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—No me gusta... ¿que mierda es esto? —se lo colocó en la cabeza.

—Deja eso Melanie —le arrebaté el extraño gorro y un flash nos envolvió.

—Genial —rodé los ojos—, ahí va nuestra ultima foto en la preparatoria —la miré nostálgica y ella me abrazó con sus largos brazos.

—Mejor salgamos, ya es tarde.

—¿Te quieres ir ya? —Mel me ayudó a salir de la cabina fotográfica —¿Noah te lleva?

—Si eso creo —suspiré y sostuve las dos tiras de fotos que nos habíamos tomado—, bueno el me tajo. El me llevará.

—No te veré hasta el lunes —negué—, mi vuelo saldrá a las 4:00 a.m

—Trataré de conseguir un vuelo.

—Está bien —Mel dio un paso largo hacia mi y me volvió a abrazar—. Te amo amiga.

Me separé de ella y la vi caminar hacia Mike quien la esperaba como todo un príncipe en la entrada. El le ofreció su mano y ella la aceptó con gusto. Los vi perderse entre las puertas del gimnasio y una linda vista del amanecer los reemplazó en mi campo visual. Giré sobre mis talones y me detuve al ver a Noah al frente mío. Su cabello se había despeinado por la noche, se había sacado el saco y ahora solo tenía la camisa con los pantalones algo arrugadas.

Las personas ya se habían empezado a ir, solo quedaban cuatro parejas contándonos a nosotros. Volví mi vista al apuesto chico enfrente de mi y él tomó mi mano.

—¿La escolto hasta su casa Mandam? —reí ante su petulante pedido.

—Sería un honor —se acercó a mi y dejó un beso en mi nariz calentando mis mejillas con su aliento.

Los dos caminamos hasta la salida y le dimos una última vista al gimnasio. Seguimos nuestro trayecto hasta el auto de Noah y nos montamos en el.

La madrugada del sábado estaba helada, el sol casi se ponía de entre las montañas y parecía que todo iba en cámara lenta. Noah puso a Ed Sheeran en el estéreo tratando de que el viaje se volviera más ligero. Aunque mis pensamientos en este momento me pesaban más que otra cosa.

—Me iré el lunes —lo miré.

—Lo se —fruncí el ceño confundida—, estuve hablando con Mike, el estudiará contigo.

—Oh, si —sonreí sin mostrar los dientes y mi mirada se centró en su perfil—. Me encantaría que tú también pudieras ir.

Noah estacionó su auto en mi casa y me ayudó a bajar con mi escandaloso vestido. Los dos caminamos hacia la entrada, muerta de frío abrí la puerta, cuando está se corrió los dos entramos envolviéndonos en la calidez de mi hogar. 

La casa estaba vacía, no se escuchaba un solo ruido. La luz del amanecer ya se había colado de entre las cortinas. Dejé las llaves en un costado de la entrada rompiendo el silencio y caminé hacia la cocina.

—Mi padre no está —aseguré—, ¿quieres agua?

Abrí la nevera esperando una respuesta de Noah pero el no respondió. Unas manos me rodearon por la cintura y me obligaron a darme vuelta.

—Así que estamos solos Smith —besó la comisura de mis labios y yo asentí—, ¿puedo despedirme de ti?

—Eeeem —fruncí el ceño confundida por su propuesta.

—Subamos a tu cuarto —tomó mi mano guiándome por toda la cocina hasta llegar a la sala y luego subir las escaleras.

—Noah —lo llame cuando entramos a mi habitación—, Noah.

—Te ves tan jodidamente bien —cerró la puerta, mi corazón empezó a latir muy fuerte dentro de mi.

Se acercó más a mi y beso mi mejilla para después ir dejando besos cálidos y húmedos hasta llegar a mi oreja.

—Me estoy volviendo loco por ti —mordió el lóbulo de mi oreja y un pequeño gemido se escapó de entre mis dientes —, déjame decirte adiós —beso mi cuello—. Déjame hacerte mía.

Tragué en seco y pude sentir todos mis sentidos activarse. Sus manos acariciaron las mías y subieron dando un camino de caricias por mis brazos hasta encontrase con mis hombros. Entré abrí la boca la decir algo pero el fue más rápido y me atrapó con un beso, uno lento, que me dejó más confundida que nunca.

—S... —me separé por falta de aire tratando de formular una respuesta. Lo miré a los ojos y luego lleve mis manos a su nuca juntando nuestras frentes—, desde hace mucho soy tuya.

Con una sonrisa condescendiente me envolvió en sus brazos y me tiró a la cama. Acercó su boca a mi boca y dejó un pequeño pico para después llevar sus labios por mi mandíbula, cuello, clavícula. Tiré mi cabeza hacia atrás sintiendo más calor de lo normal y tratando de contener un sonido dentro de mi garganta. Su mano viajaba por dentro de la tela de mi vestido y acariciaba mi pierna, pude sentir sus dedos en mi entrepierna y como un reflejo las cerré. El cesó sus movimientos.

—¿Estas bien? —lo miré, su pelo estaba revuelto y sus cachetes algo rojos—, puedes decirme que pare cuando quieras.

—No... solo —me apoye en mis codos ¿que mierda le diría? Oye, nunca tuve sexo antes y hasta me duele cuando me pongo un puto tampon.

—No tuviste sexo antes —abrí los ojos y el sonrió. El rubor se apoderó de mi cara—, no te obligaré a hacer algo que no quieras Emma.

Me paré de la cama y me saqué los zapatos sintiendo el frío suelo bajo mis pies. Él miraba cada movimiento que hacía y no era mal momento para darle un pequeño espectáculo. Con mi mano derecha alcancé el cierre de mi espalda y lo bajé lentamente, mientras él se mordía los labios ocultando una sonrisa. Deslice los breteles del vestido y este cayó a mis pies dejándome en ropa interior. Noah se recostó contra el respaldar de mi cama y yo gatee hasta el.

—Necesito una maldita piscina ahora —negué riendo—, eres tan hermosa.

Me senté a encima de el y sus manos se posaron en mis caderas. Llevé mis labios hacia su boca e imité todos los movimientos que él hizo en mi. Besé su cuello, mandíbula, oreja, y no fue hasta que escuché un pequeño gemido que me di cuenta que él estaba rozando nuestras zonas. Una terrible sensación, que nunca había experimentado, me estaba agobiando y de una u otra manera debía saciarla.

Con mis manos desabotoné la camisa de Noah y luego con su ayuda logré sacársela. Sus manos seguían moviendo mis caderas provocándome ganas de gritar.

—Me matarás Emma —soltó para luego desabrochar sus pantalones.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora