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Reí sin cesar ante las estupideces que soltaba Mike de la nada, mi mirada se dirigía a Melanie quien miraba a su novio como si fuera un objeto que debería adorar siempre que pudiera. Pues si, de la nada Mel soltó que eran pareja. Era de esperarse, era algo extraño que se dijeran "te quiero" y se estuvieran besando por todos lados, sin ser novios.

Pero Noah y yo hacíamos lo mismo, él no había parado un minuto. Ya se había cansado de decirme lo hermosa que estaba esta noche, cuan feliz estaba de que yo sea su pareja en el baile y que me quería en todas partes con el. Sonreía nerviosa ante esas muestras de afecto, nunca había experimentado algo igual, y la idea de tener que hablar con él me comía la cabeza.

—Emma —miré a Noah—. ¿Porqué te ves tan jodidamente bien con ese vestido?

—Ya me hartaste —reí y el frunció el ceño

—Yo nunca podré tener suficiente de ti —se acercó a mi, su aliento chocó con mi nariz y su dientes se asomaron de entre sus labios—, ¿lo sabias?

—Si —contesté sin aliento.

Noah no perdió otro segundo y me atrajo a sus labios, sabían a Fanta, era tan suaves y tan carnosos. Los movimientos eran lentos, bailaban jugueteaban, su lengua se adentro a mi boca como siempre lo hacía y yo sonreí ante esa acción. Mi mano viajo a su nuca y se pegó a su cabello, atrayéndolo más a mi. No había un solo espacio de vacío entre nosotros. Era tan fantástico, tan embriagador su aroma, su textura, su besar.

—Puag —algo golpeó mi cabeza. Torpemente me separé a Noah y miré a Mel—, vamos a bailar Romeo y Julieta.

—Esto podría llegar más lejos —Noah me ayudó a levantarme de la mesa y yo la miré confundida—, si no hubiera más gente.

Golpeo su hombro y él suelta una risa. Los dos tomados de las manos nos dirigimos hacia la pista de baile sintiendo todas las miradas sobre nosotros, pero esta vez no me importo tanto. Las luces bajaron y dieron un aspecto más matinée al lugar donde nos encontrábamos. Taylor Swift sonó por los parlantes y de inmediato más gente se empezó a acercar para disfrutar la vibra que shake it off nos podía regalar.

Melanie me rodeó y me sacudió su vestido, tomó mi mano dándome vueltas como una bailarina. Al final quedé algo mareada por la pequeña demostración de baile y Noah tomó mi cintura ayudándome a retener mi poco equilibrio. Los cuatro, contando a Mike, formamos una pequeña ronda y movimos nuestros cuerpos llamando la atención de la mayoría de personas.

—Emma —Noah se pegó a mi espalda y me rodeó con sus brazos—, vamos a afuera por un poco de aire ¿si?

Asentí, habíamos estado bailando unos 20 minutos y este vestido me estaba dando calor y comezón por todo el cuerpo. Rodeamos la mesa riéndonos por las parejas y la gente que encontrábamos a nuestro alrededor, no recordaba que los bailes escolares fueran tan divertidos, tal vez todo era más divertido a su lado.

—Emma, hija —mi mano libre fue sujetada y encaré la cara de mi padre.

—Ooh papá, uhm —solté a Noah y me acerqué más a él—. Iríamos por un poco de aire.

—Lo se, te vi bailar —sonreí avergonzada—. Tengo que irme —asentí algo apenada—, tendré una reunión a las 6 a.m en la oficina.

—Esta bien papá.

Nos despedimos con un beso y un abrazo, y luego de que él nos tomara a mi y a Noah unas 20 fotos, pudimos liberarnos del agobiante ambiente en el gimnasio. Mis fosas nasales agradecieron tomar aire puro y mi cuerpo también. La noche estaba más fresca que cuando llegamos y la luna iluminada todo el estacionamiento. Noah tomó mi mano y me dirigió por todo el lugar hasta llegar a su auto.

—¿Que harás Centineo?

—Quédate aquí

Vi sus movimientos al abrir el auto y luego su trasero cuando metió dentro. Estuvo unos 10 segundos rebuscando algo hasta que salió con una botella de Ron de uva y un vaso.

—Esto debe ser ilegal —negué acercándome a él.

—¿Tienes miedo? —levantó un ceja viéndose condenadamente sexi.

—No —le arrebaté la botella de la mano y luego serví un poco en el vaso.

—Vamos —tomó un poco del vaso.

Empezó a caminar fuera del estacionamiento y yo lo seguí. El ruido de la música y la gente gritando se podía escuchar por todo el lugar. Una fina de capa de niebla cubría nuestro paso y los grillos nos regalaban una escandalosa melodía. Lo vi surcar la escuela hasta que llego al campo de fútbol y se sentó en medio de este.

—Oye ¿sabes que la graduación está allí? —apunte el salón de educación física.

—No nos extrañarán por un rato —sonreí y me posicioné a su lado.

—Extrañaré este lugar —tocó el pasto con sus manos y yo di un gran sorbo de la bebida, el líquido recorrió mi garganta y dejó un sabor dulce en mi lengua—, extrañaré la preparatoria.

—Mmm, yo no —lo miré, y él negó riendo. Tal vez este era el momento. La brisa fresca nos rodeaba, el aroma de pasto nos relajaba y la luz de Luna parecía que solo estuviera allí para nosotros—, Noah.

—Dime Smith —dio un sorbo a su vaso y subió la cejas en señal de que continuará.

—Mel me acaba de decir que en dos días me iré a Nueva York —apreté los labios—, ya sabes, ella quedó en la misma universidad que yo. ¡Hasta Mike está allí! —negué ante tal injusticia, ella estaría con su novio—. El punto es que, me iré, ni siquiera mi padre sabe que es tan pronto. Yo solo quería saber... tu —me maldije por trabarme con mis palabras—, tu y yo que somos. Me iré y quiero saber que fuimos.

Lo miré y él se acercó a mi. Levantó su cuerpo con ayuda de su mano derecha y sacó de su bolsillo trasero una cajita cuadrada. Levanté la ceja y él dejó el objeto sobre mi regazo. Sin decir una palabra hizo un ademán con su cabeza para que abrirá la caja y así lo hice, se deslizó de adentro una pulserita de oro con un pequeño dije en ella. Una jirafa.

—La primera vez que te vi fue —tomó un trago de su vaso y miró el cielo haciendo una mueca en busca de una respuesta—, ooh si, como olvidarlo. En el pasillo, estabas en tu casillero sacando los libros de matemáticas. Tu ceño estaba fruncido, tenias puesto unos Jens azules ajustados y una remera lisa roja —fruncí el ceño al escuchar como recordada los detalles—. Si ya se ¿cómo mierda recuerdas eso? Yo solo lo hago —reí y llevé el Ron a mi boca de nuevo—. Ese día estuvimos en tres clases, cada vez que entraba a un salón y te veía allí, era como si todo adquiriera más luz —me acerqué a él y tomé su mano—. La primera vez que te vi Emma, fue hace 4 años. Y ¿sabes porque sigo recordando eso? —negué—. Porque desde la primera vez que te vi, nadie más pudo lucir tan bien en Jens azules ajustados y remera lisa roja.

Me acerqué a su rostro y deposite un corto beso en sus labios. Al alejarme, no tanto, él corrió un mechón de cabello pequeño de mi rostro y lo dejó en mi oreja.

—No se que seremos Emma, solo se que cuando te miro mi corazón se acelera. Cada vez que te veía en los pasillos me maldecía por no haberme duchado esa mañana, siempre que te observaba decía, mierda como es posible que no tenga novio —mordí mi labio inferior conteniendo una risa—. Cada vez que tu cuerpo chocaba accidentalmente con el mío, una corriente eléctrica me sobrepasaba. Y yo no sabía cómo era que podía liar con otras chicas y contigo todo era diferente —acarició mi mejilla con su mano—. No somos amigos con derechos, no estamos saliendo, tampoco somos novios. Somos más que eso, tanto, que para el tipo de relación que estamos teniendo todavía no se ha inventado nombre. Porque estoy seguro de que soy el único hombre en el planeta que está experimentando este tipo de amor.

—Siempre me pones en esta situación en donde no se que mierda decir —suspire frustrada y él negó.

—Me basta con que estes esta noche conmigo, disfrutando un buen Ron a la luz de la luna —se acercó a mi y posó su mano por mi nuca atrayendome a sus labios y fundiéndonos en un beso largo con sabor a uva—. Recuerda que siempre nos iluminará la luz de la misma luna.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Where stories live. Discover now