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Nuestros cuerpos sudados, la mirada que reflejaba algo más que pura lujuria. Y la casa vacía, podíamos hacer el ruido que quisiera, valla que lo estábamos haciendo. Cada gemido, cada suspiro, cada respiración entrecortada, contaminaba el silencio de mi habitación.

—Noah —sentía que se aproximaba, mi pelvis no dejaba de temblar y mis manos se aferraban con fuerza a las sabanas—. Por Dios, si —llevé mi cuello hacia atrás mientras tratada de recuperar la compostura.

—Dime lo que quieres —sus movimientos aumentaron y sus labios se dirigieron a mi clavícula—. Me encantas.

—Noah —lo miré, ya no podía, ya no aguantaba—. Más rápido.

Se acercó a mi y atrapó mis labios, pero yo no respondí el beso. No podía, hacerlo.

—¡Noah! —sentí la explosión en mi pelvis y una cantidad inexplicable de escalofríos me invadió. Mis piernas temblaron y se cerraron involuntariamente atrapando las caderas de Noah, mi pecho iba de arriba a abajo con unas fuertes pulsaciones. Mi cuerpo estaba teniendo un tipo de convulsión.

—¡Mierda Smith! —Noah levantó el cuello y dio un grito ahogado hacia el techo, cayendo encima de mi.

—¿Que mierda me hiciste Centineo?

—Acabas de tener un orgasmo Smith.

24 horas antes.

Estaba estresada, porque faltaban unas 12 horas para el baile de graduación y yo aún no tenía un vestido. Las cartas de las universidades se encontraban en mi mesa de luz, no las había visto, no las quería ver.

Luego de la charla que tuvimos con Noah, no lo volví a ver. No me llamo, ni me mando un mensaje. No sabía si el discurso que me había dado era para despedirse, o una simple advertencia.

Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina, 7 a.m. Desayuné viendo un especial de The Walcking Dead, y luego me quedé mirando el resto del programa. Solo para matar las horas.

Pero no podía, no podía sabiendo que se acercaba la noche y cada tic toc del reloj se me hacía irritante.

—Hija —me di vuelta y vi a mi padre cruzar la sala— ¿Te encuentras bien? No dijiste una palabra desde que nos fuimos de la preparatoria ayer.

—Si —sonreí a medias—. Soy una estúpida papá, no tengo vestido para el baile.

—Bueno, esperaba que me dijeras eso —fruncí el ceño y él apareció con una taza de café en mano—, ya vengo.

Me quedé ahí, concentrada en los feos zombies que amenazaban con matar a Carl. Escuchaba sonidos en la planta alta pero no me distraían lo suficiente. ¿Esperaba que dijeras eso? Él esperaba que yo...¿que mierda?

—Aquí —puso delante de mí una caja—. Tú madre —lo miré a él y me acerqué al cartón. Este estaba maltratado y con mucho polvo, se notaba que no había sido abierta por años.

—¿Mi madre? —abrí la caja y una cantidad de polvo bolo por los aires. Había un plástico apilado y arrugado, lo removí y una tela color marrón muy claro se hizo presente—. Papá.

—Tu madre estaba muy apenada de no poder asistir a tu baile de graduación, encargo este vestido un mes antes de morir —saqué el vestido de la caja y lo estiré—. Estaba por venderlo y darte el dinero a ti, yo pensé que ya tenías un vestido.

—Yo... no se que decir —lo miré detenidamente, apreciando los bordados que lo decoraban. Estaba limpio, nadie lo había tocado, había estado guardado por años como un tesoro—. No puede ser —abrasé a papá y él me rodeó con sus brazos.

—Que bueno que te guste —dijo sin aire, ya que mi abrazo era muy fuerte—, espero que te quede, tu madre era muy persuasiva.

—Estoy feliz —me separé de él con lágrimas en los ojos— ¿Te pasarás por el baile?

—Si, pero solo un rato, mañana trabajo —rodé los ojos—, tengo que explicarle a mi jefe como es posible que me halla escapado del viaje.

— Ooh

— Si

~

—Solo son un jodido pedazo de papel. Nada puede salir mal. Estás graduada con honores, tienes a una amiga increíble, un padre hermoso y tal vez a alguien más que un amigo —esa voz retumbó en mi cabeza—. Esperaste esto por años y ahora no lo arruinarás. Lloraste sangre por conseguir esto y pasaste los más jodidos infiernos —asentí—, ábrelos.

Tomé las tijeras y miré a Mel, no sabía cómo había terminado en su habitación. Cuando llegué ella se preocupó. Dijimos que no nos veríamos hasta el baile en la noche, para tener tiempo para nosotras solas. Pero aquí estaba yo, en su cama con las cartas de las universidades.

—Ahora Emma.

—Si, si —tomé la primera carta y la corte— Nevada.

Thank u, next —tomé otra carta y abrí.

— Londres —Mel aplaudió y me abrasó—. La última— señale el papel y tomé la tijera. Corte el sobre y observe lo que decía— ¡Nueva York!

—¡Que! —Melanie miró el papel y se tiró encima de mi—. No puede ser, no puede ser ¡No puede ser!

—¡Si puede! —empezamos a saltar encima de su cama y luego paramos para retomar aire—. Hoy les enviaré la confirmación —mi rostro cambio a serio. Esperé, esperé y esperé. A que tú me vieras—. Noah.

—¿Que dices? —me bajé de la cama y me senté en el piso.

—Noah, Melanie —ella se colocó en frente de mi—, estudiará arquitectura en Washington. Y yo en la otra punta del país —Mel tomó mis manos—. Ayer me confesó todo, de hecho confesó que está enamorado de mi, y que yo lo eh ignorado por años —suspiré— ¿Lo he hecho?

—No lo se Emma —negué—. Sabes, no pensé que terminarían tan unidos. Yo... cuando acepté ayudar a Noah con su conquista, pensé que sería una linda distracción para el campamento y tal vez el verano.

—No lo fue, yo nunca pensé que me importaría tanto un chico —me tapé la cara— ¿Qué voy a hacer?

—Seguir con tu vida.

Soñemos un poco - Noah Centineo (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora