeñas mariposas en mi estómago. Y cuando terminé de ponérmelo subí el cierre, el cual pude subir sin problemas. Busqué los zapatos que tanto habían esperado por mi, color pastel y taco alto, y me los puse completando mi atuendo.

Me dirigí al espejo y me miré fijamente en el, el vestido encajaba justo para mi. ¿Como era posible que mamá supiera esto? Había pasado tanto de su muerte, que estaba olvidado el tono que hacía su voz cuando decía Te lo dije. La sentía tan cerca con esto puesto, que me costaría poder sacármelo al salir del baile.

—Toc Toc —miré la puerta y mi padre estaba en ella—. Te ves tan hermosa —se acercó a mi—, eres el calco de tu madre.

—La extraño tanto —me contuve para no echarme a llorar—, ella siempre estaba a un paso delante de nosotros.

—Tengo un regalo para ti —lo miré a través del espejo y vi todos sus movimientos hasta que concluyeron con en el sosteniendo un dije—. Convina con todo lo que te pongas de ahora en adelante. Felicidades por tu ingreso a la universidad de Nueva York.

Subí mi cabello y el me lo colocó en el cuello. Era una cadenita plateada con el nombre Emma en ella.

—Gracias papá —lo abrasé.

—Yo más, pequeña —me separé de él y escuché el timbre en toda la casa— ¿Quién es?

—Yo... —me asomé a la ventana y pude distinguir un Jeep—. Noah.

Corrí a toda prisa y me coloqué desodorante, perfume y unos aros largos color dorado. Tomé un bolso y mi celular. Caminé escaleras abajo y me encontré con Karina, quien se emocionó al verme completada.

—Estas hermosa Emm —acotó admirándome—. Pero creo que vinieron por ti.

—Ooh —caminé hacia la puerta y antes de abrirle tomé un respiro corto—. Hola.

—...

Su mirada viajó a través de mi y me sentí intimidada por su falta de sutileza. Llevaba puesto un traje color negro, con una camisa blanca decorada con pequeñas rosas bordo. Se veía tan hermoso, y me costaba comprender que me había elegido a mi para ir al baile.

—Eeeeh —me miró a los ojos.

—Estas... —se acercó a mi y me abrazó—. Te extrañe tanto.

—Yo igual —alguien carraspeó la garganta y obligó a que nos separáramos

—Los alcanzare en media hora —miré a mi padre, detrás de él apareció Karina, quien se fue después de saludarnos—. Diviértanse.

Caminamos hasta el auto y nos subimos, una vez que nos colocamos los cinturones de seguridad, Noah prendió el motor y emprendió camino hasta la preparatoria. El viaje era tranquilo y despacio, como si nunca quisiera llegar.

—Noah —asintió con la cabeza dándome la señal de que me escuchaba—, Mmm —miré mis piernas cubiertas por la tela—, estuve pensando en lo que dijiste ayer.

—No hables de eso Emma —me interrumpió—. Yo se lo que dije ayer... estuve todo el día dándole vuelta al tema y no me ayudo mucho a calmar los nervios —asentí—, ahora solo quiero pasar tiempo con mi chica.

Mi chica, Noah Centineo me había llamado mi chica. Eso significaba que ¿ya éramos novios?

—Yo... esta bien —sonreí y mantuve mi mirada al frente.

El viaje fue cálido. El silencio entre nosotros era abrazador, pero los dos sabíamos que estábamos disfrutándonos, sin ataduras, ni condiciones. Me sentía bien, el nudo con el cual me desperté y el que no me dejaba tomar decisiones desapareció. Y ahora estaba sintiendo tal vez lo que siente una adolescente yendo a su fiesta de graduación, esos nervios y ese calor.

Noah aparcó el auto lejos de la entrada del gimnasio ya que el lugar se había llenado rápido. Salí del auto y acomodé mi vestido, sus pasos se acercaron a mi y me tomó de la cintura.

—No sabes cuanto esperé este momento —sonreí y acomodé su corbata.

—Sabes que tarde o temprano tendremos que conversar ¿cierto? —su mano viajó a mi rostro y guardó un mechón detrás de mi oreja—. No toques mi peinado.

—Ósea que tu puedes tocar mi cabello y yo no —se apartó un poco.

Rodé los ojos y me acerqué a su rostro para besarlo. Él tomó de mi cintura y me atrajo más hacia el, mordí su labio y él también lo hizo. Cuando me separé el pegó nuestras frentes.

—Que dices si hacemos una entrada triunfal —sugirió

—Emma Smith y Noah Centineo, daremos de que hablar.

—No nena, tú darás de que hablar —me miró y mordió su labio.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora