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Cerré la computadora y la dejé en su lugar acomodando también la silla. Con Thomas nos acercamos a la ventana para escapar, pero la luz del pasillo se prendió. Me quedé quieta viendo como las siluetas pasaban por detrás de la puerta de Lidia y se veía por la abertura qué hay entre la puerta y el suelo.

Los pasos se empezaron a acercar, y se detuvieron en frente de la puerta. Miré hacia todos lados hasta que divisé el armario. Agarré a Thomas por el cuello de su remera y lo arrastre armario adentro. Me sorprendió lo pequeño que era, con la cantidad de dinero que ella obtenía no tuviera un armario más grande.

Miré hacia adelante y la cara de mi acompañante audaz quedó enfrente de mi. Moví la cabeza ligeramente hacia la izquierda y la nariz de Thomas rozó mi mejilla derecha.
Cuando la puerta de abrió de golpe y las luces se prendieron, mi cuerpo se congeló y empecé a cuestionar la increíble idea que había tenido de venir aquí.

—¡Richard su ventana está abierta! —una voz retumbó por toda la habitación e hizo que mi corazón se acelerara— ¡Por aquí salió!

—Te dije que teníamos que ponerle alarma —la voz de un hombre entró por la habitación y su silueta se posicionó en frente del armario tapando algo de luz que entraba por las rendijas de la puerta—. Solo cálmate Minerva, sabes como es.

—Se escapó —susurró Thomas en mi oído. Su aliento provocó que los vellos de mi nuca se erizaran, no era un estado de ánimo que quería tener ahora.

Estuve atenta a la escena que teníamos ante nuestros ojos cuando mi celular comenzó a vibrar entre mi piel y la falda. Lo tomé y vi que la pantalla iluminaba el nombre de mi mejor amiga. Creo que se había dado cuenta de mi escapada.

—Vámonos, cuando venga sabrá que no tiene por qué subestimarnos —la mujer fue la primera en abandonar la habitación seguida de el hombre, quien apagó la luz y cerró la puerta.
Cuando escuchamos los pasos alejarse Thomas y yo salimos del armario, y pude recuperar algo de aire y compostura.

—Eso estuvo cerca —advirtió.

—Vámonos, yo primera —dije y me asomé de la ventana aferrándome a la viga.

Cuando los dos tocamos tierra corrimos hacia el auto de Thomas y nos encerramos sabiendo que todo había terminado.

Pude quitarme otro peso de encima pero aún me sentía algo vacía. Al recordar el inconveniente que había tenido con Noah todo cobró sentido en mis sentimientos. Lo que había dicho, no lo tendría que a ver dicho. Los dos somos unos completos tarados, tenía que arreglarlo. Aclararle que todo había terminado, que el video fue borrado y que ya no teníamos porque escondernos, aunque hallan sido unos pocos días.

—¿Dónde vamos? —Thomas me sacó de mis pensamientos.

—De vuelta a la fiesta —contesté segura.

—¿Ya te sientes mejor? —el quería entablar una conversación.

—Si la verdad que mucho mejor —dije tomando mi celular y corroborando que no tenía ninguna llamada de Noah—, todo se acabo, en tres días me graduaré y me iré de aquí.

—¿Eso es lo que quieres? —miré a Thomas!—. Digo, ¿no te preocupa dejar a tus amigos, o tus padres?

—Mi única amiga es Mel, y espero que mi padre pueda sobrevivir sin mi. Lo hizo durando 3 días que fue en el campamento de la escuela —conté.

—No es lo mismo —rodé los ojos. ¿Ahora está a en un interrogatorio?

—Solo quiero largarme de esta ciudad, me trae malos recuerdos —miré por la ventana.

Cuando llegamos a la fiesta, Thomas me dejó en la entrada y el se largó a estacionar el auto.
Caminé hacia la puerta y los dos muchachos que antes estaban en la allí ya no se encontraban. Pasé sin ningún problema y noté que la fiesta ya se había puesto. La gente bailaba con canciones de distinto género mientras trataba de no volcar el contenido de sus vasos. Pero mis ojos solo buscaba una silueta que no se encontraba en la habitación.

—¡Oye! —me di vuelta y Mel estaba con un vaso en la mano y debajo de su axila se encontraba una botella— ¡¿Donde te fuiste?!

—Lo siento tuve que hacer algo con —me interrumpió.

—¡Thomas! —asentí— ¡Sexo exprés!

—¡Tarada!— golpee su frente y ella sonrió. La cabeza de Noah se asomó detrás de la de Mel y me miro con el ceño fruncido.

—¡Te veo en el patio! —ella asintió y se largó.

Cuando la vi perderse entre la multitud bailando, miré hacia al frente y mis ojos se encontraron con los de Centineo. Me acomodé un mechón de cabello detrás de la oreja y me acerqué a él.

—¿Se supone que ahora si nos podemos dejar ver? —lo miré.

—Fui a la casa de Lidia —levantó las cejas—. Eliminé el video.

—¿Que hiciste que? —entré abrí la boca pero luego la cerré, esperaba otra reacción. Cuando me di la vuelta lista para largarme con mi orgullo, unas manos abrazaron mi muñeca izquierda y me giaron hasta un baño—. Entraste a su casa y tomaste su computadora sin permiso.

—Eso hice, y no me arrepiento —me crucé de brazos—, lo hice por mi, por mi futuro, por mi imagen... ¿acaso no te importa? pues es lo que demuestras.

—¿Por eso estabas con Thomas? —asentí y desvíe la mirada—. Siento lo de hace un rato, tuve un problema con Lidia y me descargué contigo.

—Eso no me importa Noah, lo que importa es que seremos después de esto —pude notar como tenso la mandíbula—, no quiero ser tu segunda opción, no quiero esconderme más.

—No lo serás —tomó mi mentón y me obligó a mirarlo.

—¿Eso cuando sucederá? ¿Cuándo nos graduemos y nos larguemos? —corrí el rostro.

—Terminaré con Lidia— mordí mi lengua, ¿Lo hará? Otra vez, la última vez no salió muy bien que digamos— Ya no más besos a escondidas.

— ¿No más?— el negó, traté de sonreír. Y tragué en seco, sentí que sus manos rozaron con las mías y fue suficiente para que yo agarra su cuello obligándolo a besarme. Sonreí cuando fui correspondida, el llevó sus manos a mi espalda y les ofreció pequeñas caricias.

— ¿Smith?— me separé algo agitada— ¿Irías a la graduación conmigo?

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Where stories live. Discover now