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Mi lápiz golpeaba la mesa de manera nerviosa mientras trataba de recordar cual era esta maldita respuesta. Vamos no es tan difícil Smith, lo estudiaste. Miré el reloj una vez más y solo faltaban 2 minutos para poder entregar la hoja y yo era única en el salón. La profesora ya amenazaba con irse y eso me volvía loca.
Ta-te-ti, será la casilla B entonces. La marqué con el lápiz y me levanté de mi lugar para entregarle la hoja a la mujer. Cuando salí del curso vi a Mel afuera charlando muy pegada a Mike. No quise interrumpir ese momento y me dirigí a la sala en donde sería la evaluación de matemática.

Solo faltaban unos escasos minutos para que empezara y la tensión se sentía en el curso. Me senté en un asiento vacío, y saqué la calculadora científica junto a unos apuntes y mi lápiz.

Repasé cada ecuación, cada sistema, cada regla y memoricé la cantidad de información que pude en mi cerebro. Pero con una taza de café sería más fácil.

—Muy bien alumnos, apuntes afuera y vistas en sus hojas —la profesora de matemática nos entregó unos 6 papeles abrochados, suerte.

Miré cada hoja y sentí nauseas. Podía salir corriendo en este preciso momento para nunca volver y mirar atrás. Pero era mi obligación pasar este examen. Y aunque solo halla estado estudiando unas horas con Thomas, la información que me dio era suficiente como para no entrar pánico.

Cuando la profesora se levantó para retirar las hojas, yo le puse mi nombre a la mía y se la di con algo de disgusto. Siempre en estos exámenes sentía que algo estaba mal y así lo estaba. Agarré mi bolso y cuando salí, Mel y Noah estaban afuera los dos apoyados en la pared.

—Hola —fruncí el ceño.

—¿Como te ha ido? —preguntó Mel y yo sonreí a medias—. Pasaras, no te hagas problema.

—¿Ustedes? —pregunté refiriéndome a ambos.

—De maravilla —contestó Noah y Mel le siguió.

—Me iré a casa necesito dormir —dije dirigiéndome a la salida.

—Espera —mi muñeca fue sujetada y cuando me di vuelta Noah la agarraba. Mel ya no se encontraba junto a nosotros y supuse que fue a dormir—, Mel me dijo que estás sola en casa.

No recordaba haberle contado a Melanie sobre el viaje inesperado de mi padre. Pero ella me conocía lo suficiente y no dudaría en decir que ella lo averiguo por si sola.

—Si quieres puedo ir a pasar la noche contigo —trague en seco y mi piel se erizo. Apenas eran las 1:00 p.m y yo solo quería comer un buen plato de comida y caer a la cama rendida—. Si tú quieres.

—Yo... bueno Melanie es muy boca floja —bajé la mirada, me sentía ridícula—. Esta bien, puedes venir esta noche.

—Iré a las ocho con comida —besó mi frente y lo vi alejarse con rapidez.

Caminé hacia mi auto y me quedé estática al verlo. Una línea le pasaba desde un extremo a otro. Seguí mi paso y tomé una nota que estaba en el parabrisas.

Suerte en la granja pequeña cerda.
L.B

Arrugué la nota y la tiré a un costado. Toqué con la punta de los dedos la pintura negra que se había salido y luego escondí mi cara entre mis manos.

Solo iría a casa, comería y dormiría. Después resolvería este tema, mañana solo vendría al colegio a verificar si había pasado de curso y luego me preocuparía por que ponerme en el maldito baile. Lidia se podría ir lejos y yo olvidaría su patética cara de una vez todas. Solo eso, y nada más.

Cuando llegué a casa estacioné el auto y no miré la marca que había en el. Entré a casa y dejé las llaves en el tarron a un lado de la puerta. En el refrigerador solo había una caja de leche, jugo de naranja natural y agua. Las alacenas estaban prácticamente desiertas.

Me rendí y me conformé con un vaso de leche fría. Subí a mi habitación y después de quedar en completa ropa interior me entregué a la calidez de mi cama. Tapándome hasta el ojo y descansado de tan espeluznante noche y día.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Место, где живут истории. Откройте их для себя